Orgullo Rojo
·5 novembre 2025
"Me rompió la boca"

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·5 novembre 2025

A veces las bombas no explotan en el momento, pero tarde o temprano hacen ruido. Juan Marconi, ex vicepresidente de Independiente, habló en La Fábrica del Podcast y dejó una serie de declaraciones que pintan, con crudeza, lo que fue su breve paso por la dirigencia que terminó en apenas unos meses. Un cóctel de arrepentimiento, política, frustración... y una trompada.
Marconi empezó por el principio: la alianza electoral que llevó a la lista encabezada por Fabián Doman al poder. Una unión forzada, casi quirúrgica, para sacar a Hugo Moyano. "Yo no quería estar con casi nadie de la lista", confesó. Asegura que estuvo a punto de bajarse antes de competir, pero alguien le tiró la frase que lo frenó: si se bajaba, ganaba Moyano. "A la larga fue un error. No me arrepiento de haber entrado, sino de cómo entré".
La autocrítica fue directa, incluso hacia los hinchas. Marconi entendió que muchos votaron ese espacio político por él, pero sostiene que defraudaría más si se hubiera quedado. Y dejó un detalle que explica la famosa danza de nombres preelectoral: Grinbank, Redrado, Galperín, el Gato Gaudio. Según él, ninguno quiso meterse. "Lo único que rescato es que Doman puso la cara para presentarse ante Moyano, después fue un desastre", soltó.
Pero el capítulo más fuerte llegó después. El día en que, según su relato, el Puma Damiani le pegó una trompada en la boca. Sí, el Puma Damiani. Ni un rumor, ni un off: lo dijo él. Cuenta que fue tras una discusión por la posible llegada de Pablo Cavallero a la Secretaría Técnica. Le habían prometido que Damiani no tomaría decisiones, la pelea subió de tono, volaron insultos... y una piña. "Me rompió la boca. Yo estaba sentado. No reaccioné porque era el vicepresidente y si reaccionaba iban a decir que el vicepresidente le pegó a un socio". No reaccionó, pero, un año después renunció. Y ahora lo cuenta sin filtro.
Marconi además dejó una reflexión que duele porque retrata una realidad conocida en Avellaneda: la política interna como devoradora de proyectos. "El que está afuera le quiere cagar la vida al que está adentro. O transás o te vas", resumió. También contó que el día de la represión contra socios y socias de Independiente en el partido contra Boca él estaba destruido, mientras veía a dirigentes comiendo como si nada pasara. "Yo soy hincha, no político", dijo. Y probablemente ahí esté el nudo de todo: no estaba preparado, y lo sabe.
Lo más triste de su testimonio es que confirma algo que se repite hace años: Independiente no solo compite en una cancha, también lo hace en un tablero político feroz donde las mezquindades pesan tanto como la pelota. Y en ese mapa, incluso los que llegan con ganas, se queman rápido. Quedará el recuerdo de esa trompada jamás contada. Y la sensación de que, una vez más, el Rojo fue escenario de una interna que terminó ganándole al proyecto. Independiente necesita liderazgo, ideas claras y tiempo. Lo que tuvo, según Marconi, fue una guerra civil en miniatura. Una más en la larga lista que explica por qué el gigante todavía pelea para volver a ponerse de pie.
Y sí, algunas verdades tardan en salir. Pero cuando salen, duelen igual que una piña bien dada.
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