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La Galerna

·28 octobre 2024

Real Madrid: susto o muerte

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Ando estos días por Estados Unidos, lo que significa que los disgustos me llegan con seis horas de retraso. Es por eso que llego tarde a valorar la última pájara madridista, que no se piensen ustedes que eludo el tema por cobardía. Qué va. Es puro “jet lag”.

Aquí, en la Tierra de la Libertad y hogar del Tenedor Gigante de Springfield, Illinois, andan en plena víspera de Halloween, que se celebra el 31 de octubre cuando los niños se visten de espantos para ir de puerta en puerta pidiendo caramelos. A veces entre ellos se cuela Laporta con una careta de Javier Tebas y en vez de pedirte Sugus te vende una participación de Espai Barça. Hay que tener cuidado de a quien le abres la puerta en la noche de brujas.


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El disfraz de moda este año es el de Real Madrid perdiendo por 0 a 4 en el Clásico, que es la versión merengue del “susto o muerte” de la Noche de Difuntos: en la primera parte, el equipo mete un poco miedo y en la segunda es un apocalipsis zombi. Con Carletto convertido en Mr. Hyde, la defensa del Madrid en un coro de fantasmas translúcidos, Modric en la momia del museo, Mbappé en el Hombre Invisible y el equipo en general en un monstruo de Frankenstein hecho de piezas que no acaban de encajar del todo. En fin, que si tienen ganas de volver a ver el partido y lo hacen poniendo de fondo el “Monster Mash” de Bobby Pickett, verán cómo de pronto todo cobra sentido. No fue un Clásico, fue un Truco o Trato.

El disfraz de moda este año es el de Real Madrid perdiendo por 0 a 4 en el Clásico, que es la versión merengue del “susto o muerte” de la Noche de Difuntos: en la primera parte, el equipo mete un poco miedo y en la segunda es un apocalipsis zombi

En cualquier caso, les decía que los disgustos aquí me llegan con retraso, por lo que cuando golpean ya han perdido gran parte de su fuerza. Además, para qué les voy a engañar, a mí los berrinches cuando perdemos un Clásico me duran lo justo a causa de mi incapacidad para tomármelos demasiado en serio. Me ocurre un poco como les pasa aquí en EE. UU. cuando ven jugar a Leo Messi en el Inter de Miami, que nadie le presta más que una atención superficial. Saben que no es fútbol de verdad, es solo un decorado de Universal Studios con Bela Lugosi agitando su capa de vampiro.

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De modo similar, me pasa que no puedo quitarme de encima la sensación de que cualquier partido que juega el Barça contra el Madrid no es auténtico fútbol. Me acuerdo de los 17 años de culés pagando un soborno al vicepresidente de los árbitros y me cuesta concentrarme en otra cosa que no sea eso, extravagancias que tiene uno. Lo del Clásico en Liga es como si dos veces al año me obligaran a ir a cenar con el tipo que me robó el coche y le dio una paliza a mi perro; y además me prohibieran sacar durante la velada el tema de que ahora voy al trabajo en patinete y mi perro usa muletas para perseguir al cartero.

—Tú concéntrate en los platos. Fíjate qué cena tan rica.

—Ya, pero es que el otro comensal me robó el coche y apalizó a mi perro.

—¿Y eso qué importa? ¡Toda tu vida vas a estar recordándolo! ¡Fíjate qué menú tan bueno! ¡Mira qué entrantes con defensa adelantada, qué segundo plato tan bien entrenado, qué mollejas en salsa de Yamal tan deliciosas! ¡Este menú lo va a ganar todo este año!

—No, si ya… Pero es que, repito: me zumbó el coche, me cosió el perro a leches y ni siquiera me ha pedido disculpas. Que no me apetece cenar con él, vamos.

Lo del Clásico en Liga es como si dos veces al año me obligaran a ir a cenar con el tipo que me robó el coche y le dio una paliza a mi perro; y además me prohibieran sacar durante la velada el tema de que ahora voy al trabajo en patinete y mi perro usa muletas para perseguir al cartero

En resumen, que, si puedo evitarlo, prefiero lamer ceniceros antes que ver al Madrid jugar contra el Barça mientras la justicia ordinaria no se pronuncie. Por ese motivo, y porque me pillaba un océano en medio, les confieso que no vi el Clásico del pasado sábado, el de susto o muerte. Dicen que el Barça estuvo muy bien y que el Madrid estuvo muy mal. La ventaja que tiene no saber nada de fútbol, como es mi caso, es que esos pequeños matices no afectan a mi interés por dicho deporte. Yo, como apenas distingo un lateral izquierdo de una mesa de comedor, no tengo ni idea de por qué el Madrid pierde los partidos que pierde. Y como además me hice madridista para ser feliz, cuando nos soban los morros (sea el Barça o quien sea) me enfado, le grito un poco a la lámpara y en vez de macerar mi cabreo durante semanas en disquisiciones futbolísticas sobre a quién hay que echar y cuántas competiciones vamos a perder en la temporada, me limito a esperar a que el Madrid vuelva a ganar algo (cosa en la que no suele tardar mucho tiempo) y me siga haciendo feliz. Reconozco ser muy mío en ese aspecto, y cuando veo al Madrid lo hago para ponerme contento cuando gana, no para sentirme satisfecho conmigo mismo cuando pierde ya que siempre dije que la plantilla no nos daba, que Carletto es un viejo inútil y que la Dinojunta no sé qué y no sé cuántos.

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Aprovechando la cercanía de Halloween, el llamado “madridismo vinagre” ha salido en masa de su cripta y va de casa en casa, no pidiendo caramelos, sino ajustando cuentas. Churchill decía que cuando se pasa por el infierno lo mejor es seguir de largo. El “vinagre” es un tipo que cuando pasa por el infierno se alquila allí un apartamento, se saca una silla a la puerta y les dice a todas las almas condenadas con las que se encuentra que él ya avisó de que en el inferno hacía calor y que se estaba fatal. Finalmente el propio Satanás los acaba echando porque no los soporta, que bastante malo es el infierno como para encima aguantar a los vinagres.

El “vinagre” es un tipo que cuando pasa por el infierno se alquila allí un apartamento, se saca una silla a la puerta y les dice a todas las almas condenadas con las que se encuentra que él ya avisó de que en el inferno hacía calor y que se estaba fatal. Finalmente el propio Satanás los acaba echando porque no los soporta

Como no vi el partido del sábado, estos días he estado investigando en redes sobre las soluciones que determinado sector del madridismo con el cual se aliñan las ensaladas aporta para mejorar al equipo. He recopilado los sesudos análisis de gentes como @Ronaldo4Ever, @MocitoMadrileño72, @White_Fury_23457, @Mojón_Vkingo_21 y otros expertos de probada experiencia a la hora de gestionar clubes con un presupuesto equivalente al PIB de Andorra, y el resultado podría resumirse a grandes rasgos en estas dos ideas:

El Madrid sufre porque no tiene a Kroos. Vale. Yo de fútbol no sé, pero memoria a largo plazo todavía tengo, y juraría que la última vez que el Barça le encajó cuatro roscos al Madrid en un partido oficial (marzo de 2022), Kroos estaba en el equipo. También Ancelotti. Y Xavi Hernández en el banquillo blaugrana. Y el Madrid ganó la Liga y la Champions meses después.

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Carletto a la calle. Porque es un inútil. Muy bien. Aceptemos que el entrenador en activo más laureado de todas las competiciones europeas no sabe lo que hace y le damos el finiquito en noviembre. Porque así somos los madridistas: kamikazes en potencia. Ahora toca buscar un sustituto. Entre las sugerencias madridistas me he topado a mendo con dos nombres: Solari, único entrenador merengue que yo recuerde que haya perdido dos Clásicos en una sola semana y que, por razones que se me escapan, merece una segunda oportunidad al frente del primer equipo. Porque es guapo, supongo, no lo sé. El otro nombre que se menciona a menudo en Twittter/X es Kloop, quien, al parecer, “está libre”. Compruebo con asombro que Jürgen Klopp acaba de firmar por una cantidad absurda de millones como nuevo director deportivo de las franquicias futbolísticas de Red Bull, lo cual es una forma muy peculiar de “estar libre”. Yo, desde mi ignorancia, me atrevo a dar un consejo a los expertos futbolísticos de internet: si facturamos a Ancelotti de vuelta a Parma, es importante que después le ofrezcamos su puesto a alguien QUE NO TENGA OTRO TRABAJO. De ese modo todo será mucho más orgánico.

En resumidas cuentas: el juego del Madrid últimamente no me tranquiliza, lo reconozco, pero las soluciones propuestas por cierto sector del madridismo me aterran. Así que, entre el susto que supone dejar el equipo en manos de la actual directiva y ver cómo acaba todo y la muerte de hacer caso al vinagrismo militante, permítanme que escoja “susto”.

Y muy feliz Halloween para todos ustedes.

Getty Images.

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