IAM Noticias
·1 novembre 2024
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·1 novembre 2024
Ha pasado de epicentro del Madrid a verse desplazado. En el campo para encajar a Mbappé y en el impulso de la entidad a Vinicius para el Balón de Oro.
Hace justo un año, Jude Bellingham silenció Montjuïc. Un golazo, el segundo suyo de la tarde y en el minuto 92, estampaba su icónica celebración de los brazos abiertos en su primer Clásico como madridista. La vida ha dado un giro extraño para el inglés. Un año en el que su caída en la baja de la curva de Gauss no deja de pronunciarse. A estas alturas del curso pasado, lucía trece dianas y el Hey Jude de los Beatles sonaba de nuevo como si fueran los sesenta; ahora está peleado con el gol entre otras razones porque su nueva posición en el campo es controvertida. Un limbo, el purgatorio, en el que mantiene su estatus de estrella dentro del planetario blanco pero donde su poder gravitatorio ha cambiado. El equipo ha dejado de orbitar en torno a su imán para generar ocasiones y goles.
Ahora, el Vinicius del segundo tramo de la temporada pasada y el fichaje de Mbappé parecen haber arrinconado a Jude. Incluso Ancelotti habla abiertamente de que el rol del dorsal 5 madridista está más cerca de ejercer de cinco que de ese diez que el año pasadogeneraba terror en las defensas. El que acudió al rescate en Vigo (0-1, gol en el 81′), ante el Getafe (2-1, gol en el 95′) y ese gol también en el extra time en Montjuïc. Todo eso, en los dos primeros meses. Ahora, Carletto habla de “sacrificio” para referirse a la aportación de Bellingham. “Estamos satisfechos por su trabajo porque hace mucho en el campo. Compite mucho, se sacrifica…. No ha marcado los goles del año pasado, pero la sorpresa no es este año, sino los que marcó el año pasado”. Así respondió el italiano, en la previa del 5-2 al Borussia, a la pregunta de si veía a Bellingham nervioso por no estrenarse ante la puerta rival.
La mejor muestra de cómo ha menguado su casi omnipresencia en el ataque madridista es comparar su mapa de calor en aquel doblete en Montjuïc y el del pasado sábado en el 0-4, en el que el entramado táctico le forzó a estar más pendiente de ayudar a Lucas con Raphinha que de pisar la parcela contraria.
Sacrificio, trabajo… no era lo que parecía que iba a verse de Bellingham esta temporada. Su estreno en la Supercopa de Europa en Varsovia fue más que ilusionante. Igual de dominante, ligeramente más retrasado, pero motor para el poder devastador de Mbappé (le dio el 2-0, su primer gol como madridista). De aquel triunfo contra el Atalanta regresó a Madrid con el trofeo de MVP en la maleta. Él mismo parecía prever que las cosas no iban a cambiar mucho. “Es más fácil marcar goles si juego más cerca de la portería contraria, pero tal vez esta temporada me tendré que adaptar. Me parece bien, el fútbol fluye”, aseveró. Dos meses más tarde, aquel pronóstico se ha demostrado fallido. El equipo no fluye como se esperaba y su intensidad se ha visto limitada a echar paladas de carbón en la sala de máquinas.
A correr y correr. En el Clásico, apenas 17 pases intentados. Su cifra más baja, por mucho, desde que está en el Madrid. La campaña pasada, en el 2-3 al Union Berlín intentó 90. Tampoco es que el sacrificio haya redundado en mejores números defensivos. Su récord de balones recuperados en esta 2023-24 es de ocho (Atalanta y Espanyol) mientras que la campaña pasada, pese a asomarse tanto y tan bien al área rival, tuvo partidos de aportar diez robos de balón (contra Athletic y Rayo Vallecano) y hasta de doce capturas (frente al Betis).
Este Bellingham desplazado en el campo también se ha visto, en cierto modo, desplazado en cuanto al aparato de poder que emplea el club. La entidad volcó sus esfuerzos en la candidatura de Vinicius al Balón de Oro, muy fortalecida por su protagonismo en las últimas etapas hacia la Quince, gol en Wembley incluido. Un crecimiento que había ido emparejado, como si fueran vasos comunicantes, con una bajada de rendimiento de Jude en los últimos meses de la temporada, que acabó físicamente fundido. Vini era el caballo ganador pese a esos tres primeros meses monumentales del británico. Y de hecho, el fortísimo malestar que dejó traslucir la entidad para no viajar a la gala en París se fundaron en mostrar solidaridad con el 7. “Si los criterios del premio no proclaman ganador a Vinicius, esos mismos criterios deben proclamar ganador a Carvajal. Como esto no ha sido así, es obvio que Balón de Oro y UEFA no respetan al Real Madrid. Y el Real Madrid no está donde no se le respeta”, se transmitió desde dentro del Real Madrid el pasado lunes. Se menciona incluso a Carvajal, como argumento para contrarrestar la candidatura de Rodrigo. De Jude, ni una palabra.
Y pese a todo, Bellingham fue el tercero en el resultado de las votaciones anunciado en el Théâtre du Châtelet parisino. El plante del club en bloque no le permitió volver a la alfombra roja donde el año pasado levantó, exultante, el Trofeo Kopa al mejor joven. Esta vez había subido en la clasificación final del 18º en el Balón de Oro 2023 a ser el bronce en la gala del pasado lunes. Un evidente éxito difuminado por la contundente respuesta del club a France Football y UEFA y por su momento actual, sacrificado y sin gol.
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