
La Galerna
·15 octobre 2025
Corrupción sincronizada

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·15 octobre 2025
Es agotador. Es una tarea hercúlea. Es ingrato y requiere una paciencia sobrehumana. Te obliga a soportar el vendaval de estulticia y el negacionismo hipócrita del universo culé de las redes. Odio escribir sobre los golfos, los tramposos, los miserables. Darles protagonismo. Pero es preciso, es necesario. Para que no se olvide, para tener presente el agravio hasta que se haga justicia.
Son personas de carne y hueso. Son la muestra de la degeneración de la moral, de la ética de la sociedad. Fue Núñez, empresario sin escrúpulos, dispuesto a comprar con dinero cualquier cosa que estuviera en venta, legal o ilegal, en su profesión y en su devoción. Fue Gaspart, un esperpento, un personaje grotesco que no parecería verosímil ni en una novela quijotesca. Fue Albert Soler, un directivo culé, mentiroso, manipulador, un político estándar: capaz de cambiar leyes para encubrir un delito.
Es Laporta, un vividor, el golfo español de toda la vida, inseparable de su séquito de pagafantas. Fueron Villar, Sánchez Arminio, Medina Cantalejo, Clos, Rubiales, Rocha, Louzán, Negreira, Roures, Lago, Benet. El inframundo de una película de Torrente. Aquí le dejo la oferta a Santiago Segura para escribirle el guión del blockbuster “El fúrbol español” (Villar fue incapaz de decir “fútbol” en toda su vida). Taquillazo asegurado.
Aún no me he recuperado del shock por el clip de vídeo de la semana pasada: Ahí estaba Al Khelaifi recibiendo a Laporta en el hall del hotel donde se celebraba una reunión de la ECA. Buena percha, traje a medida. Oscuro. Formal. Impecable. Con ese pelo, denso como el plomo, negro como la ruina. Con el aspecto inconfundible de villano de James Bond. Sonrisa de ganador. Malvado como Goldfinger. Del otro lado, Jan. Sonriente, mundano, desenfadado. Esta vez fue capaz de calzarse unos zapatos. Buen traje también, desbotonado por imperativo físico. Afectuoso abrazo que abre un nuevo capítulo en la historia de la relación Madrid-Barça. Después del primer saludo, Al Khelaifi rodea la cara de Laporta con sus manos. No es un gesto de familiaridad o de afecto. Es de victoria, de dominación: “ya eres mío”. Mefistófeles tomando posesión de su alma.
Laporta busca ayuda desesperadamente en el tablero de poder del fútbol europeo. Lo único que puede dar a cambio es lo que representa y su innegable carisma, aunque ya sólo le sirve para hipnotizar a sus parroquianos. Romper el contrato firmado con la Superliga cuesta 300 millones. No lo hará. Laporta carece de fortuna personal y no se le aventura un futuro lejos de los tribunales. Parapetado detrás de los éxitos deportivos que amansan afición y oposición, buscará la reelección a la presidencia de su club en la primavera de 2026. Hacia Semana Santa pueden empezar a caer chuzos de punta, si empieza el juicio dando por terminada la instrucción. El juez dispondrá de una montaña de indicios y de evidencias para probar el delito de corrupción deportiva.
La defensa, en cambio, pretende que todo quede en una condena por administración desleal, sueño húmedo del inefable Miguel Galán, graduado en derecho y electricista, al que pudo dar vida literaria el gran Ibáñez como personaje secundario de sus viñetas, compartiendo páginas con el profesor Bacterio, con el Súper o con Ofelia. Todo el ecosistema mediático del club corrupto se afana cada día en llevar la opinión pública a ese terreno: "Eran prácticas que venían del pasado", la mafia siempre le echaba la culpa al muerto, conocemos la estrategia. Es muy antigua.
La sentencia por corrupción deportiva, multas y condenas de cárcel aparte, es el único camino para que se pueda reabrir el debate sobre la prescripción. Para probar la intencionalidad de Albert Soler en sus actos en el CSD evitando sanciones deportivas al Barcelona. Para anular los efectos de la votación sobre la no prescripción de los delitos de corrupción por parte de la RFEF. ¿Por qué cualquier organismo eliminaría la no prescripción de los delitos de corrupción con los tiempos de plomo en que vivimos? ¿Se les ocurre alguna razón ética para hacerlo? A mí, no.
Hacia Semana Santa pueden empezar a caer chuzos de punta, si empieza el juicio dando por terminada la instrucción. El juez dispondrá de una montaña de indicios y de evidencias para probar el delito de corrupción deportiva
Cerrar el caso con una sentencia por un delito menor sepultaría más de treinta años de corrupción con dos paladas de tierra, una palmadita en la espalda y multas económicas insignificantes para la magnitud del asunto y para las cifras del fútbol. El delito penal (corrupción deportiva) es la única esperanza para encontrar una vía que lleve el caso a un castigo proporcional al daño causado. Los tribunales ordinarios no pueden, pero FIFA, espoleada por lo que digan esos tribunales, sí puede: descenso de categoría y desposesión de títulos.
No será fácil, llevan trabajando en ello desde que Albert Soler cambió el sillón de la junta directiva del Barcelona por el de Director General del CSD. Habiendo sido presidente en 2011, en 2021 Soler regresó al CSD, pero esta vez a un cargo ejecutivo que le permitiera meter mano en la redacción de la Nueva Ley del Deporte.
Recordemos: Los pagos a Negreira cesaron el 5 de junio de 2018. Bajo el art. 22 del código ético de la RFEF, hasta el 8 de junio de 2021 las infracciones éticas muy graves no prescribían. La votación de la RFEF sobre el código ético hizo coincidir los plazos de prescripción con la aún no publicada Nueva Ley del Deporte que dejaba prescribir los delitos muy graves en tres míseros años. Casualidades. ¿Cuánto se tarda en descubrir un caso de corrupción? Virtualmente, se está abriendo la veda para comprar árbitros y títulos. Con suerte o teniendo bien engrasado el sistema, la corrupción es indetectable. Tres años para pillar a un delincuente. ¿Se imaginan que una violación o un asesinato prescribieran a los tres años?
El riesgo de descenso y retirada de títulos para el Barcelona duró exactamente 3 años y 3 días, tiempo en el que estuvo vigente la no prescripción de delitos de corrupción en el código ético de la RFEF con el cadáver enfriándose y con el asesino delante de las narices del policía. La RFEF conocía los pagos a Negreira y aun así (o tal vez por eso) promovió la votación, siendo Laporta miembro de su junta directiva. Laporta pagó a Negreira y Laporta votó a favor de la prescripción de los delitos de corrupción. Casi nada. ¿Necesita algo más, señora juez?
Para más INRI, Laporta se había incorporado a la junta directiva de la RFEF en abril de 2021, dos meses antes de la votación en la que se consumó la golfada, con el único propósito de asegurarse del resultado que permitiera al Barcelona eludir una sanción deportiva. Lo demás les importa una higa: ¿multas? Será por dinero... ¿Cárcel? Es lo que tiene vivir al límite. Un par de llamadas y asunto arreglado. La participación del bueno de Jan en la Junta Directiva de Federación se fue desvaneciendo a partir del mes de julio y abandonó el cargo a finales de 2021 con la misión cumplida.
El 15 de febrero de 2023 la cadena SER reveló los pagos del Barcelona a Negreira. Un día después la RFEF anunció la apertura de un expediente informativo, que concluyó el 10 de marzo 2023 con un comunicado oficial, menos de un mes después de la bomba mediática. El texto probablemente lo tenían escrito desde 2021: "No procede sanción disciplinaria, por prescripción”, lo que eximió al Barcelona de multas federativas, descensos o suspensiones internas. Los jueces de instrucción llevan dos años y medio recopilando indicios y evidencias para estructurar el caso. La RFEF de Rubiales tenía todo claro en tres semanas. Se entiende, ¿verdad?
Laporta pagó a Negreira y Laporta votó a favor de la prescripción de los delitos de corrupción. Casi nada. ¿Necesita algo más, señor juez?
El incontenible Tebas, fenómeno inexplicable para la ciencia, por poseer una velocidad verbal superior a la neuronal, enterró el asunto menos de veinticuatro horas después de conocerse la noticia, manifestando el 16 de febrero de 2023: “No puede haber sanciones deportivas. El delito ha prescrito”. Todos tenían claro el discurso. Demasiado claro. Todos supieron que hubo delito y todos hicieron lo posible para que no tuviera consecuencias.
Pero sí puede haber sanciones deportivas. Necesitamos que las haya.
El papel del Real Madrid tras una sentencia por corrupción deportiva es crucial: su personación en el caso es precisamente lo que le faculta (otro acierto del que siempre se equivoca) para exigir, llegado el momento, una investigación sobre la inexplicable anulación de la no prescripción de delitos de corrupción en el código ético de la RFEF. Será interesante ver de qué lado se posicionarán cada uno de los medios regados con millones por Tebas, LaLiga, la RFEF, el resto de clubes que votaron la ignominia.
Nos queda un largo camino por delante, pero estoy convencido de que veremos al Barça en segunda y desposeído de títulos. Tal vez sin que sea necesario llevar el caso a instancias internacionales. Tenemos el móvil, el beneficiario, los encubridores, las fechas, los movimientos inexplicables y muy oportunos entre cargos. Corrupción sincronizada.
Que Laporta pida perdón en nombre del club por corromper el fútbol ya es otra cosa. No lo descartemos. Esa imagen, sollozos incluidos, le haría formar parte de la historia y dignificaría de algún modo su inclasificable curriculum. El vídeo del arrepentimiento (incluso fingido): "No lo haré más... era una herencia del pasado, sólo queríamos neutralidad", sería trending topic planetario. Ser recordado como el que regeneró los "valors" del club y pidió perdón hasta podría perpetuarle en la presidencia. Conocemos al culé medio de sobra. El culé es el ser humano que ve natural que Laporta cuadruplicara los pagos a Negreira "por neutralidad". Si pagar 125.000 al año era el precio de la neutralidad, ¿por qué Laporta pagó el cuádruple? ¿Por cuatro veces más neutralidad? ¿Con el plantillón que tenía? Para amarrar los títulos, queridos. Verle pedir perdón entre lágrimas con un pañuelo blanco entre las manos sería un final delirante, pero un buen final. No me lo nieguen.
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