Dosis Futbolera
·1 luglio 2025
Ansu Fati se marcha dolido y con cuentas pendientes

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·1 luglio 2025
La joven promesa culé pone rumbo a Francia con la sensación de no haber recibido el trato que merecía. Su objetivo es claro: reivindicarse lejos del club.
Ansu Fati ya no es jugador del FC Barcelona. El extremo ha elegido el Mónaco como nuevo destino, convencido de que es el mejor entorno posible para relanzar su carrera. El club del Principado le ofrece un proyecto sólido, un estilo de juego que le encaja y una calidad de vida que también ha pesado en la decisión. Pero, sobre todo, se va con una sensación amarga.
El entorno más cercano al jugador no oculta su malestar. Consideran que Hansi Flick ha sido incoherente en su gestión. El pasado verano le trasladó que contaba con él, pero a mitad de temporada el discurso cambió. En enero incluso se planteó su salida, justo cuando el mercado tocaba a su fin. Las críticas públicas del técnico a su actitud en los entrenamientos tampoco sentaron bien.
Desde el entorno del canterano aseguran que Ansu estaba físicamente listo y con ganas de competir, pero nunca sintió la confianza del cuerpo técnico. Tampoco de la dirección deportiva, que habría priorizado su marcha desde el primer día. Esa falta de respaldo ha dejado heridas.
Pese a todo, el jugador no ha puesto trabas. Como ya hizo cuando Xavi Hernández le empujó a marcharse al Brighton, esta vez también aceptó rápido la salida. Solo pedía una oportunidad que nunca llegó. No quiere prolongar una situación que ha terminado siendo tóxica para él y para el vestuario, donde mantiene una excelente relación con varios compañeros que lo han arropado durante su difícil etapa.
El acuerdo con el Mónaco incluye una opción de compra, y el jugador ha accedido a firmar una cláusula futura pensando en que esta experiencia puede ser clave para su resurgir. El Barça, por su parte, se libera de unos 8 millones de euros en salario, algo que no se logró el año pasado.
A día de hoy, Ansu Fati tiene contrato hasta 2028, pero si brilla en Francia, el regreso será un debate inevitable. De momento, se marcha en silencio, pero con un mensaje claro: quiere demostrar lo que en Barcelona dejaron de ver.