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·28 settembre 2025

Araquistain: adiós a otra leyenda

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Otra leyenda del Real Madrid se ha marchado: José Araquistain. El portero vasco llegó al club blanco en la operación renove de los guardametas que tantos éxitos habían cosechado en los 50: Juanito Alonso y Rogelio Domínguez. Araquistain fue titular en la final de la Sexta Copa de Europa, logró un Zamora y defendió el marco durante siete temporadas.

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Nacido en Azcoitia (Guipúzcoa), el 4 de marzo de 1937, comenzó a jugar al fútbol con el equipo del Pilar, de Elgóibar. Sin embargo, no lo hacía como guardameta sino de defensa. Pero un día faltó el titular y lo mandaron al marco. La primera parte no fue bien y encajó siete goles. En la segunda se hizo a la portería y recibió dos. A partir de entonces se fijó mucho en el portero Ignacio Eizaguirre cuando militaba en el Valencia que fue su ídolo futbolístico y más tarde su maestro. A su padre no le gustaba demasiado la idea del fútbol y decidió que aprendiese el oficio de tornero, lo cual aceptó si le dejaba seguir practicando el fútbol y cursando delineante en sus horas libres.


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Después del equipo colegial se marchó al Danobat, un equipo que habían formado amigos suyos. Su rendimiento llamó la atención del Fleje, que militaba en categoría regional. Y no solo actuó como portero, sino que también se le vio como defensa. No pasó ni media temporada cuando el Elgóibar lo fichó para que terminase la temporada 1953-54 con ellos. En el cuadro elgoibarrés demostró sus estupendas cualidades y ascendieron a Tercera división. Su nombre ya era conocido en todo el País Vasco y la Real Sociedad envió ojeadores para observarlo. En verano del 54 con 17 años firmó un contrato con los donostiarras, aunque en los primeros años perteneció al juvenil y fue campeón de España con la selección guipuzcoana. Tras una cesión al Éibar firmó un contrato profesional de cara a la temporada 1956-57. En Primera debutó con 19 años y fue a partir del curso 1957-58 cuando le arrebató la titularidad a Bagur y la mantuvo cuatro temporadas.

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Araquistáin destacaba principalmente por ser un portero ágil, rápido de reflejos, dominador del área pequeña, con buena colocación bajo palos y con una calidad notable en el despeje de puños. Primero alcanzó la internacionalidad con España B en un amistoso contra Portugal en 1958, y luego con los mayores ante Chile en un partido celebrado en el estadio Nacional en el verano de 1960.

El Real Madrid había iniciado el proceso de renovación de su portería a principios de la década. Primero firmaron a Bagur al que había arrebatado el puesto en la Real Sociedad, luego a Vicente ‘El Grapas’, cuando el nivel de Rogelio Domínguez bajó y Juanito Alonso estaba cerca de la retirada, y en 1961 ficharon tanto a Betancort, como a él tras su excelente rendimiento en el cuadro txuri-urdin. El coste del traspaso fue de 6 millones de pesetas más la cesión de los jugadores Raba, Villa, Chus Herrera y el sueco Simonsson. La Real lo quiso mantener una campaña más tras el acuerdo con los merengues, pero el Real Madrid aumentó la oferta al sufrir Vicente una importante lesión de muñeca.

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Como contó el guardameta de Azcoitia en una entrevista reciente a Relevo tuvo ofertas del Madrid y el Barça, pero los blancos le dieron “más sensación de seriedad”. Viajó en tren hasta Madrid y le regalaron un coche 600 cuando no tenía carnet. En el diario Marca cuando se cerró definitivamente su fichaje afirmó que “tenía verdaderas ganas de que se resolviera la situación en un sentido o en otro. Quiero a la Real Sociedad, con el reconocimiento de haberme hecho jugador en ella perteneciéndole desde el equipo juvenil, pero pensando en mi carrera profesional, no hay dudad de que entrar en el Madrid es una gran meta”.

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No estaba muy preocupado por el cambio de aires: “Creo que me aclimataré pronto a mi nuevo club. Voy sin locas pretensiones, porque sé muy bien lo que valen los que van a ser mis compañeros desde septiembre. Pero con la misma esperanza y afán de ganarme el puesto, y si el entrenador me hace la confianza de designarme titular, procuraré hacerme digno de ella”. Unos días más tarde ya instalado en la capital volvió a hablar para el periódico deportivo que tituló su entrevista con el gran deseo del cancerbero vasco: “Vengo dispuesto a acabar mi vida deportiva en el Madrid”.

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Se adaptó rápido al club y a los compañeros, y aunque se las tuvo en ocasiones con Di Stéfano luego sería un gran amigo. En su primera campaña se ganó la confianza de Miguel Muñoz que le otorgó la titularidad. El vasco cumplió con nota y fue un éxito en lo individual y lo colectivo. El equipo madridista conquistó el doblete de Liga y Copa y, además, el guipuzcoano logró el Trofeo Zamora como portero menos goleado de Primera división con 19 dianas en 25 encuentros (coeficiente 0,76).

La espina clavada fue la final de la Copa de Europa, la primera que disputó Araquistain, en la que los blancos cayeron por 5-3 ante el Benfica en Ámsterdam. “Solo uno de los goles fue lejano, un defensa me tapó la visibilidad y no pude atajar el balón, pero lo otros, cercanos al área, les salieron todos a la escuadra,” manifestó Araquistáin en una entrevista a Don Balón en 1984.

Unas semanas después el vasco entró en la convocatoria del dúo Coronado-Helenio Herrera para el Mundial de Chile. Según explicó también en Don Balón él era portero titular, pero tuvo un pequeño incidente con Herrera al bajar de peso y los primeros encuentros se los dieron a Carmelo. Llegada la tercera jornada, y de cara al partido decisivo contra Brasil, pensaron de nuevo en el de Azcoitia. Un choque en el que, como explicó años después Araquistain, la selección “habría ganado a los puntos”, pero Amarildo y las decisiones arbitrales pesaron demasiado y la verdeamarela se llevó la victoria por 2-1.

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El curso 1962-63 lo inició como titular, pero le pesó el partido de la primera jornada de Liga contra el Real Betis. Tras varias acciones desafortunadas y un problema físico, Muñoz lo sustituyó y la oportunidad que le llegó a Vicente no la desperdició el catalán. El vasco jugó tres partidos de Liga y otros tantos de Copa, pero fue habitual suplente. La portería estaba muy bien cubierta y el técnico madrileño lo tenía muy en cuenta. En la temporada 1963-64 decidió alternar a Vicente y Araquistain, aunque con más presencia para el vasco. En la Liga disputó la mitad de los encuentros, y sus grandes actuaciones ayudaron a lograr otro título liguero. De cara a la campaña 1964-65 la mala suerte se cebó con Araquistáin. En un principio le ganó la pugna al canario Betancort y fue titular los siete primeros encuentros ligueros, hasta que una lesión contra el Real Zaragoza le apartó del once. No volvió más a ser el portero principal para Muñoz, en parte porque Betancort siempre estuvo notable.

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En cuatro campañas no llegó a jugar más de 30 partidos oficiales, y solo lo hizo con alguna rotación en el marco o por una lesión del guardameta canario. Fue precisamente por un problema de Betancort cuando la historia le hizo un hueco todavía mayor en el club madridista. Una lesión en la ida de semifinales contra el Inter obligó a un cambio en la portería. En la vuelta en el Giuseppe Meazza, el vasco salió en el once, y según la crónica de Marca de Nemesio F. Cuesta tuvo una “buena actuación: estuvo segurísimo, hizo paradas magníficas y despejó el balón con el puño, a la salida de un córner, salvando el peligro de manera incuestionable”.

Cuando recordó en una entrevista ese partido declaró que fue “muy duro y competido, pero también un partido de grada porque el campo era como una caja de cerillas. En un córner me apareció delante la mitad de un freno del coche. Me hubiera pegado en la cabeza y me hubiera matado. Los italianos eran muy difíciles de ganar”. El partido terminó empate a uno y el Real Madrid se clasificó para la final. El rival fue el Partizan de Belgrado en Bruselas. Araquistaín recibió un gol a la salida de un córner del yugoslavo Vasovic, pero las dianas de Amancio y Serena dieron la Sexta Copa de Europa a los blancos. El guardameta vizcaíno “cumplió, con algunos nervios, pero hizo una parada de antología” según el cronista de Marca Nemesio F. Cuesta.

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Otro problema físico de Betancort, a finales del año 1966, después de un derbi ante el Atleti en el Bernabéu, permitió a Araquistain jugar sus últimos partidos oficiales con la casa blanca. Durante ocho jornadas fue el arquero titular en una Liga que volvió a ser merengue después de dos campañas. En el curso 1967-68, pasó a ser el tercer guardameta de la plantilla por detrás de Junquera y Betancort. Muñoz solo le dio minutos en once partidos amistosos, y al término del año futbolístico dejó el cuadro blanco. Sus estadísticas totales fueron de siete campañas en las que jugó 97 partidos oficiales y ganó 6 Ligas, 1 Copa y 1 Copa de Europa.

Su siguiente destino fue el Elche con el que llegó a disputar la final de Copa del año 1969 contra el Athletic que se llevaron los rojiblancos. Tras una lesión en el cuádriceps y el descenso de los ilicitanos firmó por el Castellón que entrenaba su excompañero madridista Lucien Muller, con el que ascendió a Primera en 1972 y disputó otra campaña en la máxima categoría antes de colgar los guantes con 35 años.

En su vida posterior al fútbol montó junto a su cuñado una fábrica de pintura y ejerció de comercial. En la entrevista a Don Balón explicó que el Real Madrid le ofreció entrenar a un equipo juvenil, pero “llevaba años fuera de Elgóibar y quería volver junto a la familia”.

Cuando se enfrentaban Real Sociedad y Real Madrid tenía el corazón partido y afirmaba pasarlo “mal, esa es la verdad, porque no me gusta que pierda ni el uno ni el otro”.

A los 88 años, hoy, José Araquistain ha fallecido en Elgóibar.

Fotografías del archivo de Alberto Cosín

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