Un 10 Puro
·29 octobre 2025
El Real Madrid se congela en Europa: sin victorias fuera y sin rumbo con Scariolo

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·29 octobre 2025

Hay derrotas que duelen por el resultado, y otras por el reflejo que dejan. La caída del Real Madrid en Múnich (90-84) pertenece a la segunda categoría: un espejo incómodo que devuelve la imagen de un equipo que no compite fuera de casa, que se desintegra cuando el partido le exige continuidad y que, más allá de los marcadores, parece no saber todavía quién es.
El guion fue el mismo de otras noches europeas. Primera parte convincente, defensa sólida, Campazzo y Tavares sosteniendo el plan. +13 al descanso y sensación de dominio. Pero tras el intermedio, el vacío. El Bayern —uno de los equipos menos productivos en ataque de toda la Euroliga— firmó 46 puntos en la segunda mitad y le dio la vuelta al encuentro ante un Madrid congelado, sin respuestas tácticas ni carácter competitivo. Isiaha Mike (29 puntos) fue el símbolo del descontrol blanco: cada triple suyo era una evidencia más de que el Madrid no tiene aún piel de equipo grande lejos del Movistar Arena.
Y, sin embargo, sería ingenuo analizarlo solo desde lo inmediato. Porque Sergio Scariolo, peculiar como pocos, siempre ha entendido los primeros meses de temporada como un laboratorio. Su Madrid está en fase de ensayo, en un tránsito que mezcla pruebas, combinaciones y rotaciones que a veces rozan lo caótico. Lo asume como un peaje: experimentar ahora para construir después. Marzo, abril, el momento de la verdad.
El problema es que el deporte no siempre espera. Las derrotas erosionan la confianza, y la Euroliga no perdona los tropiezos en cadena. Cada viaje sin premio no solo resta victorias: resta fe. Scariolo pide tiempo, y tiene derecho a ello, pero el Madrid —por historia y por exigencia— no sabe vivir en el mientras tanto.
El otro gran dilema está en la plantilla. El juego exterior sigue siendo el gran cuello de botella de un equipo que depende demasiado de los pívots para generar ventajas. Cuando Tavares se sienta, el equipo se desploma. Garuba aporta energía, pero no estructura. Hezonja y Scariolo no terminan de entenderse, y el ritmo ofensivo se apaga sin una referencia fiable desde el perímetro.
Scariolo podrá construir su versión ideal en unos meses, sí. Pero mientras tanto, el Real Madrid parece atrapado en un punto intermedio: demasiado grande para reconstruirse, demasiado frágil para competir con los gigantes. Y a este paso, lo que se está construyendo no es un equipo campeón, sino un equipo que se acostumbra a perder fuera de casa.









































