El Cádiz tiene un bicho en la medular | OneFootball

En una categoría tan exigente como LaLiga Hypermotion, en la que cada balón se pelea como si fuera el último, contar con un futbolista que domina el terreno de juego es un lujo. El Cádiz CF tiene ese privilegio en Moussa Diakité.

Un mediocentro que parece multiplicarse por el césped. Su presencia ante el Málaga CF fue un recital de poderío físico, lectura táctica y fiabilidad técnica. Todo ello, le coloca como uno de los hombres más influyentes del equipo de Gaizka Garitano.

Números que hablan de su impacto

El encuentro frente al Málaga CF sirve como ejemplo perfecto de su influencia. Diakité completó un 87% de acierto en el pase, mostrando una precisión vital para que el Cádiz mantuviera el control y la circulación de balón. Además, ganó 9 de los 13 duelos que disputó.

Todo ello demuestra que su fortaleza no es solo posicional. También lo es en el choque directo. A su despliegue físico añadió 4 despejes y 6 entradas exitosas. Unos datos que confirman su papel como ancla del equipo y muro para frenar los ataques rivales.

La brújula de Garitano en el Cádiz CF

El técnico vasco ha encontrado en Diakité el equilibrio que todo entrenador busca en la medular. Su capacidad para abarcar metros, robar y dar continuidad a la jugada permite que los jugadores de mayor creatividad tengan más libertad para dañar al rival.

En un Cádiz que busca estabilidad en su segunda temporada seguida en Segunda, el maliense se ha convertido en una pieza clave para sostener el proyecto. Y también para dotarlo de identidad competitiva.

Un jugador que marca diferencias

El impacto de Diakité va más allá de las estadísticas. Es el tipo de futbolista que contagia energía. Que arrastra a sus compañeros en la presión y que da seguridad a la afición. Si mantiene este nivel, el Cádiz tendrá en él a uno de los mediocentros más determinantes de toda LaLiga Hypermotion.

Moussa Diakité no solo juega, domina. Cada partido suyo es una declaración de intenciones. El Cádiz quiere ser protagonista y su “pulpo” en el centro del campo es la garantía de que, pase lo que pase, nadie se sentirá cómodo en el Nuevo Mirandilla.