Hasta siempre, Diogo y André | OneFootball

Este sábado Gondomar enterró a Diogo Jota y a André Silva. El fútbol perdió a dos jugadores, pero eso poco importa. Rute y Maria perdieron a sus esposos, Joaquim e Isabel perdieron a sus dos hijos y tres niños crecerán sin su padre

Es inevitable que se nos arrugue el cuerpo entero cada vez que nos vienen a la mente Diogo y André, o cuando nos cruzamos con algunas de esas imágenes que jamás debieron haberse publicado. Supongo que algo tendrá que ver el hecho de que somos incapaces de entender la muerte -y por tanto, la vida-. Quizás algún día lo hagamos, pero todavía no. Nos cuesta asimilar que una persona pueda vivir su mejor momento profesional, casarse con el amor de su vida y dejar este plano sin previo aviso, todo en cuestión de semanas. No alcanzamos a comprender cómo Rúben Neves hace dos semanas acompañó a Diogo Jota en su boda y hoy cargó su féretro.

Además del dolor común que deja la partido de los hermanos, hechos como este nos hacen poner las cosas en perspectiva. El miércoles desgraciadamente fueron Diogo y André, pero la crueldad inherente a la vida en cualquier momento puede llegar a quien lea esto, o a quien lo está escribiendo. Quizás ni siquiera lleguemos a vivir ese futuro que construimos día tras día, así que en realidad, por muy cliché que suene, lo único que nos queda es disfrutar del camino. Ya decía Marco Aurelio que «el pasado ya no existe y el futuro es incierto, por lo que debemos concentrarnos en el aquí y ahora».

En ese sentido, qué valor tiene el mensaje de Ibrahima Konaté en redes sociales: «Hoy son Diogo y su hermano. Ayer fue otra persona. Mañana podríamos ser nosotros. Disfrutemos de cada momento que nos ofrece la vida, con nuestras familias, amigos, incluso desconocidos. Intentemos vivir en paz y enviarnos amor. No sabemos lo que nos deparará el mañana». Y también me permito citar, como Alisson, la Biblia, que dice: «Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado».

Ahora la vida sigue, pero el recuerdo de Diogo y André jamás se irá. Anfield cantará a todo pulmón el «oh, his name is Diogo» y, como siempre, los scousers serán fieles a sus palabras. El eterno ’20’ nunca caminará solo, ni él ni su familia.

Ahora la vida sigue, pero nada será igual. Por supuesto, para Rute, Maria, Joaquim, Isabel y esos tres pequeños nunca nada será igual. Tampoco lo será el fútbol, que ha sido golpeado como pocas veces en muchos años. La Premier League no será igual, Anfield no será igual, el Molineux no será igual. Oporto no será igual, la Seleção no será igual.

Para todos tomará mucho tiempo curar la herida o, al menos, hacer las pases con la vida. Hasta entonces sólo queda honrar a Diogo y André de la mejor manera y desearle a sus seres queridos, desde lo más profundo y sincero, que se armen de fuerza y fe en estos tiempos de tempestad.

Descansen en paz, Diogo y André.

Imagen de Octavio Passos/Getty Images