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·28 Desember 2024
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Dicen que el Atlético de Madrid es como montarse en una montaña rusa y vivir el boom de emociones que se despierta en el interior de las personas. Una forma de subir y bajar de las nubes que vuelve loco hasta al más cuerdo y que es imposible de comprender para el que no tiene la suerte de ser del Atleti. Una locura que te atrapa y que te envuelve y, si sucede eso, jamás podrás alejarte del sentimiento que te produce.
De ahí la pasión de la familia rojiblanca por un club que va más allá del fútbol. Un amor por las rayas canallas de los colchones, como decía el gran Sabina en el himno del centenario. Un «me das y me quitas la vida Atleti» que se experimenta en cada partido. Por eso, en Offsider hemos querido repasar esas idas y venidas de un 2024 que llega a su fin de la mejor manera, con los de Simeone en lo más alto de LaLiga.
El 2024 empezó fuerte para el Atlético de Madrid. Tras una primera parte de la temporada llena de altibajos, los de Simeone vivieron una de las grandes noches del curso el 18 de enero. Tan solo unos días después de la Supercopa de España, el Atleti recibía al Real Madrid en el Metropolitano para la disputa de los octavos de final de la Copa del Rey.
Y lo que pasó aquella noche es difícil de explicar. Todo comenzó con un infierno de bengalas que iluminaron la llegada del equipo al estadio y que fue un preámbulo de lo que estaba por venir. Un partido que se fue a la prórroga tras un 2-2 y que cayó del lado rojiblanco tras una jugada estelar de Griezmann para el 3-2 y la sentencia de Riquelme para el 4-2 final.
La ilusión que había generado la Copa del Rey en la familia colchonera se vio desvanecida a orillas de la final. El azar quiso que hubiese un duelo rojiblanco en semifinales, enfrentándose Atleti y Athletic Club, con ida en el Metropolitano y vuelta en San Mamés. La versión como visitante de los del Cholo era la gran preocupación, por lo que había que sacar ventaja en la ida.
Sin embargo, los de Ernesto Valverde se marcharon con la victoria de su visita a Madrid, poniendo las cosas todavía más complicadas. Y en San Mamés se certificó la hecatombe del equipo. Sin raza, coraje, ni corazón, un 3-0 de los leones puso fin al camino del Atleti en la Copa del Rey. Un duro revés que no sería el último del curso.
Las cosas no marchaban bien en la capital. Entre medias de la eliminación copera, el rumbo europeo se había torcido con una derrota por la mínima ante el Inter en la ida de octavos de final. Sí, el Atleti había tenido la gran suerte de ser primero en la fase de grupos y tener que enfrentarse al subcampeón de la Champions en octavos. Cosas que solo le pasan al equipo madrileño.
El caso es que, tocados pero no hundidos, llegó el momento de vivir la vuelta de octavos con el Metropolitano como aliado. Soñar es gratis y aquella noche se soñó hasta que Dimarco puso la renta italiana en dos goles. Un mazazo de realidad que se transformó en locura con el primer gol de Griezmann y el tanto sobre la hora de Depay que llevaba la eliminatoria a la prórroga.
En el tiempo extra nadie acertó y el vencedor se iba a decidir en los penaltis. Ya saben la leyenda que une al Atleti y los penaltis… pero esa noche no estaba escrita para ser un nuevo episodio de pesadilla. Oblak se hizo gigante y paró dos lanzamientos que, unidos al fallo de Lautaro, desataron la euforia en las gradas.
El camino europeo del Atlético de Madrid fue un calco de lo que había sucedido en Copa del Rey. La noche mágica ante el Inter desbordó la ilusión. Ese clavo ardiendo al que agarrarse como última opción para tocar metal. Pero si el Athletic había sido el villano copero, el Borussia Dortmund fue el justiciero en la Champions League.
La ida fue muy bien, con un 2-1 favorable en el Metropolitano que pudo ser todavía mayor. Pero el gran problema del Atleti el curso pasado fueron los partidos a domicilio y el Signal Iduna Park lo evidenció. Morata tuvo en sus botas poner el global en 3-1, pero falló. Fue el principio del fin en un partido que terminó 4-2 para los alemanes y que puso fin a los sueños rojiblancos en la 23/24.
Sin metales, pero con orgullo. El gran éxito del Atlético de Madrid la temporada pasada llegó gracias al esfuerzo de su gente. La presión insistente al club para volver a llevar el escudo del Atleti en el pecho tuvo su efecto. Una victoria que se consiguió en el verano de 2023, pero que se hizo realidad el 1 de julio de 2024.
El triunfo de los 68.894 socios que votaron a favor de la vuelta del escudo fue un antes y un después. Una referencia para otros clubes y aficiones en situaciones parecidas, como es el caso del Real Valladolid. Costó, pero el club escuchó a su gente y la afición rojiblanca volvió a demostrar que el Atleti es más que once tipos detrás de un balón. Ya saben, a veces el corazón tiene razones que el marketing no entiende.
Tras un verano ilusionante, quizá el que más en muchos años gracias a los fichajes, la temporada había arrancado con buen pie. Cinco victorias en nueve partidos y ninguna derrota que generaban confianza en un equipo que se estaba desarrollando. Sin embargo, el primer partido de octubre fue un vuelco total a una situación que se torció en un mes para olvidar.
La segunda jornada de la nueva Champions llevó a los de Simeone a Lisboa, una tierra maldita para los colchoneros. Y allí, una vez más, no salieron las cosas como deberían. Es cierto que los recientes incidentes en un derbi madrileño para la historia no ayudaron, aunque no justifica lo que sucedió en la noche lisboeta.
Un drama de encuentro que terminó en un 4-0 para el Benfica. Un Atleti irreconocible fue incapaz de soportar la propuesta de juego de los portugueses. Y aquello dejó muy tocado a un equipo que cosechó dos victorias, un empate y tres derrotas en sus compromisos de octubre. Una bajada a los infiernos que parecía haber costado la temporada hasta que…
Si Lisboa y el mes de octubre fue como tocar las profundidades del subsuelo, París y noviembre hizo resurgir a un gigante dormido. Las derrotas ante Benfica y Lille en Champions ponían las aspiraciones madrileñas en Europa sobre la cuerda floja. Y, con ese panorama, el Atlético visitaba el Parque de los Príncipes para enfrentarse al PSG.
Nadie apostaba por Simeone y sus muchachos, pero se equivocaban. El Atleti se crece ante la adversidad y es grande donde otros son pequeños. Zaïre-Emery adelantó a los parisinos, Nahuel Molina puso las tablas minutos después y el resto estaba escrito. Con los colchoneros defendiendo en su área y achicando balones, tenía que aparecer el ángel.
En el último minuto de partido Oblak lanzó la contra con un saque de brazo que superó el mediocampo. Griezmann, que no había estado certero hasta entonces, puso la calma y se la mandó a Correa. Y Angelito, el héroe y salvador en tantas ocasiones, hizo lo que mejor sabe. Gambetear, definir y desatar el éxtasis. Un gol que valió más de tres puntos, pues desencadenó todo lo que ha llegado después.
Desde la resurrección de París, el cuadro rojiblanco es otro. Lo que antes eran dudas, ahora son certezas. Un martillo pilón que llegó al último puerto de 2024 en racha, concretamente una de once partidos consecutivos ganados. Y el destino, ese que tan caprichoso ha sido siempre, le tenía reservada una despedida especial a los de Simeone.
Vivos en Copa y en Champions, el Atleti se reenganchó a una liga que parecía lejana. Hasta tal punto que su última puesta en escena del año iba a contar con el aliciente de poder marcharse a las vacaciones navideñas siendo líderes de LaLiga. Pero para ello debía hacer algo que llevaba sin conseguir desde el 2006: ganar al FC Barcelona a domicilio. La cima del Everest que tantas veces se le ha resistido a Simeone. Pero cuando estás de dulce, sale todo.
Como de costumbre, tampoco empezó el reto de la mejor manera. Pedri puso por delante al Barça y todo parecía indicar que iba a ser la misma historia de siempre. Pero no. Rodrigo De Paul puso el empate a la hora de juego y Sorloth se convirtió en el ángel del Atleti para dar un mazazo al campeonato en el último minuto de partido.
La heroica de Montjuic es una inmejorable forma de poner fin a un 2024 de idas y venidas. Un año que termina sembrando unas expectativas muy altas para un 2025 que aguarda ya su llegada. La primera estación que enfrentará el Atleti en este nuevo año será ante el Marbella en Copa del Rey. Como consejo, pongan a tono su corazón porque el rojiblanco es sinónimo de sufrimiento y nadie sabe lo que viene en el futuro. ¡Ojalá que 2025 esté cargado de éxitos!