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La Galerna

·9 ottobre 2024

3-2: Un Madrid frágil sucumbe en Londres

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El Chelsea FC derrotó (3-2) al Real Madrid femenino en el primer partido de la fase de grupos de la UEFA Women’s Champions League. Aunque los goles de Sjoeke Nüsken, Guro Reiten y Mayra Ramírez penalizaron la fragilidad blanca en el juego aéreo, Alba Redondo y Linda Caicedo recortaron distancias hasta rozar el empate en Londres.

Bajo un aguacero que hacía retumbar la cubierta de los graderíos de Stamford Bridge y ante una de las tres mejores plantillas de Europa, el Real Madrid femenino decidió comenzar su partido más difícil de la fase de grupos de la Women’s Champions League encajando un gol antes de llegar a los ciento ochenta segundos de juego. Ese inicio catastrófico no hacía presagiar nada bueno, pero al contrario de lo visto en años anteriores, el Madrid plantó cara a uno de los monstruos de la competición hasta acabar haciéndole pedir la hora noventa minutos después.


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Tras un partido de liga de mero trámite recibiendo al Valencia y en el que los tres puntos a duras penas compensaron la lesión de Sandie Toletti, Alberto Toril optó por introducir de inicio a todas sus centrocampistas sanas. Con Caroline Weir y Alba Redondo como referencias en ataque, el equipo madridista salió decidido a disputarle el mando del duelo al Chelsea y a la media hora de juego ya lo había conseguido, pues el balón fluía entre Teresa Abelleira, Melanie Leupolz y Filippa Angeldahl.

Aunque los goles de Sjoeke Nüsken, Guro Reiten y Mayra Ramírez penalizaron la fragilidad blanca en el juego aéreo, Alba Redondo y Linda Caicedo recortaron distancias hasta rozar el empate en Londres

Por desgracia para las blancas, por entonces el marcador anunciaba –casi inexplicablemente– un dos a cero. El 1-0 llegó a raíz de un centro largo servido desde la derecha por Johanna Rytting Kaneryd. En el segundo palo saltó con contundencia Sjoeke Nüsken, lo suficiente para conectar el cuero, y Sheila García tuvo el infortunio de redirigir el cabezazo a la red. Veinticinco minutos después, otro balón parado por arriba que la zaga fue incapaz de despejar obligó a María Méndez a arriesgar en un intento de despeje en el que trabó a la atacante ‘blue’ que se le interpuso. Música para los oídos de la caserísima colegiada croata, que pitó el penalti claro tras un instante de suspense.

Guro Reiten dobló el botín del Chelsea desde los once metros y, quizás a causa de encontrarse un escenario tan favorable, las locales optaron por seguir plantadas sin más sobre el césped sin que la práctica con balón del deporte allí llamado football pareciese ir con ellas. Lo del equipo londinense es un caso digno de estudio, puesto que cada verano refuerzan su ya amplísima y sólida plantilla para seguir jugando tan mal como siempre. El signo del partido enfadó lo suficiente a las futbolistas del Real Madrid como para olvidar la desventaja y buscar la justicia a base de insistencia. Sólo así llegaría el gol. Ya cerca del descanso, Olga Carmona ganó bien la línea de fondo, centró y esta vez fue la defensa del Chelsea la que se enredó sin mandar el balón al Támesis. Alba Redondo estuvo rápida cuando el regalo fue a parar en sus botas, cargó la pierna y superó por abajo a Zecira Musovic.

Si bien el tanto de diferencia venía a explicar una parte de la realidad vista sobre el césped, en el fútbol son múltiples las variables que se superponen y el Real sigue sin dominarlas todas; una de ellas es la contundencia física y su derivada, el juego aéreo. El paso del tiempo transformó cada balón dividido en un dolor de muelas y, por arriba, el tercer gol local hizo imposible esconder un déficit que en Europa se paga siempre. La fórmula volvió a ser la misma: centro lateral de Lauren James y cabezazo de la colosal Mayra Ramírez a la red superando por alto a Maëlle Lakrar y a Misa Rodríguez.

Quedaba aún un mundo por jugar, el clima de perros había dejado tiritando a propios y extraños e, internamente, la expedición blanca debió empezar a asumir que la primera victoria ante un grande del fútbol femenino europeo seguiría sin llegar. En ese contexto, en años previos el equipo se habría dejado ir para volver a Madrid con un resultado abultado, pero esta vez ocurrió lo contrario. Las futbolistas volvieron a agachar la cabeza, robaron balones, intentaron progresar hacia la meta rival con mayor o menor acierto y no dejaron al Chelsea respirar en su guarida ubicada en el corazón de la capital inglesa. Los tres puntos estaban perdidos, y sin embargo en el 83 la enésima acción de ataque blanca fue progresando a trompicones. Apareció Weir en la frontal, disparó cruzado Eva Navarro, el esférico quedó bloqueado sobre la línea de gol y Linda Caicedo terminó empujándolo a la portería para firmar el definitivo 3-2.

El Madrid quiso jugar a fútbol y plantar cara al Chelsea en Inglaterra. Perdió, porque la imperfección del proyecto blanco sigue siendo una realidad, pero en el intento bien pudo descubrir cuál es el camino correcto por el que seguir avanzando.

Getty Images

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