El primero de Moriba | OneFootball

Foto: Faro de Vigo

Después de varios partidos estando cerca, por fin Ilaix Moriba anotó ayer su primer gol con la camiseta del Celta. Había estado muy cerca en varias ocasiones, la última en el encuentro ante el Villarreal, cuando inició la jugada del 2-0 con un disparo al palo, que tras varios rechaces acabaría con el gol de Borja Iglesias.

Ayer por fin pudo celebrar un tanto y lo hizo con rabia e ilusión. Claudio Giráldez optó por jugar con una especie de 4-1-4-1, con Iago Aspas como referencia ofensiva, y el internacional guineano como enganche junto a Swedberg, con Hugo Álvarez y Pablo Durán abiertos por las bandas.

Con una posición más adelantada de lo habitual, Moriba mostró su llegada. Primero en una acción en la que se plantó en el área rival, y quizás se precipitó disparando, cuando tenía espacio para conducir algo más y asegurar el disparo, pero con todo obligó a la intervención por parte del meta sevillista.

Pero poco antes del minuto 20, recibió un pase de Swedberg y con una excelente maniobra en el interior del área se revolvió, ganó posición de disparo y ajustició a Nyland, que no pudo hacer nada ante el disparo del centrocampista céltico, que se está ganando el cariño de la afición por su actitud y su rendimiento en el terreno de juego.

Es un futbolista de incuestionable calidad, esa que le hizo acreedor de un gran traspaso hacia el RB Leipzig, pero hasta ahora no había encontrado la continuidad. Claudio Giráldez lo ha vuelto a hacer, recuperando a un futbolista que cada temporada parecía ir a menos. El preparador de O Porriño volvió a mostrar tras el partido su deseo de que Moriba siga más tiempo en el Celta, aunque no será fácil. En todo caso depende del propio club celeste, que tiene una opción de compra al final de la presente temporada. Marco Garcés y la directiva tendrán que echar cuentas y valorar qué hacer con el jugador. Una hipotética clasificación europea ayudaría mucho a la continuidad de un futbolista al que la afición pidió al final del partido que se quedase en Vigo. Y él, encantado.