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·25 août 2025
Cómo cambiar el reglamento para frenar la pillería en el fútbol

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·25 août 2025
Foto: Rafa Babot / Getty Images
El pasado fin de semana en Son Moix no solo se habló de goles. El nombre propio fue el deMagí Vicens Méndez, fisioterapeuta del Mallorca, que acabó expulsado en los últimos minutos. Según reflejó en el acta el colegiado José Luis Guzmán Mansilla, el miembro del cuerpo técnico lanzó un balón desde el banquillo al césped, interrumpiendo un saque de banda del Celta de Vigo, que buscaba el segundo tanto justo después del empate de Mateu Morey (1-1).
El gesto, más propio de una pillería de patio que de un encuentro de Primera División, podría salir caro. El Comité de Disciplina deberá pronunciarse este miércoles, y todo apunta a que la sanción no será leve.
El Código Disciplinario de la RFEF, en su artículo 107, es claro: “Cuando el lanzamiento […] se realice por cualquiera de los/as integrantes de los banquillos, […] la infracción se considerará como una actuación no correcta y supondrá la expulsión directa del terreno de juego del autor de la misma y la imposición de tres partidos de suspensión”.
A esa sanción personal se añade otra para el club: multa de hasta 3.000 euros y apercibimiento de clausura. Es decir, el Mallorca se expone a un doble castigo: Vicens, con tres partidos en la grada, y la entidad, con sanción económica.
Más allá de lo que decida el Comité, surge una reflexión: ¿realmente sirven este tipo de castigos para evitar que se repitan situaciones así? El manual habla de suspensiones y multas, pero rara vez estos correctivos generan un efecto disuasorio.
En otros deportes, como el fútbol australiano (AFL), las sanciones son mucho más inmediatas y, sobre todo, deportivas: una acción antideportiva de este tipo se castiga adelantando el balón 50 metros, lo que en muchos casos acaba en gol. La consecuencia es tan clara como contundente: quien intenta hacer trampa, paga el precio en el mismo partido.
En el fútbol, quizá habría que explorar caminos similares. Convertir el saque de banda interrumpido en un libre directo 30 metros en dirección a la portería, e incluso en penalti tras este adelanto el punto acaba en el interior del área, sería una medida mucho más efectiva que una sanción diferida.
Porque, al final, la mejor forma de cortar de raíz el “esto es fútbol, papá” es que el castigo llegue en caliente, donde más duele: en el marcador.
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