Miami me lo confirmó: el fútbol es de los aficionados y de los jugadores | OneFootball

Lo cantaba Gente de Zona junto a Marc Antony, el ex de Jennifer Lopez. “Se formó la gozadera, Miami me lo confirmó”, decía la canción. Y pese a los denodados intentos de varios actores de eso que llaman “la industria del fútbol”, efectivamente, se formó la gozadera.

Quería Javier Tebas, el presidente de LaLiga, que el Villarreal-Barcelona programado para diciembre se jugase en Miami y no en la ciudad castellonense. De La Cerámica al Salseo del Hard Rock Stadium. Todo, para, presuntamente, expandir la imagen del fútbol español por La Florida norteamericana, con tanto hispanoamericano amante del balompié en la zona.

Los clubes, a los que los ojos les hicieron chiribitas con la forma del símbolo del dólar, se subieron al carro de inmediato. La Federación, que de repente descubrió una bolsa de plástico en la que quizás podía meter mano y sacar unos billetitos, también.

Pero olvídaron, como olvidan siempre esos señores encorbatados que se dedican a pensar sobre un deporte maravilloso para ver como fastidiarlo, que los dos actores principales de todo esto están en el terreno de juego y en la grada, y no en los despachos. Jugadores (incluyo a entrenadores, preparadores, recuperadores, médicos y utilleros) y por supuesto, los aficionados.

Fueron los aficionados los que pararon en seco, en cuestión de horas, el proyecto de la Superliga tal y como fue concebida en sus inicios. Han sido los aficionados y los jugadores, a través de la AFE, los que detuvieron el desmán del partido americano. Queda la Supercopa en Arabia, y todo se andará.

El partido en Miami, ya lo saben, no se va a celebrar. El Villarreal se ha dado cuenta de que no era actor, sino el tonto útil, primero, y ahora el tonto a secas. El Barsa se queda sin una palanquita para llegar a fin de mes y Tebas queda expuesto, otra vez, como un tirano que se cree que el fútbol es suyo y no de la gente. Si ya lo decía al principio: se formó la gozadera