Un 10 Puro
·26 novembre 2025
Ni el póquer de Mbappé ni el show de Vinicius calman al Madrid

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·26 novembre 2025

En Atenas, donde el ruido siempre amplifica cualquier duda, el Madrid se agarró a sus dos jugadores más determinantes. Mbappé desató un vendaval con cuatro goles, Vinicius rompió líneas como en sus días más radiantes, y aun así el equipo de Xabi Alonso terminó pidiendo la hora. El triunfo alivia, pero no oculta nada: la paz sigue siendo un lujo inalcanzable para este Madrid intermitente.
Olympiacos entró al partido sin complejos. Presión alta, duelos constantes, ritmo asfixiante. Chiquinho adelantó a los griegos con un derechazo que pilló a Lunin sin reacción. El Madrid, sin Bellingham y con una defensa improvisada —Mendy reapareciendo como lateral y Carreras desplazado al eje— dio la sensación de caminar en arenas movedizas.
Solo Vinicius imponía algo distinto: conducción, amenaza, personalidad. En su encendido empezaba a dibujarse una salida posible.
El empate nació de una jugada que solo entienden los futbolistas destinados a cambiar partidos. Exterior de Vinicius al espacio, desmarque afilado de Mbappé y definición quirúrgica.
El 1-2 llegó instantes después: centro templado de Güler y cabezazo del francés. Y el tercero, otra transición mortal, lo culminó otra vez Mbappé tras un pase filtrado de Camavinga.
Tres goles en siete minutos. Una ráfaga que volteó el partido y dejó tocado a Olympiacos, que además perdió por lesión a Chiquinho.
El Madrid pudo sentenciar antes del descanso con un zapatazo de Tchouameni al larguero, mientras Vinicius convertía cada arrancada en un incendio.
Pero si algo ha demostrado este Madrid es que no sabe cerrar partidos. El 2-3 de Taremi, en un cabezazo tras centro de Hezze, retrató otra vez la desconexión de la zaga blanca. Cada balón cruzado era un problema, cada segunda jugada un territorio hostil.
En medio del caos, apareció el Madrid más primitivo y eficaz: espacio para correr y un delantero indetectable. Otra escapada fantástica de Vinicius acabó en un servicio al corazón del área que Mbappé transformó en póquer con una puntera de supervivencia.
Pero ni el cuarto gol apagó la sensación creciente de peligro: Olympiacos insistió, remató, apareció en zonas prohibidas y obligó al equipo de Xabi Alonso a retroceder definitivamente.
El Madrid ganó porque tiene dos futbolistas capaces de romper cualquier plan. Mbappé jugó su noche más dominante con el Madrid y Vinicius firmó un partido para guardar. Pero la victoria no despeja las dudas: las caídas de tensión, los problemas en los centros laterales, la defensa sin jerarquía y esa sensación de vivir siempre a un gol de la catástrofe.
A veces la inspiración lo tapa todo. Otras, como en Atenas, solo maquilla. El Madrid respira, pero sigue sin encontrar paz.









































