
La Galerna
·13 juin 2025
La temporada acabó porque acabó para Lamine

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·13 juin 2025
Buenos días, amigos. Ayer asistimos a la presentación de EFACCAA (El Futbolista Anteriormente Conocido Como Alexander-Arnold), según escribió nuestro editor Jesús Bengoechea poco después del acto. Del acto de presentación, queremos decir.
Trent se desenvolvió en castellano con soltura similar a la de Laporta en un bufet. Hecho que sorprendió hasta al diario Marca.
«Sorprende su buen castellano», puede leerse junto al antebrazo del lateral distribuidor. Quizá la pericia lingüística del inglés evite que Marca le endose una hernia en el futuro. Aunque si el jugador se limita a hacer su trabajo de manera óptima, pero no entra en el juego de los gallardistas, le endilgarán las hernias que sean necesarias. Ya sabemos cómo funciona esto.
Trent es un hombre de su tiempo y como tal creció viendo ganar al Madrid, como destaca Marca en su titular. Obvio. Cualquier persona joven de la Tierra creció viendo ganar a los blancos, porque el siglo XXI del Madrid no tiene parangón. Del mismo modo que todo individuo de edad similar creció viendo delinquir al club cliente de Negreira.
As también elige al fichaje vikingo como imagen de frontispicio. «El Madrid me hará mejor», por supuesto. Y tú harás mejor al Madrid. De eso se trata y eso esperamos que ocurra. Trent no escatimó en guiños: Xabi fue su ídolo, lucirá el 12 que popularizó Marcelo y siempre supo que solo cambiaría el Liverpool por venir al Madrid. El medio prisaico destaca que EFACCAA prefiere que le llamen Trent. Por ese motivo encabezan la información con un «Alexander-Arnold».
Cambiamos de asunto, pero no de diario, para adoptar un tono más severo.
Sentimos traer noticias tan luctuosas, pero el Mundial de Clubes tiene enemigos dentro de la prensa deportiva española, lo que sin duda os desincentivará profundamente a la hora de ver los partidos. ¿Por qué habría yo de ver un espectáculo que no cuenta con la aprobación de Julio Maldonado o Aritz Gabilondo?
Este último dejó ayer en As un artículo refractario a la exigencia de esa competición, o al menos escéptico respecto a su importancia o brillantez. Rescatamos del mismo este párrafo, que nos parece paradigmático.
Observad la magnitud de trampas que posee el extracto. Es (dice Gabilondo) “un Mundial al que le faltan estrellas de primerísimo nivel”. Nunca se ha pretendido que estén todas las grandes estrellas del fútbol (sí muchas de ellas, y lo están), en el entendido de que hay una serie de criterios de clasificación que no pueden tener que ver con méritos individuales sino colectivos. Resulta que los equipos donde militan Salah o Cristiano (por citar los dos primeros a los que alude el autor) no han cumplido con dichos criterios, definidos hace mucho tiempo, y que tienen que ver con las actuaciones de dichas escuadras en el periodo de cuatro años anteriores. Hay un límite de equipos por país, lo cual nos parece razonable, y Liverpool, por ejemplo, no lo hizo mejor que City y Chelsea en dicho periodo. Eso deja fuera a Salah. Grandes jugadores han quedado fuera de los Mundiales de selecciones por tener pasaportes de naciones débiles en el concierto futbolístico internacional.
El tercer jugador al que menciona Gabilondo, y cuya ausencia presuntamente resta brillo al torneo, es Lamine Yamal. Acabáramos, hombre. ¿Por qué no empezó por ahí?
El nuevo ídolo por decreto del balompié patrio (excelente jugador, pero todavía inédito en éxitos internacionales de su equipo) ha de ser, al parecer, la medida de la grandeza de los títulos en disputa, de suerte que allí donde Lamine no esté no se puede estar dirimiendo nada que importe. Da igual que el club cliente de Negreira haya hecho el ridículo en Europa dos años consecutivos, lo cual le hace quedar fuera del torneo. El icono patrio, en gran medida artificial, juega en ese equipo, y por tanto era preceptivo hacerle hueco, porque lo dicen Gabilondo y otros muchos.
El nuevo ídolo por decreto del balompié patrio ha de ser, al parecer, la medida de la grandeza de los títulos en disputa, de suerte que allí donde Lamine no esté no se puede estar dirimiendo nada que importe
Al llegar a Lamine, las trampas se tornan ya metalingüísticas. Se dice que Lamine “queda fuera de combate pese a estar luchando por el Balón de Oro”. Pero ¿qué es “luchar” por el Balón de Oro? ¿En qué consiste tal cosa?
Tenemos para nosotros que lo que Gabilondo llama “luchar” por el Balón de Oro consiste en que haya una serie de periodistas, entre ellos Gabilondo, empeñados en que lo ganes. En otras palabras, Lamine “lucha” por el Balón de Oro porque Gabilondo (entre otros) dicen que lucha, de manera tan empalagosa e insistente que al final parece que es una demanda que viene de otra parte, pero no: viene de ellos mismos, es una cosa endógena. Es como incluir lo definido en la definición, recurso barato al que ya en el colegio nos aconsejaban no acudir.
Por extensión, la trampa consiste en excluir de la ecuación aquello que no tendría por qué ser excluido. ¿Acaso los jugadores que disputen el Mundial de Clubes no están (ahora sí) “luchando” por hacerse acreedores a ese nombramiento mientras Lamine estrena gorras en la playa? Se diría que no.
Se diría que, implícitamente, se considera que ya se ha cumplido el plazo de los merecimientos para ese galardón. ¿Que por qué se ha cumplido ya? Muy sencillo: la temporada para merecer o desmerecer el Balón de Oro ha acabado porque lo ha hecho la temporada de Lamine Yamal, que estará “luchando” por ganar ese premio luciendo un nuevo peinado a bordo de un yate mientras Mbappé, Vinícius, Vitinha, Dembélé, Haaland, Mastantuono o Harry Kane están de vacaciones dando patadas a un balón en Estados Unidos.
Vamos con la prensa del club de los valors.
La portada de Mundo Deportivo recoge uno de los puntos clave de la curva del hype culé: del mito al mercadillo. Del Spotify al Wallapop. El ciclo Fati-Vinted podríamos denominarlo. Primero se crean expectativas artificiales bien sobre futbolistas jóvenes recién fichados bien sobre jugadores de La Masía. Recordad que para los culés un chico de Narboneta (Cuenca) de 21 años recién contratado hace 15 minutos para el filial es un canterano 100 % masío de toda la vida.
La primera plana del diario de Godó, grande de España, luce como una feria de segunda mano ambulante, una C-15 con Laporta al volante y megáfono en mano:
«¡Han llegado las rebajas a su barrio! ¡Compren, compren! ¡El canterazo final! Se afilan cuchillos, se hacen fundas a medida para sofás y sillones, y se venden juguetes rotos del FC Barcelona. ¡No dejen pasar la ocasión! ¡Outlet Barça! ¡Todo Todibo a 100! ¡Fati-Vinted! ¡Trincao-black friday! ¡Pablo Torre-Temu! ¡Stock fuera, de la Masía al eBay!».
Este ciclo de glorificación y desecho define a la perfección los valores culés. En la portada de Sport observamos una muestra más de los mismos.
«Ultimátum a Ter Stegen», reza el titular del diario que acoge a Iván San Antonio. Porque publicar una cabeza de caballo en portada era mucho, incluso para ellos. Si el bueno de Ter no se marcha ya sabe lo que le espera, no se andan con chiquitas. Que refuerce bien la seguridad de su hogar. Valors.
Ya que hemos mencionado al emético Iván San Antonio, os mostramos un titular que nos perturba:
Al tal Iván no le preocupa que el autoconocimiento reduzca el estrés, aporte relajación, ayude a conciliar el sueño. ¡Pero si Fermín está en la edad! Deja al muchacho que camele, Iván.
Terminamos con un sketch de Joaquín Reyes, quien hace una imitación chanante de Miguel Galán que no tiene desperdicio. Está logradísima. Mirad.
El tipo no se da cuenta de que en su discurso admite sin darse cuenta la corrupción deportiva del Barça. Lo contrarío de lo que pretendía. Sí lleva razón en una cosa, en la última frase: «Yo no soy ni del Madrid ni del Barça». Efectivamente, Miguel, tú eres del dinero.
Pasad un buen día.