El Pedri que no tienes | OneFootball

Todo lo que debe saberse sobre el fútbol de Pedri está en el verano de 2020. El canario aterrizó en Barcelona con la perspectiva de ser cedido, pero tan pronto como pudo sumar minutos durante la pretemporada quedó claro que ya no saldría del equipo. Con él en el campo, todo funcionaba mejor. El equipo se sentía más cómodo y cada uno de sus compañeros encontraba un contexto de juego mucho más favorecedor que cuando él no estaba sobre el césped. En especial Leo Messi, entonces elemento troncal del proyecto, encontró en Pedri a su último gran socio culer.

La clave principal del entendimiento entre Pedri y El Diez se basó en la capacidad que demostró el canario para leer su posición en el campo en función de las necesidades y recorridos de Messi. Si Leo bajaba para recibir por delante del mediocampo rival, Pedri inmediatamente escalaba a la siguiente altura para que a Messi no le faltara una opción de pase corto hacia adelante, ni al adversario una amenaza por la que sujetar a su medular. De igual forma, si La Pulga aguardaba en la mediapunta para recibir el esférico cerca de la frontal, Pedri ejercía de mensajero desde la base de la jugada, distinguiéndose como el principal encargado de hacerle llegar la pelota.

La altura del campo en la que se moviera Messi marcaba la altura del campo en la que se movería Pedri, siendo ambas prácticamente siempre diferentes sin que por ello la conexión entre los dos jugadores fuera difícil, distante o forzada. El fútbol de Pedri estaba hecho para facilitarle el juego a los demás, y para hacerlo saltando con naturalidad entre los diferentes escalones del mediocampo de su equipo. Esa fue también la versión del jugador con la que el Barça de Flick empezó a volar. Con un mediocentro más o menos fijo en la base de la jugada, un interior derecho más o menos fijo a la espalda del centro del campo rival, y Pedri, desde la izquierda, flotando entre el uno y el otro según el momento o las necesidades de cada partido. A veces siendo un segundo mediocentro, otras una segunda referencia en la frontal, y otras habitando el espacio intermedio.

La primera amenaza a la que se vio sometido este rol de Pedri en el engranaje azulgrana fue la lesión de Marc Bernal. El joven canterano se destacó como la penúltima esperanza culer habitando el mediocentro con autosuficiencia, es decir, sin necesitar apoyos, ni con balón ni sin él. Podía administrar la espalda de los dos interiores en transición ataque-defensa y, a su vez, responsabilizarse de la salida desde atrás en solitario, lo cual le otorgaba a Pedri la libertad de ocupar el segundo o el tercer escalón del mediocampo siempre que lo considerara conveniente. En cambio, el relevo de Bernal, Marc Casadó, aunque con el esférico se ha mostrado más que capaz de dar continuidad a las posesiones e, incluso, de filtrar pases de calidad hacia el último tercio del campo, tiende a encontrar más dificultades para esquivar presiones agresivas y para comandar la construcción del juego de forma autónoma.

Durante muchas semanas, sin embargo, esta fue una amenaza que el Barça esquivó. El nivel de acierto e inspiración de futbolistas como Dani Olmo, Lamine, Lewandowski o Raphinha en las inmediaciones del área permitió que Pedri pudiera perder influencia en la frontal a cambio de ganarla en la base de la jugada. Que el canario fuera cada vez menos un interior a caballo entre las diferentes alturas del mediocampo en el 1-4-3-3, y se convirtiera, poco a poco, en un socio para Casadó situado casi permanentemente a su misma altura en el 1-4-2-3-1. Como se apunta, no obstante, el juego e impacto del resto de piezas ubicadas por delante de Pedri y Casadó habían podido compensar el ajuste, y por eso ahora que el rendimiento y el estado de forma de estas piezas ha bajado, el equipo de Flick extraña al Pedri que además de influir en la base también aparece en la corona del área. Para que disfrutar a uno, no signifique perder al otro.

– Foto: Fran Santiago/Getty Images