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·13 mai 2025
Y al final… el celoso de protagonismo era Rodrygo

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·13 mai 2025
Rodrygo en el partido contra el Arsenal en el Emirates (Photo by Richard Callis/Sports Press Photo/Getty Images).
Rodrygo Goes ha estallado. El brasileño se ha declarado en rebeldía y se niega a volver a jugar con el Real Madrid, después de dos partidos (contra el Celta y el clásico de liga contra el Barcelona) en los que no participó por razones en aquel entonces misteriosas. La gota que colmó el vaso fue, posiblemente, cuando Ancelotti le sustituyó en el descanso del clásico de la final de Copa, pero su visible enfado por su falta de protagonismo viene de lejos.
Rodrygo comenzó a sentirse desplazado desde la llegada de Mbappé, pero tomó la valiente decisión de quedarse y luchar por conservar su sitio en el equipo blanco. Sin embargo, sus celos ya afloraron después de la final de la Supercopa de Europa ante el Atalanta, cuando la prensa comenzó a hablar del nuevo tridente del Real Madrid como la BMV, excluyendo a Rodrygo. Después de aquel día, el ex del Santos, bastante alejado de esa actitud humilde y discreta que la opinión pública siempre le ha presupuesto, aprovechó la primera oportunidad que tuvo para alzar la voz fuera del campo, y tras anotar en el primer partido de liga ante el Mallorca publicó un mensaje en su canal de WhatsApp (que después borró) en el que, en referencia al tridente que formaban Vinicius, Mbappé y Bellingham, puntualizó que «van a tener que añadir la R, de Rodrygo».
Sin que aquello tampoco fuese un episodio especialmente grave, lo más importante es que las estadísticas de la primera vuelta no le dieron la razón, y sus palabras no se correspondieron con su rendimiento. Hasta la decimonovena jornada de liga y la sexta de Champions, entre ambas competiciones Rodrygo anotó tan solo 5 goles y dio 4 asistencias, cifras que quedaron bastante por debajo de las de Vinicius (13 y 6), Mbappé (12 y 3) y Bellingham (8 y 7).
Todos sea dicho, durante un tramo de la temporada sí que se ha visto una muy buena versión de Rodrygo, en el que fue justa la comparación con sus acompañantes del ataque. Desde el partido contra el Rayo Vallecano el 14 de diciembre hasta el 29 de enero en la última jornada de la fase liguera de la Champions contra el Brest, el carioca anotó 7 goles y dio 4 asistencias en 7 partidos.
Pero a partir de febrero perdió esa inspiración, y volvió al que podría considerarse su estado natural, algo que ya le venía sucediendo en las anteriores temporadas. Fue el caso en la temporada 23-24, en la que de sus 10 goles y 5 asistencias en liga, 6 goles y 3 asistencias se concentran entre las jornadas 13 y 17. También sucedió algo similar en la 22-23, en la que tuvo un buen arranque y un buen final de liga, pero entre medias atravesó una sequía de 5 meses (del 19 de octubre al 2 de abril), en la que tan solo dio una asistencia en liga, y en la 21-22, su primera con Ancelotti, en la que hasta la jornada 30 tan solo dio una asistencia, pero al llegar el mes de abril marcó 4 goles y dio 3 asistencias en esos últimos partidos de liga.
Pese a que en las primeras temporadas era algo comprensible por su juventud y por no ser fijo en el once de Ancelotti, en las últimas dos temporadas sí tenido ese rol de titular indiscutible, pero a sus 24 años aún no ha solucionado su problema con la falta de regularidad. Es por ello que, tras una temporada en la que se podría decir que han sobrado atacantes, es entendible que para el club Rodrygo sea el más prescindible.
Desde la marcha de Benzema en verano de 2023, el foco mediático (y social) ha insistido en señalar a Vinicius como sospechoso de priorizar su ego por encima del equipo, y a mostrarse celoso del protagonismo de sus compañeros. Sin embargo, estas dos temporadas han demostrado algo muy diferente.
La primera prueba fue la llegada de Bellingham, que además pudo brillar en solitario con un arranque de temporada espectacular durante una lesión de Vinicius en el comienzo. Se generaron altas expectativas por cómo asumiría el protagonismo de su compañero al regresar de su periodo de baja… pero respondió de forma ejemplar: aceptó su rol de acompañante de la nueva estrella, se volvió habitual verle acompañando al británico en las celebraciones de sus goles, y sobre todo, no se le vio tener ningún mal gesto ni mala palabra ante el protagonismo de su compañero. Aún así, en la segunda mitad de la temporada se lo acabó arrebatando por su rendimiento en el campo, cuajando una temporada que lo convirtió en favorito al balón de oro.
Vinicius fotografía la celebración de Bellingham contra el Nápoles. Foto: @RealMadrid (X).
La segunda prueba fue la llegada de Mbappé. El propio futbolista ya había manifestado su deseo de que el fichaje se produjera cada vez que tenía oportunidad, pero aún así volvió a surgir el rumor de que sentiría celos cuando el foco mediático se centrase en su nuevo compañero.
Y de nuevo se ha repetido el mismo resultado. Aún en una temporada desagradable por la falta de títulos, se ha convertido en habitual verles celebrar los goles juntos, hablar siempre de la importancia del equipo por encima de las individualidades, ser solidarios en la finalización de las jugadas, e incluso concederse penaltis el uno al otro.
Todo apunta a que el desenlace de la situación será la venta de Rodrygo Goes, casi a la vez que la renovación de Vinicius Júnior, después de que, según parece, ha desestimado la tentadora oferta de Arabia Saudí.
Visto lo visto, es la solución lógica. Vinicius no sólo ha sido mejor que Rodrygo en el campo en los últimos años, sino que además con su actitud se ha mostrado mucho más capaz de convivir con otros galácticos sin sentirse desplazado. Y cuando ha necesitado recuperar el protagonismo, lo ha hecho en el terreno de juego, sin reclamar nada fuera del campo, lo que contrasta mucho con, en primer lugar, la llamada de atención de Rodrygo en su canal de WhatsApp en el mes de agosto, y sobre todo, su pataleta tras ser sustituido en el descanso de la final de la Copa del Rey, que la ha llevado hasta el punto de ahora declararse en rebeldía.