Diario La Escuadra
·13 Mei 2025
Sevilla 1-0 Las Palmas: García Pascual salva los muebles

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·13 Mei 2025
Ambiente caldeado en el Sánchez Pizjuán con el calor de las chispas que prendieron desde el principio. El aliento del público encendía a los locales, pero el colegiado lo enfriaba pronto con una tarjeta a Agoumé. El balón quemaba en los pies de ambos equipos con más coraje que orden. Una valentía que llevó a Januzaj a aventurarse solo, pero sin fuerza en su derecha. El Sevilla aguardaba con el clásico 4-4-2, en defensa, de Caparrós a que Las Palmas se precipitara.
A los canarios les costaba salir y dependían de Campaña o Moleiro para progresar. El que sí percutió fue Carmona, que no supo definir, recordando que es lateral. Eso espoleó a los locales y Lokonga la tuvo dos veces. Primero gracias a un Agoumé muy juguetón y luego con Juanlu emulando a un Navas que se mordía las uñas en su asiento.
Aún así, todo controlado por unos hispalenses que exigían a Horkas, mientras Diego Martínez lo veía de cuclillas. El único contratiempo para el Sevilla en 45 minutos fue la lesión de Kike Salas. Ramón Martínez entraba antes de la conclusión de una primera mitad donde el marcador merecía no moverse. La grada lo sabía y se lo hizo ver a la directiva.
Lukebakio captó el mensaje y en la reanudación se fue a la derecha para desequilibrar donde le gusta. De una falta al propio belga nacería el 1-0 de García Pascual. Suso la colgaba, Agoumé prolongaba y el del filial desataba la euforia de cabeza. Un éxtasis que casi provoca el segundo de inmediato.
Lo malo fue que Lokonga también se marchó mermado y Gudelj ingresaba ovacionado. El balón parado era el arma favorita sevillista y cada falta se celebraba en Nervión. El técnico de Las Palmas buscaba la solución en un triple cambio y Caparrós respondía con otros dos refuerzos. Flaco favor para un Saúl muy pitado al pisar el césped y que casi topa con el empate de McBurnie. Nyland se comió un centro y Martínez Munuera lo salvó pitando una falta que protestaron los pío-pío con razón.
Un aviso que provocó un paso atrás del Sevilla que defendía hundido dentro del área. Mientras tanto, los isleños abusaban de centros ya con Jaime Mata en busca de la épica. El nerviosismo invadía a los andaluces y crispaba a unos visitantes con el descenso en la yugular. Antonetti pudo sentenciar en un mano a mano que erró solo e incomprensiblemente. La tensión provocó una tangana en un añadido que se hizo largo para unos y corto para otros, hasta que Sandro la mandó a las nubes y no hubo tiempo para más.