La Galerna
·1 Desember 2024
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Se atribuye al novelista F. Scott Fitzgerald la célebre y liberadora sentencia “estoy cansado de no saber nada y de que me lo recuerden todo el tiempo”. He tratado de contactar con él por todas las vías pero ha sido imposible, es probable que el hecho de llevar muerto desde 1940 tenga algo que ver, de modo que no he podido confirmar si sus palabras se referían al Real Madrid, que es mi tesis principal.
A pesar de que asistí al partido contra el Liverpool bajo una sucesión de ataques de ira, especialmente cada vez que el balón caía por nuestra banda izquierda, no voy a sumarme al carro de los que ya están entregando la temporada completa al enemigo, ni siquiera a los que piden la cabeza de Carletto, por más que es obvio que necesita que alguien le arroje un cubo de agua fría y despierte del enconamiento circular.
Tenía la sensación de que el Liverpool nos iba a pasar por encima con comodidad, pero la alineación de titulares presentada por el Madrid me hizo ganar una cierta esperanza. No debía estar muy equivocado porque buena parte del partido fue un intercambio de golpes en perfecta igualdad de condiciones, hasta que se rompió la baraja y nos fuimos al infierno, cuando yo ya confiaba en una victoria. Por eso me asaltó F. Scott Fitzgerald. Porque, con el Madrid, estoy harto de saber que no sé nada y de que cada partido venga a recordármelo.
Clamaba Juanma Rodríguez en donde Josep Pedrerol que el Real Madrid “no puede jugar con diez” contra uno de los favoritos a ganar la Champions, en alusión a la extraña enajenación futbolera de Mbappé. Y, aunque moleste admitirlo, porque es un problema de difícil solución, tiene razón.
no comparto esa sensación del madridismo oficialista de que al chico no se le puede sentar en el banquillo porque se hundiría. En primer lugar, ya está hundido
Si estudiamos individualmente a los once que salieron de inicio, nos sorprenderemos ofreciendo calificaciones buenas o incluso muy buenas a muchos jugadores, como es el caso de Camavinga, Brahim, Guler, o Asencio, mientras que concentraremos toda la negatividad en el puntaje en el dorsal del francés. Nadie piense que se trata de fallar un penalti, sino de todo lo demás. A propósito, ¿de quién demonios es la idea de que lance el penalti el único jugador que tenemos en este momento con evidentes problemas de concentración mental y confianza en sí mismo, que son exactamente las dos cosas que se necesitan para meterlo?
Yo no sé, vuelvo a F. Scott Fitzgerald, si hay que sentarlo en el banquillo. No sé si hay que cambiarlo de posición. No sé si hay que comérselo así durante toda la temporada. No tengo ni idea de cómo se soluciona el problema, y Carletto en el pasado ha logrado despertar a otros jugadores dormidos, como al propio Vini Jr. Pero tampoco comparto esa sensación del madridismo oficialista de que al chico no se le puede sentar en el banquillo porque se hundiría.
En primer lugar, ya está hundido. En segundo lugar, que alguien le diga a Brahim o a Guler que da igual que entrenen bien o mal porque estén como estén acabarán ellos en el banquillo –y sin derecho a hundirse- y Mbappé en el campo, secuestrándole puntos al mismísimo Real Madrid. Y, en tercer lugar, si tenemos psicólogos para que los futbolistas salten al campo concentrados, para que superen derrotas y pierdan miedos y demás zarandajas, imagino que también los tendremos para que una estrella asimile en positivo que en el preciso instante en el que esté para jugar, jugará, pero que mientras tanto el Real Madrid necesita jugar con once y dejar de perder puntos en esta extrañísima Champions con que nos ha obsequiado este año la UEFA.
A veces, cuando un problema futbolístico parece no tener solución, hay que aplicar la ley de la experiencia y ver qué ocurre: lo que no puedes arreglar, el banquillo lo solucionará por ti.
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