Ojo de Halcón
·18 de novembro de 2024
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·18 de novembro de 2024
Quique Monleón Ciurana
Tras 50 minutos asombrosos donde fueron anotados 8 goles entre ambos equipos, el derbi más caliente de la ciudad de Barcelona fue suspendido dada la caída de una de las barreras de seguridad del estadio, concretamente, aquella situada en la grada de los aficionados de un Sant Andreu que y hasta su reanudación, es el equipo que posee los 3 puntos encontrados en “stand by”.
Graciencs y andreuencs se enfrentaban en el partido por antonomasia de las categorías inferiores del futbol profesional español. El derbi entre “la vila i el poble” ha sido siempre un verdadero espectáculo no solo para el que es seguidor de estos equipos, también para un aficionado neutral que puede disfrutar con este derbi, del futbol de antaño que tanto se estima en una actualidad
Primera (y única mitad disputada al completo)
El partido, que prevenía ser un verdadero espectáculo, no defraudaría desde primer momento. Tras una contra vibrante, el Sant Andreu no tardaría en ponerse por delante no habiéndose cumplido siquiera el quinto minuto de juego, total indicio que aquello por venir, simplemente no sería poco en lo que a espectáculo se refiere.
Pese al jarro de agua fría que supuso el temprano gol en contra, los más de 3.000 aficionados del Europa que agolparon el Nou Sardenya no cesarían su animación hacia su equipo, siendo de ayuda de cara a tomar el manejo de un encuentro que había empezado de la peor manera posible. Cuando el Sant Andreu parecía imponer su estilo y asfixiaba a su rival, el cual se trastabillaba una vez superada la línea de 3/4, un córner genialmente botado por el Europa, abriría el casillero de los locales, desatando una euforia que poco duraría puesto que y casi tras el saque de centro correspondiente al Sant Andreu tras encajar el gol, los de Xavier Molist, con más de 800 personas en una grada visitante que sería tendencia en el encuentro, se pondrían nuevamente por delante con un genial golpeo de tijera por parte de Sergi Serrano.
9 minutos de juego y el Nou Sardenya ya había vivido 3 goles. Como dicen los aficionados de ambos equipos: este no es un derbi más, es simplemente mágico y por ello, como es mágico, cuando menos lo esperábamos, uno equipo sorprendía al otro, todo un verdadero espectáculo para ambas aficiones que se odian a muerte aunque es un hecho que si les preguntas, te dirían que no podrían vivir sin su rival por antonomasia.
El partido, cumplido su minuto 10 de juego, no podría ser descrito de otra manera que no fuese vibrante. Pese al segundo gol en contra, el Europa se repuso ante un Sant Andreu el cual pareció desconectarse del partido, inclinándose el peligro y las jugadas a tener en cuenta, hacia su terreno, concepto que debía repudiar en todo caso el conjunto que viste los colores de la senyera catalana que tenía más de 3 puntos en juego: no solo el ganar 3 puntos, también derrotar a su rival por antonomasia y adelantarlo en una clasificación donde ambos se encuentran parejos como cuarto y quinto clasificado.
Cumplido el ecuador de la primera mitad, el partido se equilibró cuanto menos. Tras una concatenación de minutos donde el conjunto local impuso su estilo, no podía ser otro que el capitán del Europa, Alex Cano, quien y con un cabezazo imperial, podría las tablas en el marcador de un partido en el cual no se había cumplido la media hora de juego y llevaba 4 goles. El en centro sin duda podía describirse como un verdadero duelo de golpes: cuando mejor parecía estar uno de los dos equipos, llegaba su rival para empequeñecer su moral y a su contrario, dando a entender que no es un derbi normal: es el derbi por antonomasia de ese futbol no comercial donde se es de un equipo por muy bajo que esté en lo que a divisiones se refiere.
Al igual que el primero de los goles materializados por el Sant Andreu, había sentado de la mejor manera a un Europa que podría definir su primera parte como remar a contracorriente, el empate del Europa sentaría a las mil maravillas a un Sant Andreu que volvería a ponerse por delante en un encuentro vibrante donde los goles parecían ser guiados más que por los propios jugadores, por dos aficiones que y en la primera parte, estaban siendo sin duda los MVP de ambos cuadros creando a ese ambiente particular y heterogéneo que solo se vive en Barcelona cuando estos dos equipos se enfrentan.
Ya del todo metidos en el ocaso del primer tiempo y tras un gran gol del capitán visitante, Albertito, el Europa no había dicho su última palabra en una primera parte que estaba teniendo de todo: enfrentamiento entre jugadores, balones luchados como si fuesen el último minuto y, sobre todo, goles, un gol que volvería a llegar, esta vez, de la mano de un Europa que y cuando su rival parecía dar con las tecla de cara a controlar un encuentro simplemente mágico, aparecía para empatar el Europa nuevamente, de la mano de Pime, poniendo las tablas en un marcador que no estaba dejando de contar goles en lo que iba de encuentro.
6 goles como los 6 minutos de descuento que añadiría el árbitro a un partido que iba a padecer un giro de acontecimientos una vez llegados a ese extenso descuento. Tras la celebración por parte del conjunto gracienc, que suponía el empate por tercera vez, un lanzamiento de mechero sería efectuado por parte de la afición del Sant Andreu desde ese fondo visitante que y tras el lanzamiento de objeto, no había dicho aún su última palabra. Tras dicho lanzamiento, el árbitro retiraría a los futbolistas del terreno de juego para volver una vez decretado dicho retorno por un conjunto arbitral que realizó una excelente obra dándole dicha pausa al encuentro.
Una vez devueltos los jugadores al césped del Nou Sardenya, el ritmo del partido y la intensión fue homogénea a la vista de forma pretérita al parón. Cuando pensábamos todos que el encuentro iría al descanso con tablas en el marcador, Marc Jurado petrificando el Nou Sardenya una vez más, deshacía las tablas siendo seguido por el pitido del árbitro que decretaba el final de una primera mitad donde, a pesar de la momentánea derrota, el conjunto de casa plantaba cara, el visitante deleitaba a sus desplazados y el aficionado rival brincaba con cada acción de peligro y desplazamiento por parte de unos futbolistas que estaban regalando una gran tarde de futbol.
Segunda parte
Pese a que se olía ganas de fútbol en el Nou Sardenya, no se sabía que en lo que iba a restar de encuentro habría poco futbol y mucha polémica (este último concepto, el que menos nos gusta ver en un encuentro destacado por ser de disfrute elevado).
Los primeros compases de segunda mitad iniciaron tal y como había empezado el encuentro: dominio por parte de una Sant Andreu que, y tras jugadas de peligro, podría patas arriba a sus aficionados (literalmente) tras una gran jugada donde Marc Jurado, que ya había puesto por delante al Sant Andreu poco antes de acabar la primera mitad, llevaba el éxtasis a la grada de una afición visitante que no podría mantener su furor.
Celebrando más de la cuenta un quinto gol que merecía su respectiva celebración dada la calidad portada en él (recorte al portero y golpeo a placer), la barrera de seguridad que divorcia aficionado, lo que es terreno de juego, acabaría cediendo dejando caer al gran grupo de aficionados visitantes que acompañaba a su equipo en la tarde de domingo, sobre la portería ocupada por un Europa que no contaría con tiempo de dar la vuelta al encuentro puesto que el árbitro no dudaría en dar por finiquitado un partido que dejó de ser vibrante para convertirse en un escenario de distópico haciendo del tapete del Nou Sardenya, un escenario en el cual protagonistas de ambos equipos (no solo futbolistas), discutían a cerca d ella caída de una valla de seguridad que no dejaría acabar un partido que podría haber pasado a la historia.
Horas después del suceso que frenó el que estaba siendo sin duda, uno de los mejores derbis recordados entre Europa y Sant Andreu, todavía no se sabe cuando será reanudado un partido donde el futbol español queda retratado por enésima vez a causa de lo poco seguras que puede llegar a ser las infraestructuras de un futbol menos profesional que clama por inversiones y rehusa morir.