La Colina de Nervión
·15 gennaio 2025
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¿Qué pasa cuando la persona que te estafa es alguien muy cercano y que conoces desde hace muchos años? Eso es lo que pasó en la Comunidad Valenciana en un caso insólito entre los dueños de un bar y una clienta habitual que ganó la lotería. El matrimonio, que regentaba un establecimiento en la localidad de Pedralba, a pocos kilómetros de Valencia, fue declarado culpable de haber estafado más de 11 millones de euros a una mujer que frecuentaba su local y confiaba en ellos para custodiar sus boletos semanales de la Lotería Nacional. Tras un prolongado proceso judicial que se extendió por seis años, un juez finalmente les impuso una pena de tres años de prisión y la obligación de indemnizar a la víctima con la totalidad de lo malversado.
El caso se remonta a marzo de 2017, cuando la víctima (cuyo nombre se mantiene en el anonimato) adquirió tres boletos para el sorteo de la Lotería Nacional con motivo del Día del Padre. Esta práctica era parte de su rutina habitual: cada semana compraba los mismos dos números (el 10.123 y el 12.396). El tercer boleto lo elegía al azar. Como ocurría con otros clientes regulares, la mujer dejaba los boletos en custodia de los propietarios del local para evitar posibles extravíos.
Lo que no podía imaginarse es que su boleto adicional, el número 39.813, terminaría premiado con un gran bote de 14,8 millones de euros (unos 16 millones de dólares). Lo insólito es que, al parecer, ese mismo número fue comprado por otras dos personas más: los propios propietarios del bar, junto con un amigo, y otro cliente habitual, aunque en series distintas. Cuando llegó el sorteo del 18 de marzo de 2017, la única combinación que resultó acertante del primer premio (con la serie correcta) fue la de la víctima, mientras que las otras dos ganaron premios menores (130.000 euros cada una).
Para comprender mejor el fraude, es útil conocer el sistema que utiliza la Lotería Nacional en España. A diferencia de otras loterías o de sitios de casino bonos sin depósito, cada número consta de cinco dígitos, desde el 00000 hasta el 99999. Debido a que la demanda es muy alta, cada uno de estos números se imprime varias veces en distintas “series”. Esto equivale a un “número repetido” que puede beneficiar a varios jugadores, pero con premios diferentes según la serie que posean.
Para ganar el premio principal (conocido como el Gordo), el jugador debe tener el número y la serie exactos que salen elegidos. Por ello, es posible que dos o más personas tengan el mismo número, pero en series distintas: unos pueden recibir el gran premio y otros, premios de menor cuantía.
Según se desprende del proceso judicial, luego de conocerse que el boleto 39.813 de Lotería Nacional había sido premiado con el gordo de ese fin de semana, la pareja llamó a la ganadora para que se presentara con urgencia en el bar. Una vez allí, procedieron a cerrar la puerta para evitar la entrada de otras personas, aislando así a la víctima. Acto seguido, le mostraron los tres boletos ganadores (uno de la víctima, otro de la pareja y su amigo, y un tercero correspondiente a otro cliente), alegando que “se habían mezclado” y que resultaba imposible identificar al verdadero dueño del billete premiado con la serie correcta.
Aprovechándose de la sorpresa y el nerviosismo de la ganadora, los propietarios del establecimiento sugirieron un reparto “igualitario” entre los cuatro supuestos dueños de los boletos. La víctima, confundida y atemorizada por la presión psicológica, terminó por aceptar el reparto propuesto por el matrimonio y firmar un acuerdo formal redactado por un abogado que ellos mismos habían contratado. En ese documento quedó plasmado que el premio completo de 14,8 millones de euros se distribuiría a partes iguales entre los cuatro boletos, otorgándole a cada participante la suma de unos 3,7 millones.
Sin embargo, el segundo ganador (otro cliente del bar) y el amigo de la pareja dueña del local no sabían en realidad que estaban siendo utilizados como coartada para “legitimar” la repartición de un premio que no les correspondía. De hecho, sus boletos no coincidían con la serie premiada principal y, por tanto, solo habían ganado 130.000 euros cada uno. Al manipular la situación, los estafadores consiguieron que la verdadera ganadora renunciara a la mayor parte de su millonario premio.
La mujer descubrió tiempo después que había sido engañada. Cuando comprobó que su boleto original era el que realmente correspondía a la serie premiada con el gordo, decidió emprender acciones legales contra la pareja y exigió la devolución total del dinero. El proceso judicial inició en 2018 y, entre citaciones, informes periciales y diferentes estrategias dilatorias de la defensa, el caso se prolongó durante seis largos años.
Durante el juicio, la defensa de la pareja argumentó que los boletos estaban confundidos y que la víctima había aceptado voluntariamente el acuerdo. Sin embargo, los abogados de la parte demandante sostuvieron que dicha aceptación se produjo bajo coacción y engaño, dadas las circunstancias en que se forzó a la víctima a firmar un convenio de reparto de una cuantía tan elevada.
Finalmente, en 2024, el juez de Valencia encargado del caso dictaminó que el acuerdo carecía de validez, ya que la verdadera dueña del boleto fue “llevada a creer que no sabía cuál era el premio legítimo”. En consecuencia, declaró nula la repartición de los fondos y condenó a los acusados a tres años de prisión por fraude, además de ordenarles que devolvieran los 11 millones de euros más los intereses acumulados, una cifra que podría hasta comprar el fichaje de un jugador del Sevilla.