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La Galerna

·03 de outubro de 2024

¿Cómo se conjuga el verbo provocar?

Imagem do artigo:¿Cómo se conjuga el verbo provocar?

Una parte de la masa social del Atlético de Madrid, y del antimadridismo en general, tiene una peculiar manera de conjugar el verbo provocar. Por ejemplo, su presente de indicativo sería como sigue: yo no provoco, tú provocas, él provoca, nosotros no provocamos, vosotros provocáis y ellos provocan. Así, cualquier acto, por abyecto y detestable que este sea, queda automáticamente justificado porque ha sido precedido por una ofensa, casi siempre imaginaria. En cambio, el mismo hecho o uno incluso más grave, pero protagonizado por los suyos siempre tiene una consideración positiva. Sobran los ejemplos, recientes y lejanos, que ilustran su peculiar uso de este verbo.

Que un portero al que has estado insultando gravemente segundos antes se gire a celebrar un gol mirándote y haciendo un leve gesto con la mano es una afrenta inadmisible. El posterior (y anterior) lanzamiento de objetos con la intención de hacerle daño no es más que una mera consecuencia, probablemente merecida. En cambio, los continuos aspavientos, bastante más exagerados, por cierto, de tu entrenador hacia la grada en cada uno de los partidos en el Bernabéu desde hace más de diez años son una fantástica muestra de su pasión que a nadie puede enfadar. De hecho, nunca han provocado reacción alguna en la grada.


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Una parte de la masa social del Atlético de Madrid y del antimadridismo tiene una peculiar manera de conjugar el verbo provocar. Por ejemplo, su presente de indicativo sería como sigue: yo no provoco, tú provocas, él provoca, nosotros no provocamos, vosotros provocáis y ellos provocan

Un bailecito de Griezmann sacado de Fortnite en el estadio del Madrid en 2018 le convierte en un tipo divertido y acerca a los niños al fútbol. Y no debió de ser lo suficientemente inductor al odio, ya que en ningún momento le arrojaron ningún objeto, ni se generó polémica mediática alguna. En cambio, ese pérfido futbolista llamado Vinícius Junior ha tenido varias veces el atrevimiento de celebrar un tanto moviendo sus caderas, obligando a las aficiones rivales a vejarle sistemáticamente. El brasileño se pasa la vida faltando al respeto a rivales y árbitros sobre el terreno de juego, y esto es algo inapelable que sabemos gracias a avezados lectores de labios. Lástima que aquellos que transcriben para sus reportajes televisivos cada sílaba de cada palabra que pronuncia el 7 madridista no tengan la misma pericia para darnos a conocer la parte de la conversación en la que participan sus oponentes.

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Esto recuerda a aquel encontronazo entre Koke y Cristiano Ronaldo en 2016. Pudimos ver perfectamente que el portugués dijo: “Maricón sí, pero lleno de pasta, cabrón”, pero nunca las más de diez veces en que el centrocampista insultó a CR7. Simples casualidades.

Cómo no recordar aquella pancarta abominable en uno de los laterales del Bernabéu en 2017 que rezaba: ‘Decidme qué se siente’, acompañada por un mapa europeo con todos las ciudades donde el Madrid había conquistado Copas de Europa (desde entonces llegaron cuatro más). Aquella brutal afrenta contra el Atlético de Madrid fue sorprendentemente aprobada por la UEFA, que no vio en ella “nada ofensivo, ni insultos, ni nada por el estilo", según el diario Marca. Aquello acabó con el autobús del Madrid apedreado y familias merengues escondiéndose en portales ante la deriva violenta que se vivió en los alrededores del Calderón en el partido de vuelta. Por supuesto, la versión mayoritaria en la prensa fue que aquello se debió a la provocación pancartera. Mucho más animosas y coloristas (recurriendo a la terminología de Relaño) fueron aquellas pancartas tan sutiles como la del coche estrellado, o de un aficionado atlético con un hacha en la mano violando a una vikinga. Virtuosas muestras pictóricas que no se recuerdan, principalmente porque nadie en el bando madridista puso el grito en el cielo y ningún vocero rebuznó indignado en los medios de comunicación.

No hay provocación mayor que jalear a violentos a quienes has tenido que pedir permiso minutos antes para continuar jugando, tras paralizar un partido por el continuo lanzamiento de objetos. Ante ellos desfiló sumisa casi toda la plantilla del Atlético, que eligió agradecer a esa parte concreta de su afición el apoyo prestado, con lo que también aprobaron implícitamente su comportamiento

No se me ocurre una provocación mayor que salir a jalear a violentos a los que has tenido que pedir permiso unos minutos antes para continuar jugando, tras paralizar un partido por el continuo lanzamiento de objetos. Ante ellos desfiló sumisa casi la totalidad de la plantilla del Atlético, que eligió agradecer a esa parte concreta de su afición el apoyo prestado, con lo que también aprobaron implícitamente su comportamiento. Solo hubo una tibia reprimenda a un pequeño número de individuos y una intensa reivindicación de sanciones para el supuesto provocador porque club, técnico y plantilla no han considerado que lo que hizo el Frente Atlético sea reprobable. Y no se tomarán medidas contra esa violencia apelando a cualquier tipo de peregrina y poco creíble excusa. Este episodio se olvidará y volverá a ocurrir algo parecido, o quizás peor, en el siguiente derbi, en un bucle infinito que llevamos décadas viviendo y que se ha acrecentado tras la amargura rojiblanca de Lisboa y Milán.

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En mi opinión, el único error que cometió Courtois fue no advertir una tercera vez al árbitro de que se seguían arrojando cosas desde la grada tras el parón (Carvajal retiró varios objetos en los últimos minutos). Circunstancia que, según el protocolo, habría provocado la suspensión del partido y que el equipo local perdiera 0-3. Eso y un puñado de partidos con las gradas vacías es lo que merecían los violentos y los que desviaron de ellos el foco de la culpabilidad.

A la postre, todo se resume en que lo que se percibe como una provocación detestable si quien la realiza va de blanco, se ignora por su nimiedad si el protagonista viste otra camiseta

A la postre, todo se resume en que lo que se percibe como una provocación detestable si quien la realiza va de blanco, se ignora por su nimiedad si el protagonista viste otra camiseta. Y esto solo significa que el problema lo tiene el supuesto receptor de la afrenta, cuyo odio cerril al equipo al que más ha visto ganar (y que siga así mucho tiempo) le genera una frustración tan profunda que su mente convierte cualquier detalle en un ataque frontal a sus sentimientos. En ese plano de la realidad paralelo en el que Florentino es el amo del mundo (teniendo a la Liga, la UEFA y la RFEF en su contra), la prensa es totalmente madridista y los árbitros no dejan de beneficiar a su gran rival, a pesar de que se les haya condicionado en su contra con un delito continuado de corrupción deportiva, la mera existencia del Real Madrid ya es una provocación que los antis no pueden digerir.

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