
La Galerna
·7 maggio 2025
Ganó el fútbol

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·7 maggio 2025
Buongiorno, amici. Primero: ganó el fútbol. Segundo: prevaleció la justicia.
Lo primero es obvio, a pesar de la cerrazón de muchos. Jugar bien al fútbol no consiste, o no consiste solo, en realizar un juego vistoso, en combinar con acierto, en internarse, regatear y chutar a gol con virtuosismo y pelo estrafalario, en embotellar al rival y asediarlo. Jugar bien al fútbol estriba en dominar los diferente aspectos del juego de manera equilibrada, que no son únicamente los anteriores, sino también saber competir, recuperar el balón con precisión para no cometer penaltis o ver amarillas innecesarias o manejar un partido de manera adulta para no perder en defensa lo que se obtiene en ataque. Y el Barça, pese lo que dice su rebaño, no jugó bien al fútbol, solo atacó bien. No se puede jugar bien al fútbol y encajar cuatro goles en el partido de vuelta de una semifinal de Champions. Eso no es un partido soberbio, Mundo Deportivo, son fuegos de artificio.
El titular del diario de Godó, grande de España, es glorioso: «Adiós épico». La sublimación de la derrota, el romanticismo del desbarato (hola, Atleti), el impedimento de la mejora.
Una Champions del Madrid es una «victoria vergonzante», una eliminación del Barça es un «adiós épico». El relato funciona así.
Los aficionados del Madrid, cuando pierde nuestro equipo, nos enfadamos hasta con la junta tórica de la cafetera, criticamos —incluso con crueldad excesiva— a los nuestros y exigimos medidas para que no se repita y volver a ganar ya. En cambio, en Can Barça, se escudan en la excusa del árbitro —«un Inter con bula arbitral»— y loan hasta el alipori a su equipo. Cero autocrítica. De lo que se deduce que entienden que encajar siete goles en una semifinal de Copa de Europa es jugar a gran nivel. Para sentirse orgullosos.
«¡Qué orgullo de equipo!». Suponemos que por ir abajo en la eliminatoria la mayor parte de la misma y que te casque cuatro una escuadra físicamente tiesa que parecía desplazarse por el campo con muletas. O porque Pedri celebre uno de los goles en la cara de un rival. Valors. O porque Iñigo Martínez escupa a un compañero de profesión. Más valors. Qué orgullo, Sport.
Un Iñigo Martínez, por cierto, que hace cuatro días estaba dando lecciones de comportamiento: «El Real Madrid no ha estado a la altura con los vídeos y hoy el fútbol ha ganado».
El central de mirada bovina lleva mal que un medio de comunicación, RMTV, ejerza su libertad de expresión —eso ya aporta mucha información sobre él mismo— recopilando, sin manipular, jugadas mal arbitradas, y sin embargo no ve nada malo en escupir a un rival, no ser expulsado por ello y después dirigirse como en la foto de abajo a un miembro del cuarteto arbitral.
Los rostros de Iñigo, de Ferran y de Pau reflejan el shock que supone toparse de golpe con la realidad cuando se abandonan las competiciones españolas con red. Sin la protección de pito, VAR, realización y narración hace mucho frío. En Europa, además, no hay influencia mediática, y las indicaciones y sollozos de Carlos Martínez no son tomadas en cuenta.
El narrador necesario del negreirato ayer sufrió mucho. Acostumbrado a su ascendencia en España, realizó su labor como de costumbre. Cuando Cubarsí barrió a Lautaro, sin tocar balón, como un hipopótamo que se resbala patinando sobre hielo, se apresuró a bramar que no era penalti. Aquí le funciona, pues una palabra suya y, curiosamente, el VAR no revisa nada. Desgraciadamente, el VAR comprobó la acción y vio la realidad: Pau pega al jugador y no a la bola.
También se quejaron los cules y los antimadridistas en general de que el VAR avisase a Marciniak de que en el penalti que había señalado sobre Lamine la falta se había producido fuera del área. A pesar de ver la imagen siguiente, en la cabina de Movistar no quedaron muy convencidos.
Después, el trencilla decretó el final de la primera parte de la prórroga cuando un futbolista del Inter encaraba en solitario al meta culé. En lugar de llamar la atención sobre el despropósito, tanto Maldini como Carlos Martínez se apresuraron a decir que seguramente estaría en fuera de juego. Pero qué vamos a esperar de un narrador que definió a Øvrebø como un árbitro muy valiente.
¿Y la Central Lechara qué opina?
Pues no se ponen de acuerdo, Marca dice que sobró un minuto y As que dos. ¿Alguna crítica al hecho de encajar tantos goles o al comportamiento de Iñigo o a las quejas sobre el árbitro? Ja, ja, ja.
Disculpad, ahora tenemos que ponernos serios. Al término del encuentro, entrenador, jugadores, aficionados y periodistas culés rajaron del colegiado. Es intolerable. ¿Es que nadie va a pensar en el hijo de Marciniak cuando le digan en el colegio que su padre es un ladrón y llegue a casa llorando? Es muy jodido.
Que el Barça es más que un club se volvió a demostrar ayer. De todos los equipos españoles eliminados en competiciones europeas, ¿sabéis sobre cuál tuiteó el Gobierno vía CSD? Exacto. Con emojis moñas y todo.
Un ilustre galernauta comentó anoche con su afilada brillantez que «Lo mismo le habían prometido el triplete a Junts». El destino, juguetón como pocas cosas, quiso que precisamente Dani Olmo la pifiase en el primer gol encajado por el Barça. Por desgracia para los culés, en Europa no tiene jurisdicción el CSD.
El Barça merece doble felicitación, porque a las loas unánimes de la prensa patria y del Gobierno por haber caído eliminados en semifinales de Champions contra el Inter hay que sumar las correspondientes —si seguimos el mismo criterio— que merece la sección de baloncesto por perder contra el Mónaco y quedarse a las puertas de la Final Four. Ambas derrotas engrandecen a un club, y no esta vergonzante foto del Madrid de 2018.
Ganar una Champions es muy complicado. Requiere de un esfuerzo interdisciplinar para lograr la victoria. Intervienen muchos factores. Es necesario interiorizar el objetivo e ir a muerte a por él. Es imprescindible interpretar correctamente cada situación de cada partido para saber intercalar momentos de calma entre la furia. Estar concentrados en defensa para interceptar los balones de peligro. Mantener la cabeza fría para que las argucias rivales no interfieran en el juego propio. Interrogarse continuamente en qué se puede mejorar e intervenir para conseguirlo. Interesarse por el compañero para ser un verdadero equipo. Competir mejor que nadie para lograr un éxito internazionale.
Volvamos al principio del portanálisis. Primero: ganó el fútbol. Segundo: prevaleció la justicia. Lo primero ya lo hemos argumentado. Lo segundo cae por su propio peso. El FC Barcelona no debería haber tenido la oportunidad de ser eliminado por el Inter de Milán porque no tendría que haber disputado la Champions debido a que durante décadas se compró al estamento arbitral español.
Madridistas, no siempre que parece que va a acabar el mundo se acaba. Cuando el césped pierde su verdor, se enchufan un rato los aspersores y arreglado.
Pasad un buen día. Viva Italia.