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La Galerna

·26 agosto 2024

La montaña rusa de la expectativa

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En el vasto escenario del Santiago Bernabéu, donde a menudo las expectativas y la realidad se entrelazan en un baile eterno, se disputó un partido que prometía ser casi un hito en la historia del club: la hora del debut de Kylian Mbappé, el jugador más deseado en los últimos años por la afición blanca había llegado. El astro galo pisaba, por fin con la blanca, el césped del templo madridista.

En las horas previas al partido, las calles de Twitter Real Madrid se llenaron, para colmo, de un murmullo incesante, una sinfonía de voces exaltadas que, alegres y risueñas, proclamaban que Arda Güler sería titular. Como si de una promesa divina se tratara, el nombre de Güler resonó en cada post de X. Mbappé y Güler estaban destinados a iluminar la tarde en el Bernabéu, invocando la esperanza de un espectáculo sublime, un teatro donde los mortales tendríamos la oportunidad de vislumbrar, aunque sólo fuera por un instante, la perfección. Así son las expectativas madridistas hasta el pitido inicial.


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Pero el destino, caprichoso como siempre, decidió tejer una trama bien distinta. Más o menos en el minuto 5, La Liga parecía perdida. El juego, lejos de estar cargado de la pasión que todos esperaban, fue un desfile de pases erráticos, controles imprecisos y decisiones carentes de imaginación y sentido. Mbappé parecía caminar por el campo como un filósofo desencantado. Güler, por su parte, se desvaneció entre la maraña de jugadores, permaneciendo su talento oculto tras la cortina de la mediocridad reinante. No se tiraron almohadillas al campo porque eso ya no se lleva.

Mbappé y Güler estaban destinados a iluminar la tarde en el Bernabéu, invocando la esperanza de un espectáculo sublime. Así son las expectativas madridistas hasta el pitido inicial

Las expectativas comenzaron a desmoronarse como castillos de arena frente a la marea de la realidad. Los rostros que al principio reflejaban entusiasmo fueron poco a poco transformándose en máscaras de decepción. ¿Dónde quedaba la genialidad prometida? ¿Dónde el destello de grandeza que justifique el precio de la entrada, el pago de Movistar o, simplemente, el favor en casa para poder ver el partido en el bar? ¿Acaso no marcaría Mbappé un hat-trick en cada partido? ¿Acaso somos un equipo como los demás?

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¿Acaso no marcaría Mbappé un hat-trick en cada partido? ¿Acaso somos un equipo como los demás?

El tiempo avanzaba, implacable, sumiendo al estadio en un sopor colectivo, como si la monotonía del partido fuese una letanía de la que nadie podía escapar. Presos en este Hotel California particular, la bola llegaba a Mbappé, y este la devolvía, para volver a empezar. Y así la primera mitad pasó sin gloria y con pena, y el descanso llegó como un bálsamo para almas cansadas.

Fue entonces, en la segunda mitad, cuando ocurrió lo inesperado. Una falta lejana, un golpeo certero que rompió la monotonía con la precisión de un bisturí. La voluntad de poder de Nietzsche convirtió a Valverde en el Übermensch que trasciende las limitaciones humanas. Ya se lo había dicho Ancelotti: hay que chutar, demonios. La multitud estalló en un grito catártico, exorcizando todos los males acumulados hasta el momento. Quizás La Liga no estaba perdida.

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Con el marcador a favor, el partido comenzó a cambiar de tono. Brahim, del que todos suponían, con desagrado, que sería el sustituto de Bellingham en el once, emergió desde el banquillo y marcó el gol de Mbappé. Usó el cuerpo, la carrera y la habilidad, todo en un instante, para colocar el dos a cero, sellando así su lugar en la narrativa de la tarde.

No fue la victoria soñada, con Güler asistiendo y Mbappé goleando. Fue algo todavía mejor. El Real Madrid, en noventa minutos, nos había vuelto a regalar un paseo en la montaña rusa de la expectativa

Finalmente, cuando el partido estaba por expirar, debutó Endrick. Recibió en la frontal, regateó como Romario y finalizó como Ronaldo Nazario, que le admiró desde el palco. Tenemos al nuevo Pelé. Mbappé, Vinícius, Rodrygo son buenos, sí, pero este es mejor. El próximo partido será titular y marcará un hat-trick. La Liga está ganada. Y la Champions. No fue la victoria soñada, con Güler asistiendo y Mbappé goleando. Fue algo todavía mejor. El Real Madrid, en noventa minutos, nos había vuelto a regalar un paseo en la montaña rusa de la expectativa. Endrick, bienvenido al Real Madrid.

Getty Images.

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