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Diario La Escuadra

·10 mars 2025

Cuando el campo se convierte en enemigo: la trampa de la Liga F

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En la Liga F, unos equipos tienen estadios “modernos”, mientras otros juegan en campos deteriorados que amenazan a las jugadoras

La calidad de las instalaciones deportivas es clave para el desarrollo y la seguridad de las futbolistas. Jugadoras de primer nivel, que entrenan y compiten día tras día, merecen contar con infraestructuras que no solo garanticen su integridad física, sino que también sirvan de incentivo para el crecimiento del deporte. Sin embargo, el panorama actual nos muestra un escenario en el que la falta de inversión y el descuido en el mantenimiento de los campos ponen en entredicho la profesionalización del fútbol femenino.

Césped en ruinas

A pesar de los esfuerzos anunciados por la propia liga de modernizar las infraestructuras, muchos clubes todavía juegan en césped artificial, aunque a partir de la temporada que viene ya no tendría que ser así. Estos terrenos de césped artificial crean lesiones a las jugadoras la mayoría de las veces, lo que obviamente es un riesgo que hay que evitar a toda costa. Aun así, el césped natural de los otros estadios tampoco ofrece la calidad que un deporte profesional exige.


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Un claro ejemplo de esto se vio en el partido que enfrentaba al Madrid CFF contra el Atleti. A pesar de ser un estadio que debería ser referencia, el césped mostraba un cuidado mínimo, poniendo de esta forma en peligro la seguridad de las jugadoras. Un peligro latente que se materializó cuando Ana Vitoria se lesionó en el encuentro disputado.

Cabe destacar que, aunque su lesión no fue directamente atribuible al mal estado del campo, pues venía con antecedentes, el episodio subraya la problemática general: incluso en estadios que se supone que son «los buenos», la realidad es otra.

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Fuente: Agencia EFE

Curiosamente, aunque el Fuenlabrada FC también juega en ese mismo estadio, su condición de equipo de tercera RFEF explica en parte la menor inversión en el mantenimiento del césped, aunque también tuvieron sus propias quejas en su momento.

Sin embargo, para un equipo de Primera División femenina, estas condiciones son inaceptables. Mientras que el fútbol masculino en niveles inferiores puede justificar el uso de instalaciones de menor calidad, el talento y el esfuerzo de las jugadoras merecen escenarios dignos del nivel al que compiten.

El mal estado del césped no solo se limita a estadios de equipos más modestos, sino que incluso en los campos de equipos de élite se evidencian problemas graves. En el último partido de la Copa de la Reina entre el Real Madrid y el Barça, disputado en el estadio Alfredo Di Stéfano, las lluvias pusieron de manifiesto la deficiente capacidad de drenaje del campo.

Los charcos que se formaron en distintas zonas del terreno dificultaron el desarrollo del juego, dejando en evidencia que incluso en los estadios de los clubes más grandes aún hay problemas estructurales que comprometen la calidad y la seguridad del fútbol femenino.

Desigualdad en la competición

No es menos sorprendente el fenómeno que se observa en Tenerife. Cuando el equipo se enfrenta a la mayoría de sus rivales, juega en un campo artificial (Campo municipal de fútbol de Adeje) que, si bien es funcional, no ofrece las mismas condiciones que un césped natural bien cuidado, como ya se ha dicho antes. Sin embargo, cuando el rival es un gigante del fútbol como el Barça, de repente se abre el estadio Heliodoro Rodríguez López.

Esta práctica, que podría parecer un mero capricho administrativo, genera una pequeña desigualdad en la competición. Es casi como si el destino, decidiera favorecer a unos equipos sobre otros, creando un escenario donde la suerte del terreno se convierte en un aliado o en un enemigo. En algunos partidos, el cambio de escenario puede llegar a influir en el resultado. Se llega a pensar que, a veces, la competencia no se decide solo en el campo, sino también en la sala de control que decide qué estadio se abrirá.

El contraste es evidente. Por un lado, se tiene el campo artificial, que es la norma en muchos encuentros y que deja mucho que desear. Por otro, está el estadio de alto nivel que se activa únicamente cuando se enfrentan a un rival de renombre. Esa dualidad no solo crea un abismo en las condiciones de juego, sino que también pone en duda la integridad del proceso competitivo. ¿Cómo pueden las jugadoras rendir de forma equitativa cuando las condiciones varían tanto dependiendo de si eres de un equipo u otro?

Cabe recordar que hace un año Iris Arnaiz ya denunció mediante un tweet que el campo municipal de Adeje sigue siendo un peligro para las lesiones, y a pesar de ello, aún se sigue jugando en él.

https://twitter.com/IrisArnaiz/status/1786479761662906630?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1786479761662906630%7Ctwgr%5E2538238a5ed42efb174151b3504b3848adcfaf2a%7Ctwcon%5Es1_c10&ref_url=https%3A%2F%2Fwww.marca.com%2Ffutbol%2Ffutbol-femenino%2Fprimera-division%2F2024%2F05%2F06%2F6638db2bca4741d76d8b4591.html

La situación de los campos de la Liga F es una llamada urgente a la acción. Es necesario que las autoridades y los clubes inviertan en infraestructuras adecuadas que garanticen tanto la seguridad de las jugadoras como la calidad del espectáculo. Mientras tanto, la disparidad en las condiciones de juego seguirá siendo una herida abierta en el fútbol femenino, afectando no solo a quienes compiten, sino también a la imagen y el futuro de un deporte que merece todo apoyo y respeto. La equidad y la profesionalización deben ir de la mano para que este deporte pueda brillar sin obstáculos.

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