Ganador | OneFootball

Decía Kipling, en su célebre poema IF, que debía tratarse de igual manera al triunfo y a la derrota, esto es, como impostores, y tal enseñanza siempre ha sido una seña de identidad del Real Madrid, pues la acostumbrada victoria no le permite relajarse, y la puntual derrota no le permite rendirse. Ese ADN parece estar grabado en nuestro nuevo director técnico que, por cierto, no ceja en su empeño de ganar.

Xabi Alonso comenzó su andadura en el Real Madrid con un discurso alentador para los aficionados, pues se dirigió al corazón madridista: “Quiero que la gente se sienta orgullosa de cómo juega su Madrid”. Es un mensaje poderoso, que hacía tiempo que no se escuchaba y que hizo especial ilusión por el estado en el que recogía al equipo, producto de un modelo exitoso en el pasado bajo la batuta del gran caballero madridista, Ancelotti, y que fue excelente en su momento, pero ya acusaba la fatigada carencia de ideas.

El tolosarra está construyendo un Real Madrid con la aspiración de un juego vistoso y trabajado. De esto último comenzamos a ver sus consecuencias con una encomiable presión tras pérdida, pero sin olvidar -en el itinerario- la idiosincrasia madridista: ganar.

Es cierto que todavía no se observa la brillantez prometida, pero no es la nuestra una afición que demande una gran plasticidad si se consigue la victoria y si, en especial, se aprecia el esfuerzo y el trabajo, que parecen estar, por el momento.

Así, mientras Xabi construye la máquina y encaja las piezas, el combustible sigue llegando a modo de victoria. Sin embargo, como decíamos al principio, tal cosa no puede hacernos caer en el conformismo, pues queda camino por recorrer. El triunfo está llegando, y la derrota llegará -ojalá espere 51 encuentros consecutivos como lo hizo en el Bayern Leverkusen-, pero ambos impostores no pueden hacernos olvidar la promesa ilusionante por cumplir de nuestro entrenador, sentirnos orgullosos del juego de nuestro equipo, ni tampoco hacernos descuidar lo demostrado hasta el momento: Xabi Alonso era la apuesta correcta.

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