Volvieron loco al que no tocaba | OneFootball

Repetir el arrope de masas al Sevilla Fútbol Club de las grandes tardes europeas con el insignificante Leganés fue una apuesta mecánica de alto riesgo. Eso al Manchester lo asusta, pero al Leganés lo envalentona. El Manchester United sabe que es grande y es consciente de que lo que ocurra puede hacerlo menos grande; pero el Leganés no es casi nadie, y así percibe que, a partir de esta tarde, puede llegar a ser alguien.

La construcción de un escenario de manicomio rojo y blanco para el Sevilla Fútbol Club, cuando se tiene delante la posibilidad de perder tanto y ganar tan poco, no puede ser similar a cuando se tiene en el horizonte ganar tanto y perder tan poco. Cuando el desequilibrio entre riesgo y beneficio es tan inverso, la motivación no puede ser idéntica: no es el mismo impulso el que te eleva a asaltar los cielos que el freno que evita la caída a los infiernos.

Creo que mis amados Biris se equivocaron esta vez. Entrenados en la grandeza, no tuvieron la agilidad necesaria para cambiar el registro. Han querido, con la mejor voluntad del mundo, enmendar los errores en las protestas de partidos anteriores que acabaron desconcertando al Sevilla Fútbol Club, con esta sobreactuación fallida. Aun así, se pudo haber ganado y también perdido. Pero este ambiente de histeria puso nervioso hasta al hombre tranquilo que es Nyland. Vaya dos cantadas clamorosas que casi nos cuestan el partido. Los mejores: Suso, que tiene poca gasolina pero mucha clase en comparación con la media de la plantilla. Del infame que viste de naranja no hablamos… nos quieren hundir sí o sí.

Cada vez está más claro que Caparrós vino para tapar el malestar con la directiva. Las estrepitosas protestas crearon un ambiente insoportable para el equipo. Pero la solución no era meter más nerviosismo. ¿Quién iba a venir en esta olla a punto de explotar? El gran sevillista que es don Joaquín Caparrós. Hemos ido en un proceso de mal en peor. Y de esta deriva hay un gran responsable: la mayoría accionarial del Sevilla Fútbol Club, que no para de equivocarse, presionada por el griterío de Benavente, la sedicente impaciencia de una parte del sevillismo y, por qué no decirlo, su propia incompetencia.

Ojalá termine este cúmulo de errores sin daños irreversibles. El clan Del Nido debe de tener ya una cripta digital en el museo del Sevilla Fútbol Club. Ahora no toca la épica de la remontada, sino la prudencia de la templanza. Caparrós debe tomarse un lexatín y serenar al equipo. Cada vez me acuerdo más de lo bien que nos vino el momento zen que transmitía Quique Sánchez Flores…