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La Colina de Nervión
·13 Februari 2025
Canteranos
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·13 Februari 2025
Los incompetentes gestores del Sevilla Fútbol Club, entiéndase el presidente Del Nido Carrasco y el director deportivo Víctor Orta, han generado un incendio debido a su incapacidad para gestionar un club de fútbol, por mucho quieran responsabilizar de ello al entrenador García Pimienta. Las diferencias que han surgido entre ellos al término del mercado de invierno debido a la degeneración que ha sufrido la plantilla recuerda mucho al episodio protagonizado por Jesús Navas cuando temió durante la campaña pasada que no se produjera su renovación. La clave de ambos asuntos es que un gestor de una entidad, sea del tipo que sea, no solo tiene que solucionar los problemas que aparezcan, sino que, sobre todo, es responsable de evitar que surjan perturbaciones innecesarias.
El último incendio no evitado por el tándem Carrasco-Orta ha derivado de una opinión del entrenador que ni es grave ni es irreal, pues se limitó a constatar que la plantilla del Sevilla Fútbol Club se ha quedado corta para afrontar prácticamente toda la segunda vuelta. No habría llamado la atención esta afirmación de Pimienta si, al cierre del último periodo de fichajes, el director deportivo hubiera comparecido ante los medios de comunicación y hubiera dado explicaciones públicas sobre las directrices marcadas por el club para afrontar lo que resta de campeonato. Si Víctor Orta hubiera manifestado en público todo lo que se dijo el domingo con posterioridad a las declaraciones del técnico, habría cortocircuitado cualquier posibilidad de polémica y habría evitado la desestabilización que supone constatar que existen diferencias entre los gestores y el encargado de dirigir el vestuario.
Pero de semejantes incompetentes poco se puede esperar. Considerar, por ejemplo, que van a expresar una apuesta clara y contundente por la cantera es un ejercicio de ilusionismo, pues ello representa un nivel de valentía que no está a su alcance. Podría establecerse un paralelismo con la gestión realizada precisamente por el último rival que ha pasado, por cierto como un huracán, por Nervión.
Agobiado por las deudas y por la insolvencia financiera, el FC Barcelona se vio obligado hace un par de temporadas a recurrir a los canteranos como sus primeros recursos para componer su plantilla. De esa manera, en el once que se vio ante el Sevilla Fútbol Club en el Sánchez-Pizjuán transitaban como elementos de una perfecta maquinaria jugadores como Balde, Gavi, Lamine, Cubarsí, Fermín… a quienes hay que añadir otros como Casadó, Pau Víctor o Gerard Martí. Por tanto, cuando el club culé tuvo por necesidad que recurrir a sus jóvenes valores lo hizo con toda la responsabilidad y todas las consecuencias, mostrándole a esos adolescentes una confianza total y absoluta en sus capacidades.
No es este, sin embargo, el caso del Sevilla Fútbol Club, cuyos gestores miran hacia la carretera de Utrera temerosos y sin expresar a los cuatro vientos para que quede constancia pública que su apuesta es total y plena. Por lo tanto, cuando los Idumbo, Bueno, Hormigo, Ramón Martínez, Antonetti, etc, tengan que asumir la responsabilidad de defender al primer equipo en la máxima categoría lo harán sin la confianza que otorga saber que tienen el respaldo inequívoco del entrenador y de la propia entidad. Los canteranos que hace unos años empezaron a copar las alineaciones del FC Barcelona para sorpresa de todo el fútbol nacional lo hicieron con la moral y la mentalidad por las nubes porque sabían que les habían confiado a ellos la salvación de su entidad. Los jóvenes sevillistas, sin embargo, saltarán al campo entendiendo que están de prestado en un vestuario en el que difícilmente van a permanecer, ya que su incorporación a la élite es provisional y mientras duren las penurias.
Para dirigir un club de fútbol en dificultades tan graves como las del Sevilla Fútbol Club no sólo hay que ser competente y diligente sino también valiente, cualidad que en ningún caso abundan en la planta noble del Sánchez-Pizjuán. Una apuesta clara y decidida por el talento joven que entrena en la carretera de Utrera sería símbolo de esa valentía, pero hasta ahora no se conoce que el presidente o el director deportivo hayan realizado una proclama en ese sentido delante del sevillismo. Ni se conoce ni se conocerá, pues su incompetencia está ya muy cercana a la inutilidad.