PanamaGol.com
·1 août 2025
Richard Rios y Otamendi de enenigos a mejores amigos

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·1 août 2025
Todo quedó captado tras la consagración del Benfica como campeón de la Supercopa de Portugal el jueves 31 de julio de 2025. Mientras el vestuario celebraba el título entre cánticos y euforia, Richard Ríos desató la fiesta con un baile espontáneo que desató las carcajadas del plantel. Lo curioso fue quién lo grabó Otamendi, móvil en mano, lo compartió en sus redes con una frase inesperada pero reveladora “El panita tirando los prohibidos”.
Ese apodo, cargado de humor y cercanía, no solo dejó atrás viejas tensiones, sino que marcó públicamente la reconciliación entre ambos. En un entorno donde los egos y las rencillas suelen durar más de la cuenta, este gesto fue una bocanada de aire fresco que no pasó desapercibida.
La historia entre Otamendi y Ríos se había vuelto tensa tras un enfrentamiento directo en un Argentina vs. Colombia, cargado de intensidad y declaraciones cruzadas. Pero el fútbol, caprichoso como es, los reunió meses después en el mismo vestuario. Desde la llegada del colombiano al Benfica, Otamendi, como referente del equipo, fue clave en su integración. Lo que parecía improbable, se convirtió en cotidiano: entrenamientos compartidos, chistes en el camerino y ahora, una escena viral que simboliza la capacidad del fútbol para unir incluso a quienes parecían destinados al conflicto eterno.
El fichaje de Ríos por el Benfica fue uno de los más comentados del mercado portugués, y el jugador no ha tardado en mostrar por qué. Con talento, humildad y un carisma contagioso, el mediocampista colombiano se ha ganado el respeto del vestuario y el cariño de la afición lisboeta. Su baile tras la Supercopa no fue solo una expresión de alegría, sino también una muestra de confianza y pertenencia. En menos de un mes, el “panita” ya dejó huella dentro y fuera del campo.
La reconciliación entre Otamendi y Ríos no solo ha sido celebrada en Portugal, sino también en Colombia, Argentina y otros rincones del mundo futbolero, donde los aficionados no olvidan las batallas pasadas. La imagen de ambos riendo en el mismo vestuario, compartiendo una historia de Instagram, es prueba viva de que el fútbol no solo divide también reconcilia. A veces, todo lo que se necesita para cerrar una vieja herida es un buen baile, una cámara improvisada y un apodo tan entrañable como “el panita”.