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·13 de outubro de 2025

EL SALVADOR SIGUE LLORANDO TRAS DERROTA CON PANAMÁ

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El Salvador sigue con la polemica

El fútbol, en Centroamérica, rara vez se queda solo en el marcador. La histórica victoria de Panamá 0-1 sobre El Salvador en el Estadio Cuscatlán, un triunfo fundamental para la clasificación canalera, desató una ola de frustración y rabia en la afición salvadoreña que trascendió las críticas arbitrales. La respuesta más insólita y simbólica a la derrota llegó con la creación de un muñeco bautizado como el «Panameño Ladroncito», una figura que encapsula la indignación nacional y el sentimiento de haber sido víctimas de un despojo.

La noche del partido estuvo envuelta en una densa capa de controversia. Decisiones dudosas del árbitro Drew Fischer y el uso o no uso del VAR, principalmente en el gol panameño de José Fajardo, encendieron la mecha. Para la prensa y la afición salvadoreña, la derrota no fue deportiva, sino producto de un «robo» que ahora amenaza seriamente sus aspiraciones mundialistas. Video


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El Simbolismo del «Ladroncito»

La aparición del muñeco «Panameño Ladroncito» en redes sociales y en algunos círculos de aficionados no es un hecho aislado; es la manifestación cultural de una frustración colectiva. El término «Ladroncito» se dirige, de manera directa y simplista, a la Selección Panameña, sugiriendo que la victoria fue ilegítima y obtenida con la «ayuda» de las decisiones arbitrales.

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Arbitro Drew Fisher

Aunque el enojo se concentra legítimamente en el cuerpo arbitral, la figura del muñeco sirve como un blanco fácil para desahogar la frustración. Al nombrar al muñeco con la nacionalidad del rival, la afición salvadoreña convierte un fallo arbitral en una afrenta directa, calentando una rivalidad regional que siempre ha sido intensa. Este tipo de actos, comunes en el folclore futbolístico latinoamericano, demuestran que las emociones en las Eliminatorias rozan lo político y lo identitario.

Una victoria con sabor a polémica

Desde la perspectiva panameña, la victoria es histórica, pues rompe una larga racha sin poder ganar en suelo salvadoreño en Eliminatorias, y los tres puntos son de oro para la disputa del liderato del Grupo A con Surinam. Sin embargo, en El Salvador, la narrativa es diametralmente opuesta.

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Estadio Cuscatlán

(Photo by Alex Peña/Getty Images)

El entrenador de La Selecta, Hernán Darío ‘Bolillo’ Gómez, no se guardó nada al terminar el encuentro, criticando abiertamente las decisiones que, a su juicio, perjudicaron a su equipo. Las imágenes del gol de Fajardo, donde se cuestiona la posición de Michael Amir Murillo en la jugada previa, y la no sanción de un supuesto penal a favor de El Salvador, han sido el pan de cada día en los medios salvadoreños. El hashtag #RoboEnCuscatlán se popularizó como grito de protesta.

El «Panameño Ladroncito» es, en esencia, la respuesta caricaturesca a este grito. Es un recordatorio de que, a pesar de los resultados y el VAR, la percepción de la injusticia perdura y se traduce en símbolos que buscan inmortalizar el agravio.

Este incidente no solo tensa la relación entre dos federaciones, sino que asegura que el próximo enfrentamiento entre Panamá y El Salvador estará cargado de un componente emocional y de revancha que va más allá de la tabla de posiciones. El «Ladroncito» ha nacido en medio de la polémica para recordarle a Panamá que, en el Cuscatlán, la victoria les costó mucho más que tres puntos.

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