El exárbitro Megia Dávila increpó a Quintero González tras la victoria del Celta en el Bernabéu | OneFootball

El Santiago Bernabéu vivió una de esas noches que dejan huella. No solo por la inesperada derrota del Real Madrid ante un Celta  impecable en su plan (0-2), sino por el terremoto emocional y disciplinario que estalló tras el pitido final. Entre protestas, expulsiones y un clima de tensión creciente, una figura acaparó el foco: Carlos Megía Dávila, delegado del conjunto blanco y antiguo árbitro de Primera División.

Un cierre de partido incendiado

El encuentro, ya espeso y trabado durante gran parte del tiempo, se rompió por completo en los minutos finales. El Celta de Claudio Giráldez impuso un ritmo lento, plagado de interrupciones, que desesperó al equipo de Carlo Ancelotti. Borja Iglesias lo resumió de forma cruda:“Ellos se han desesperado más de la cuenta”. Y así fue.

La expulsión correcta de Fran García acentuó un ambiente que ya venía caldeado. Con el Madrid volcado, nervioso y en inferioridad, los cinco minutos de añadido parecían la última oportunidad de rescatar un punto. En cambio, se convirtieron en el epicentro del caos.

Una falta señalada sobre Tchouaméni desencadenó el colapso. El francés quiso sacar rápido, pero Quintero González ordenó repetir el lanzamiento porque se realizó desde un punto adelantado. A partir de ahí, el partido se descontroló: protestas masivas, carreras hacia el colegiado y un alud de tarjetas. Álvaro Carreras cayó primero, expulsado en segundos por doblar su protesta. Vinicius, irritado, llegó a bromear con socarronería: “Saca más rojas”.

En la banda, la situación no era mejor. Asencio, Mastantuono, Endrick, Brahim y hasta Xabi Alonso rodearon al cuarto árbitro exigiendo explicaciones. Endrick terminó viendo la roja directa. Bellingham intentó intervenir, pero fue el propio Vinicius —para sorpresa general— quien lo apartó para evitar otra expulsión.

El momento más controvertido: Megía Dávila entra en escena

Cuando parecía que el desastre estaba ya consumado, llegó la imagen más polémica de la noche. Con el partido terminado y los ánimos aún agitados, Carlos Megía Dávila avanzó hacia Quintero González con gestos airados, colocándose cara a cara con él para recriminarle sus decisiones.

No era un empleado cualquiera. Su condición de exárbitro y su papel institucional dentro del Real Madrid le situaban, precisamente, como la figura encargada de frenar el incendio emocional. Pero su actitud hizo justo lo contrario. Las cámaras captaron el momento y las redes sociales no tardaron en alimentar el debate, amplificado además por el hecho de que su esposa, Yolanda Parga, forma parte del Comité Técnico de Árbitros dentro de la RFEF.Un debate abierto: ¿qué papel deben tener los delegados?

La intervención de Megía Dávila ha puesto sobre la mesa una reflexión más profunda sobre el rol de los delegados en situaciones límite. Su irrupción avivó las críticas y abrió interrogantes: ¿debe un delegado actuar como mediador o puede convertirse en un agente más de presión? ¿Cómo debe comportarse un excolegiado que, en teoría, conoce al detalle los protocolos y los límites?