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·28 ottobre 2024

Vini y el Balón ese

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Contra todo pronóstico y contra toda lógica el Balón de Oro no ha sido para Vinícius Júnior, sino para Rodrigo, el mediocentro madrileño del Manchester City. El goce de la anti-España es indescriptible desde el mediodía del lunes. No es un premio a la victoria de la selección española en la Eurocopa, como creerán y festejarán todos los tontos, que son legión, sino un castigo político infame al Real Madrid. La UEFA y la FIFA han prostituido la antaño respetable y prestigiosa France Football, fundadora de la Copa de Europa. Vivir para ver.

Es duro escribir esto e imaginar lo que puede estar pasando por la cabeza de Vini. Desde el primer día en que puso un pie en un campo de fútbol español, el chico fue escupido, mordido, insultado y agredido por compañeros, árbitros y público de la manera más villana y baja posible. Contra todo esto ha luchado Vinícius, que sigue siendo, no hay que olvidarlo, poco más que un niño: ha forjado su carácter contra todo un país de bajunos, finde tras finde, mes a mes, año a año.


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No es un premio a la victoria de la selección española en la Eurocopa, como creerán y festejarán todos los tontos, que son legión, sino un castigo político infame al Real Madrid. La UEFA y la FIFA han prostituido la antaño respetable y prestigiosa France Football, fundadora de la Copa de Europa

Ahora, en tanto símbolo y estrella indiscutible del Madrid, Vinícius recibe un palo mundial, universal. Vinícius es reprobado internacionalmente por ser el mejor del mundo con el Madrid y en el Madrid. Sabíamos que el mundo, y especialmente el mundo del fútbol, era una mierda, pero sigue resultando desolador, muy doloroso, comprobarlo.

Cuando Vinícius llegó y fallaba goles cantados, su esforzada y sonriente perseverancia era objeto de mofa obscena y rechifla general. En cuanto empezó a afinar y a pulir su inmenso caudal de talento, y los goles brotaron de él como un torrente, la risa se afiló en mueca grotesca de cuadro negro de Goya. Entonces llegó el «negro de mierda», el «mono», el «uh, uh», el «hay que echarlo de España». Vinícius era el líder del Madrid y eso le trajo, de premio, la ofensa racista de un país profundamente hipócrita, cínico hasta la náusea, que lo niega todo siempre, aunque haya pruebas.

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Ahora quien se ríe de él es la UEFA, France Football, la FIFA, los del “no al racismo” como forma de seguir llevándoselo crudo. Una casta parasitaria nivel politburó chino que ofende al Madrid a través de un muchacho que es puro de corazón, que es todo amor y alegría. Los repulsivos magnates uefos, la mafia ceferina, de modos auténticamente camorristas, se sitúan en el mismo plano que los ultras del Frente Atlético, que la gentuza racista de Mestalla o Mallorca: quieren violentar al Madrid y lo que hacen es herir en lo vivo a un niño que no tiene doblez, que quiere ser el mejor, que ha conseguido serlo con la camiseta blanca.

Si fuera un premio a la España de De la Fuente, lo habría ganado Carvajal. Es que la misma comparación entre Carvajal y Rodri no se sostiene. Rodri es un magnífico futbolista que de ninguna manera, si de justicia se tratase, sería nombrado mejor jugador de la pasada temporada. Su equipo fue apeado en cuartos de final por el Madrid en la última Copa de Europa. En la misma final de la Eurocopa, España no comienza a imponerse a Inglaterra hasta que curiosamente Rodri abandona el campo y es sustituido por Zubimendi. Medirlo con Vinícius es directamente un disparate, con este Vinícius goleador, generador infinito de juego y peligro y referente ofensivo absoluto del equipo campeón de Liga y Copa de Europa dos veces en los últimos tres años.

Los repulsivos magnates uefos, la mafia ceferina, de modos auténticamente camorristas, se sitúan en el mismo plano que los ultras del Frente Atlético, que la gentuza racista de Mestalla o Mallorca: quieren violentar al Madrid y lo que hacen es herir en lo vivo a un niño que no tiene doblez, que quiere ser el mejor, que ha conseguido serlo con la camiseta blanca

Se trata de otra cosa. El que lo dude o está en el ajo o no se entera de nada. Se trata de joder al Madrid por tierra, mar y aire, con un premio que lleva desacreditado desde que a Raúl se lo birlara en 2001 ¡Michael Owen! Los tres últimos premios a Messi fueron un descojone, por no mentar el del año 2010, que tuvo que ser o de Sneijder o de Iniesta. El Balón de Oro ya era una filfa, pero una filfa importante: seguramente la del fútbol sea la única industria del mundo que vive de la estupidez de sus consumidores, o al menos la más poderosa. El caso es que la infamia política de este año es demoledora pero no sólo para el premio sino para el Madrid. Es la proclamación pública del Madrid como un apestado.

Ceferin, con sus maneras de capo soviético, acaba su mandato matando. El poder de la UEFA es ya homologable al de un Estado. Lo contamina todo, todo pasa por ellos. Con la voluntad adecuada, el Ente Superregulador puede destruir a cualquiera. No basta con ser el Madrid, ni con tener un millón de Copas de Europa, ni tener dinero, ni estar saneado, ni no depender de nadie. Nada ni nadie está a salvo del Gran Leviatán. Esto, para el futbolero, tendría que ser también una lección de vida que trascendiera al fútbol. Pero esta gente conoce el paño: unos lo están gozando porque se jode el Madrid y los otros, gobernados por streamers, youtubers y tiktokeros, estarán pergeñando hashtags, en el mejor de los casos.

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Vini está pagando los platos rotos de la Superliga, del desafío de Florentino, que hasta ahora sólo ha traído chascos y desafueros. Este quizá sea el más anecdótico, pero también sin duda el más doloroso. El fútbol es una industria milmillonaria que se mueve sin embargo por emociones y símbolos. No es nada sin esto, y hoy lo del Balón de Oro está resonando por todas partes, en todos los rincones del mundo. El desplante, la burla al Madrid, es tremenda. El daño reputacional es terrorífico. Ya no vale ser el mejor del Madrid y ganar la Copa de Europa para que te reconozcan como el número 1. El mensaje es siniestro: el Madrid está fuera de la ley.

El desplante, la burla al Madrid, es tremenda. El daño reputacional es terrorífico. Ya no vale ser el mejor del Madrid y ganar la Copa de Europa para que te reconozcan como el número 1. El mensaje es siniestro: el Madrid está fuera de la ley

Y la ley es una mierda. Los que dictan la ley en este mundo son pura mierda. Pero son los que mandan. No hay salida. El fracaso (al menos temporal) de la Superliga lo demuestra. Todo forma parte de un circo obsceno y siniestro, el mismo Madrid es el hámster en la rueda, y la rueda no puede parar. Florentino Pérez ha intentado desafiar el statu quo y el Madrid sigue atrapado en esta red mafiosa, oscura y gobernada por intereses bastardos. Este Balón de Oro es un gargajo en el rostro del Madrid. Es una demostración de fuerza: el establishment no va a tolerar ninguna subversión y menos del club más importante. Esto es un insulto al Madrid que ofende a Vini y a su manera abierta y prístina de concebir el juego. Para Vinícius el fútbol sigue siendo un juego de niños, un partido interminable, en la calle, en donde gana el mejor. La abyecta élite que establece las normas en el fútbol mundial es la negación de todo esto, ha convertido el fútbol en un espectáculo abominable.

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Desde luego que la guerra declarada por el Madrid al Kremlin uefo en mayo de 2021 no parece ir muy bien. Si unos meses de buen juego con diez chavales de La Masía han borrado del mapa mental de los españoles las dos décadas largas de corrupción del comité técnico arbitral por parte del Barcelona, un bombazo de oro como este anula cualquier instancia judicial. Cualquier victoria en los tribunales a largo plazo suena hoy pírrica, ridícula.

Me duele escribir todo esto porque a Vini lo considero como un hermano. Es alguien de la familia a quien se ha visto crecer, como aquel que dice. El daño gratuito es una cosa insoportable. Esta es una de las consecuencias de estar en guerra con todo el mundo y ojo, no se lea aquí una crítica a Florentino: el Madrid, desde hace mucho, no tiene otra opción, no hay alternativa pues, como pasa un poco con España y con sus muchos y poderosos enemigos, la única viable, para los que nos odian, es la disolución del Madrid. Pero la lucha permanente por la supervivencia tiene estas cosas. Es desagradable, soez y dolorosa. No se puede perder. En cuanto se flaquea, los palos son de órdago.

Si unos meses de buen juego con diez chavales de La Masía han borrado del mapa mental de los españoles las dos décadas largas de corrupción del comité técnico arbitral por parte del Barcelona, un bombazo de oro como este anula cualquier instancia judicial

De aquí puede salir un chico hundido o un supercampeón. Vinícius es hoy el mejor futbolista del mundo en gran medida por el tsunami de mierda permanente que ha tenido que surfear, una ola de porquería que ha ido a dañarlo en lo íntimo, en su propia identidad. El sábado, en Mestalla, tendrá la primera de las grandes pruebas de fuego: superar la esquizofrénica burla de miles de becerros, hacerla suya, convertirla en fuerza. Eso es lo único que ahora me consuela, como madridista. Saber que este muchacho, que ya lo ha hecho, puede volver a hacerlo.

Más allá del propio Vinícius, cuando se recibe un “aviso” de esta índole sólo hay dos maneras de actuar: agachar la cabeza y entrar por el aro, es decir, el miedo, o romper del todo la baraja. Romper la baraja es irse de la Copa de Europa con todas las consecuencias. Abandonar el ecosistema UEFA y jugar la Superliga el año que viene con el Panathinaikos y el Honved. Yo, que amo la Copa de Europa con todo mi ser, creo también que hay lugares de los que no se vuelve. Y puntos de no retorno. Detrás de esto está esta UEFA podrida y el gran dinero del golfo pérsico, que ahora mismo lo controla todo, llega a todas partes, puede comprarlo todo. Detrás de la Superliga, ¿qué hay? Hasta ahora no sabemos nada pero sí sabemos que sus enemigos son crueles e implacables. Seguir con ellos, la verdad, es mantener un statu quo manifiestamente siniestro, una prostitución continuada de lo que un día, de niños, consideramos sagrado.

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