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La Colina de Nervión

·14 Januari 2025

En el alambre

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Meses después de su llegada, muy poca es la evolución que se le ha podido ver por ahora al Sevilla Fútbol Club de Francisco Javier García Pimienta, por mucho que algunos quieran valorar el hecho de que haya mejorado sustancialmente la situación clasificatoria de las dos temporadas anteriores. Todo lo que no sea considerar como una anomalía lo que aconteció en las campañas 22/23 y 23/24 es pervertir la historia reciente. El legado un equipo que ha protagonizado durante el siglo XXI la mayor transformación futbolística que se recuerda y, por tanto, supondría un retorno a la mediocridad del siglo XX, en la que clasificarse para un torneo europeo era toda una hazaña.

Así pues, ningún mérito para Francisco Javier García Pimienta hasta el momento. Que el Sevilla Fútbol Club termine la primera vuelta del campeonato con 23 puntos supone tener menos de la mitad de los disputados hasta ahora. Situado en el puesto número 13 y eliminado de la Copa del Rey en los dieciseisavos de final, jamás puede ser elogiado en el contexto del presente siglo, por mucho que las circunstancias del pasado reciente hubieran sido mucho peores. Así lo corroboran no solo los datos sino también el desempeño del equipo en el terreno de juego, ya que hasta ahora han sido contadas las ocasiones en las que se ha visto plasmado un modelo futbolístico claro con características reconocibles.


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Tan solo en los pocos partidos en los que coincidieron buenas versiones de Lukebakio y Ejuke se vio a un Sevilla Fútbol Club con un patrón de juego establecido, a pesar de las carencias de fabricación de fútbol que siempre ha tenido durante esta temporada. Sin embargo, la inoportuna lesión del nigeriano derivó en otro problema que Francisco Javier García Pimienta ha sido incapaz de solucionar. A ello hay que unir la endeblez defensiva que lleva a encajar goleadas incluso ante un equipo de segunda, la ausencia de ideas en la sala de máquinas del centro del campo, la falta de contención en esa misma zona, la ausencia de gol de los delanteros o el coladero del costado izquierdo, por el que llegan la mayoría de los goles que recibe el equipo. Ninguna de estas carencias ha sido resuelta por el entrenador en los casi seis meses que se llevan de competición.

Y pese a todo, el Sevilla Fútbol Club se encuentra clasificatoriamente en una posición equidistante entre el descenso y los puestos europeos, es decir, transitando por el alambre. Lo mismo puede caer hacia lugares peligrosos en caso de que llegue un mal viento, como puede aspirar a cotas nobles si el técnico da con la tecla que compacte al grupo, para lo cual será muy necesario que la transformación que sufra la plantilla en el mercado de enero sea efectiva.

Por cierto, muy mal tiene que hacer las cosas Víctor Orta como para que los futbolistas que reemplacen a los Montiel, Barco o Iheanacho no mejoren sus rendimientos. Bien es cierto que la confianza en el director deportivo tampoco es extraordinaria, pero haciendo un juicio neutral sobre el trabajo realizado hasta ahora habría que calibrar a sus fichajes más por el fruto que el entrenador ha sacado de ellos que por las condiciones futbolísticas objetivas de los mismos. Es decir, ¿es tan malo Iheanacho, por ejemplo, como parece o es que el entrenador no ha sabido sacar partido de sus características?

En cualquier caso, lo que sí parece evidente es que la plantilla del Sevilla Fútbol Club podría dar para mucho más, sin que en ningún caso se pueda pensar que un puesto europeo está a su alcance. Y así lo demuestra el último partido ante el Valencia CF, un equipo que huele a descenso al cual los nervionenses podrían haber derrotado con tranquilidad a poco que hubieran tenido algo más de eficacia.

Solo hay que recordar los dos paradones que hace su portero a disparos de Isaac y Lukebakio, el gol anulado por un milimétrico fuera de juego a Saúl, el balón peinado por él mismo que sale rozando el poste tras un córner, el palo de Vargas y la concatenación de errores defensivos sevillistas que derivaron el gol valencianista. Que ninguno de los dos equipos jugó al fútbol es evidente; pero que el Sevilla Fútbol Club hizo más méritos para la victoria, también, porque a fin de cuentas tiene individuos que en un momento determinado atesoran calidad como para hacer una jugada aislada que sea desequilibrante, algo que no tiene ni el Valencia ni otros nueve equipos de esta mediocre Primera división española.

Con este panorama, pues, el equipo de Francisco Javier García Pimienta iniciará una segunda vuelta de competición que debe sacarnos de la duda sobre si caerá al abismo o si será capaz de optar a puestos meritorios. Viendo la personalidad y capacidad del entrenador tampoco es descartable que siga transitando anodinamente por el alambre.

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