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La Galerna

·22 de agosto de 2024

Carlo, cambie de táctica

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Me dirijo en estas líneas a Carlo Ancelotti, entrenador del Real Madrid y asiduo lector de La Galerna, para solicitarle formalmente que modifique una táctica que no le está dando ningún resultado. No me refiero a la futbolística, ya que la dilatada experiencia del italiano entrenando en la élite europea nada tiene que envidiarle a la mía, consistente en las más absoluta de las nadas. Igualmente, si nuestro Carletto quisiera una lección futbolística, no tendría más que pasearse un rato por el espacio digital anteriormente denominado como “Twitter”, donde encontraría a una verdadera cátedra de expertos en táctica futbolística, preparación física y gestión de grupo que no mostrarían ningún reparo en señalar la miríada de errores que tiende a cometer el veterano entrenador de Reggiolo.

En mi caso, vengo a señalar otro tipo de error o posible error que puede estar cometiendo Carletto, acostumbrado por su metodología a la hora de gestionar grupos, pecando quizás de un exceso de diplomacia que, por otra parte, casa bastante con la imagen que da desde hace tiempo el Real Madrid.


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Cuando finalizó el partido en el que el equipo blanco pinchó frente al Mallorca, ante la pertinente pregunta de un periodista en rueda de prensa, sorprendió escuchar a un Ancelotti que se mostró excesivamente pacificador con el arbitraje realizado por Soto Grado (colegiado con el que el Real Madrid posee un paupérrimo 55% de victorias), defendiendo incluso la amarilla sacada por el colegiado a Maffeo por su pisotón al gemelo de Vinícius sin intención alguna de disputar el esférico.

En cualquier otra liga, una que gozara de pulcritud y estuviera alejada de la sombra de la corrupción, actitudes como la de Carletto, o la de los propios jugadores del Madrid, que suelen evitar hablar de los errores de los colegiados e incluso disculparlos públicamente, no generarían más que simpatía hacia los nuestros, que evitan constantemente utilizar su mayor altavoz para echarlos al fuego de la opinión pública.

Ancelotti peca quizás de un exceso de diplomacia, lo que, por otra parte, casa bastante con la imagen que da desde hace tiempo el Real Madrid

Desgraciadamente, participamos en la liga española de los Negreira, Cantalejo, Gómez y demás esbirros que aprovechan esta pasividad blanca para seguir cargando sin honor ni pudor contra el club de Concha Espina, tornando en negra cada jugada de esas “grises” de las que tanto gusta hablar a los especialistas arbitrales del relato. El “señorío” de Carletto es la rodela tras la cual se escudan los colegiados para continuar cometiendo “errores” contra el club blanco, sabedores de la ausencia de repercusiones para ellos, tanto laborales como mediáticas.

Estamos en guerra, Carlo, y no una fría precisamente. El domingo no hubo una sola de esas jugadas grises que cayera del lado del Real Madrid y la sensación que se respira en el ambiente es que la anomalía sería que alguna lo hiciera. Ni el penalti o falta a Mbappé (con la correspondiente amarilla a Maffeo), ni la expulsión a este por la agresión a Vinícius, ni el penalti a Militao (del que seguimos esperando repeticiones, Mediapro; o su señalamiento, ya que este año el CTA aseguraba que se iban a pitar todos los agarrones).

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Ni tan siquiera una mísera amarilla a Samu por las 7 faltas realizadas, una de ellas particularmente dura contra Vinícius en la que fue con los tacos por delante y que creo que ni siquiera Soto Grado llegó a señalar. Eso sí, no se le escapó ir con el dedito a por el brasileño cuando este lo único que estaba haciendo era un gesto de complicidad con la afición blanca que estaba en la grada de Son Moix.

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El arbitraje español, querido Carlo, demuestra cada fin de semana que no siente ningún tipo de respeto por el único club (junto con el Athletic de Bilbao) que dignifica la competición que les da de comer. En su peor momento en cuanto a credibilidad, tras descubrirse que uno de los equipos de la liga española estaba corrompiendo las entrañas de todo el CTA, 8 millones de euros mediante, en lugar de ofrecer si no una explicación, al menos una disculpa, la respuesta de los colegiados fue atenerse a la ley del silencio, renegar de Negreira, mentir públicamente sobre su papel en esta obra y confiar en que funcionara la patada a seguir para continuar disfrutando de sus fastuosos e inmerecidos emolumentos sin tener siquiera que contestar a ninguna pregunta incómoda.

No sólo el actual arbitraje español no merece la más mínima consideración o el beneficio de la duda, sino que además, esta tibieza de Carletto y cualquiera que represente al Real Madrid públicamente desde hace años (la primera etapa de Carletto, prácticamente) no mejora en absoluto los arbitrajes recibidos, más sangrantes cada temporada.

Sorprendentemente, lo único que hasta ahora minó medianamente la escandalosa diferencia de saldo arbitral entre Real Madrid y Barcelona fue la beligerancia mostrada por José Mourinho en su etapa como entrenador de la casa blanca, en plena era Negreira. Quizá las circunstancias mediáticas actuales sean diferentes, pero el caso es que la presión ejercida por el portugués surtió un mayor efecto que la elegancia señorial que ostenta actualmente el club (con Carletto a la cabeza) y de la que en condiciones normales sería lógico ser partidario.

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La beligerancia mostrada por Mourinho en plena era Negreira surtió un mayor efecto que la elegancia señorial de Ancelotti, de la que en condiciones normales sería lógico ser partidario

Entrenadores como Carlo o Zidane, que siempre han evitado directamente señalar la labor de los trencillas, han visto cómo ligas como la 2020/21 o la 2022/23, en las que el Real Madrid fue el mejor equipo de la competición, se escapaban de sus respectivos palmareses por acciones u omisiones arbitrales, a estas alturas ya no vamos ni a decir que dudosas, que siempre actuaban en detrimento de los intereses blancos.

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De poco sirve que la televisión del club haga esos magníficos vídeos, por desgracia semanales, en los que recopilan la retahíla de errores arbitrales y que los aficionados se desgasten compartiéndolos por las diferentes redes sociales si posteriormente los portavoces “oficiales” del club no actúan en consonancia con ellos. Entiendo que la postura oficial del club se base en un noble silencio sustentado por la grandeza de representar a algo más grande que todos nosotros y que permite que sean tantos otros, los aficionados, como los hechos, los que hablen por sí mismos y defiendan al club, pero la historia reciente demuestra que el factor arbitral se ha convertido en una circunstancia que puede resultar incluso más determinante que la calidad de las plantillas o el juego desempeñado en el verde, como hemos tenido la desgracia de comprobar en las dos últimas ligas que no hemos conseguido.

Es hora de cambiar de táctica, Carlo, porque no sólo está en juego el título liguero, sino todos los que disputamos este año, el más exigente de la historia para el Real Madrid a nivel de títulos y partidos por jugar. La temporada pasada pudimos ganar la liga de manera holgada gracias, además de al magnífico rendimiento del equipo, a la no comparecencia de nuestros principales rivales. Este año apunta diferente y, aunque sigue existiendo una diferencia de nivel amplia con el Barcelona y el Atlético, el factor arbitral puede equilibrar una liga que va a desgastar al equipo más de lo debido, pudiendo repercutir así en el resto de competiciones. Igual sería conveniente hacer todo lo posible por disputar la competición con el menor hándicap posible.

Getty Images.

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