El Zaragoza se desnuda: confesiones y ultimátum para no desaparecer | OneFootball

La autocrítica de Fernando López ha marcado un antes y un después en el relato institucional del Real Zaragoza tras una de las campañas más complicadas de su historia reciente. En una comparecencia sin tapujos, el director general expuso con dureza la gravedad de la situación del club, asumiendo la responsabilidad por el rumbo deportivo y reconociendo errores colectivos e individuales: “Lo que me encontré al llegar era muy diferente a lo esperado”, admitió, señalando profundas carencias estructurales, falta de visión a largo plazo y una pérdida de identidad que ha lastrado al Zaragoza durante años, con episodios recientes de flirteo con el descenso incluidos.

López hizo especial hincapié en los problemas de infraestructura, describiendo la Ciudad Deportiva como un “desastre” y tildando las instalaciones de “tercermundistas”. Según el ejecutivo, mientras no se subsanen estos déficits, será prácticamente imposible competir por metas más ambiciosas en la categoría. Criticó también la inestabilidad interna, la falta de herramientas adecuadas para gestionar las adversidades y la ausencia de unos cimientos sólidos capaces de sostener el proyecto en los momentos de mayor presión.

En un ejercicio de transparencia poco habitual en los despachos del fútbol profesional, López apenas salvó la gestión financiera —que considera saneada— y la implicación de la SAD en la nueva Romareda, aunque reconoció que la verdadera fuerza impulsora detrás de este proyecto ha sido institucional, con la coincidencia política entre Gobierno y Ayuntamiento resultando determinante para el consenso. Hasta la inauguración del estadio, prevista dentro de dos años, entiende que el club está ante una oportunidad única de reescribir su historia reciente.

La autoevaluación del director general resulta especialmente relevante por llegar tras tres años de la actual propiedad al frente —lejos por tanto de ser autocrítica a corto plazo—, y señala de manera implícita a anteriores gestiones como corresponsables del estado del Real Zaragoza. El mensaje predominante es claro: si no se acometen cambios estructurales en la dirección deportiva, la elección de entrenador y el perfil de los jugadores, la reconstrucción será infructuosa, independientemente de los gestos autocríticos.

Con la plantilla bajo revisión total y una autodefinida responsabilidad de quienes hoy dirigen el club, el futuro inmediato exigirá decisiones valientes para revertir los daños. Como expresó López, el Zaragoza necesita “reformismo” a todos los niveles si quiere volver a aspirar a algo más que la supervivencia. Este reconocimiento de debilidades, aunque tardío y condicionado por la urgencia de la situación, supone un punto de partida ineludible: las palabras deberán ir seguidas de hechos si el club quiere recuperar una mínima estabilidad y credibilidad deportiva.

Source: El Periódico de Aragón