
La Galerna
·29 septembre 2025
Cogida en el Metropolitano

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El derbi de este sábado ha dejado un poso de melancólica impotencia en un gran sector del madridismo, en el cual me incluyo. Lo cual no es óbice para caer en la dicotómica volatilidad de los estados de ánimo en lo que respecta al fútbol y los momentos puntuales.
El Atlético de Madrid ha sido el primer morlaco serio al que se han enfrentado los de Xabi Alonso en esta incipiente temporada, y el resultado ha sido de enfermería, con una cornada de varias trayectorias. Y es por ello que deberían tomarse en consideración algunas cuestiones antes de sacar conclusiones.
No cabe duda de que el equipo entró al partido con una actitud y una falta de intensidad que nos hizo recordar tiempos recientes. Y es precisamente esto, por encima del mal juego, lo que más decepción y preocupación me causaron.
Si vas con todo y el rival es mejor que tú, no queda más que quitarse el sombrero. Puede ser también que esa superioridad del contrario genere un estado de desazón en el ánimo, producto de la impotencia, que se traduzca en una falta de intensidad no premeditada (es aquí cuando muchos aficionados no entienden que la dejadez que ven no es producto de falta de ganas).
Pero este sábado se puso de manifiesto desde el primer minuto que algo no funcionaba. Xabi Alonso ha manejado el vestuario con autoridad pero con buen talante. Ha sentado a jugadores que no estaban acostumbrados a ello y ha intervenido en los partidos introduciendo cambios en distintas fases, dejándonos ver su mano e intensidad en el seguimiento táctico de los mismos.
El equipo entró al partido con una actitud y una falta de intensidad que nos hizo recordar tiempos recientes. Y es precisamente esto, por encima del mal juego, lo que más decepción y preocupación me causaron
Estas cosas son algunas de las que esperábamos y ansiábamos, pues son indispensables para tener a un vestuario activado, encendido, con la intensidad que se había perdido —hasta la vergüenza— en el curso pasado y que son totalmente innegociables. El juego y los automatismos requieren más tiempo y paciencia. A veces llegan antes, otras después.
La salida de Bellingham entre los once de inicio sorprendió. La falta de ritmo fue clara y por momentos se le vio totalmente perdido. El que le ve entrenar todos los días es el entrenador, y no creo que simplemente fuese una apuesta, un brindis al sol. Más cuestionable fue que Güler fuese el elegido para salir del terreno por Mastantuono, en un momento en que el equipo empezaba a descoserse y era necesario controlar el juego. El turco y el argentino han demostrado que mezclan bien y quizás habría sido mejor opción. A partir de ese cambio, el centro del campo madridista estuvo a merced de lo que dictaban Koke y Barrios. Cuando entraron Camavinga o Rodrygo, poco cambió el panorama. Xabi puede equivocarse, faltaría más, y criticar la alineación de Jude es muy fácil a toro pasado.
Por otro lado, la salida de Militão en el descanso, lesionado, también tuvo un claro impacto en la zaga. El primer tiempo que realizó fue de gran nivel y vino a confirmar que este señor, con dos gravísimas lesiones de rodilla a cuestas, está volviendo al nivel de antaño. Asencio estuvo correcto, y la sensación de despiste en Huijsen o Carreras es más consecuencia del buen juego del contrario que de errores puntuales suyos. De nuevo, criticar con el resultado en la mano es facilísimo. Que Sorloth se imponga de cabeza no tiene que ser algo tan descabellado; la facilidad con la que llegaban los centros desde las bandas es más cuestionable. En mi opinión, el hecho de que la defensa se mostrase tan superada tiene mucho que ver con el desaguisado del centro del campo.
Y qué decir de nuestro capitán. Hace menos de un año, Carvajal se reventó la rodilla en lo que parecía su retirada. Verle jugar al nivel que está jugando es impresionante y va a ir a mejor. Su salida y la reubicación de Asencio en el lateral y Tchouaméni de central no hicieron sino enredar más las cosas.
Estamos a comienzos de la temporada y, a pesar del palo recibido, no se puede enterrar todo lo bueno que se vio hasta el sábado
Estamos a comienzos de la temporada y, a pesar del palo recibido, no se puede enterrar todo lo bueno que se vio hasta el sábado. Mbappé está en modo búfalo, Vinícius arroja brotes verdes (el que no lo vea, allá él), Carvajal y Militão parecen de vuelta, y Xabi en ningún momento da la sensación de sentirse abrumado; al contrario. Este martes en Champions es el típico partido que se puede enredar y más después de un resultado como el del sábado. Lo esperable es ganar, pero hay que estar preparados para todo y mantenerse fuertes y unidos.
Y para terminar, hay que destacar algo muy importante. Y no, no son los clarísimos errores arbitrales y la voluntaria inacción del VAR. Aquí lo importante es que el Madrid no se tapa las heridas buscando excusas y poniendo el foco en la acción arbitral. Ni el club ni el grueso de los aficionados. Porque, aun siendo lo del sábado una muesca más en el revólver de las decisiones en contra del club blanco, la grandeza del club está muy por encima de lloros y lamentos. Si las acciones que todos sabemos se hubieran producido en contra de otros, el escándalo hoy, pasados dos días, aún sería monumental.
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