El Atleti sufre el final más cruel en Anfield a manos del verdugo Van Dijk | OneFootball

El Atlético de Madrid aterrizó en Anfield con la certeza de que iba a sufrir. Y el escenario no tardó en confirmarlo. Apenas habían pasado seis minutos cuando el Liverpool ya había sacudido a los rojiblancos con dos golpes de autoridad. Primero, una falta lateral provocada por Lenglet terminó en un balón suelto que Robertson empujó a la red tras una acción rocambolesca. Sin tiempo para reaccionar, Salah volvió a aparecer: encaró, rompió a la defensa y firmó el 2-0. El Atlético estaba noqueado en un estadio que no concede treguas.

El vendaval ‘red’ se sostuvo durante buena parte del primer tiempo. Gravenberch mandaba en el centro del campo con criterio y potencia, acompañado por un equipo que encontraba espacios con facilidad. Los de Simeone apenas podían hilar pases largos y se defendían con la sensación de estar siempre en inferioridad. Aun así, el Atleti no se entregó. En el tramo final de la primera mitad, Raspadori encontró aire con una carrera por banda y sirvió un balón medido a Marcos Llorente, que ajustició desde dentro del área. El 2-1 abría un resquicio de esperanza y devolvía algo de calma al conjunto madrileño.

La reanudación cambió el partido. El ingreso de Koke y el adelantamiento de Llorente al medio le dieron otro aire al Atlético, que empezó a discutirle la posesión al Liverpool. El equipo se estiró, se plantó con más continuidad en campo contrario y empezó a generar ocasiones reales de peligro. La recompensa llegó en el minuto 81: un balón suelto fuera del área lo cazó Llorente de volea y su disparo, impecable, perforó la red. El 2-2 encendió al banquillo visitante y silenció a un Anfield incrédulo.

Pero los grandes estadios nunca perdonan las desconexiones. Cuando el partido parecía encaminado al empate, un córner en el minuto 92 encontró la cabeza de Van Dijk. El central neerlandés se impuso en el salto frente a Le Normand y selló el 3-2 que hizo estallar de júbilo a la grada. Como guinda amarga, el Cholo terminó expulsado tras encararse con un aficionado local en la banda.

El Atlético se marchó con la sensación de haber tenido el empate en la mano, pero también con el peso de los errores iniciales. Peleó, se levantó y estuvo cerca de rascar un punto, aunque al final pagó muy caro su falta de concentración en los primeros compases. Una derrota que duele porque la reacción fue heroica, pero insuficiente para domar a un Liverpool que nunca perdona.

El partido dio pie a cambios. Para el Atlético de Madrid salieron Raspadori, Griezmann, Gallagher y Nico González para dar entrada a Koke, Nahuel Molina, Sorloth y Pubill. En el Liverpool se marcharon Frimpong, Isak, Gakpo, Wirtz y Robertson e ingresaron Bradley, Ekitiké, Mac Allister, Ngumoha y Kerkez.