Revista MadridistaReal
·20 de outubro de 2025
La conexión Mbappé-Arda Güler vuelve a ser determinante

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·20 de outubro de 2025
Seis goles con participación directa de ambos confirman que el entendimiento entre el francés y el turco es ya uno de los pilares ofensivos del Real Madrid
Lo que empezó como un intercambio de destellos se ha consolidado en una asociación temible. Kylian Mbappé y Arda Güler no solo se entienden: se buscan, se potencian y se alimentan dentro de un ecosistema que los dos han acelerado con pura inspiración. Cada vez que coinciden en el campo, la sensación es que algo distinto puede suceder. Y, lo más importante, empieza a suceder siempre. El triunfo ante el Getafe no hizo más que reforzar esa evidencia: asistencia del turco, definición del francés, tres puntos más y un mensaje claro.
En lo que va de temporada —entre Liga y Champions— ya suman seis goles en los que participan ambos ya sea como pasador o rematador. No es casualidad que Xabi Alonso los junte siempre que quiere cambiar el ritmo del partido: uno acelera con balón, el otro rompe al espacio; uno piensa en décimas de segundo, el otro ejecuta antes de que el rival entienda lo que ha pasado. La química está instalada y no parece tener techo.
Mbappé está para marcar diferencias desde el primer minuto, pero quizá no esperaba encontrar a un aliado tan compatible. En Arda ha descubierto algo más que talento: alguien que interpreta el fútbol con la misma agresividad creativa. El francés está firmando cifras de estrella mundial, pero su impacto crece cuando tiene a un socio que no solo lo asiste, sino que lo libera. Cada desmarque suyo viene precedido de una mirada al turco. Todos los movimientos tienen intención.
Arda, por su parte, tiene en Mbappé el mejor escaparate posible para desarrollar su fútbol. No actúa como un secundario, sino como un igual dentro del reparto. Marca, asiste, inventa y decide. Lo extraordinario ya no es su técnica, sino su madurez competitiva: entra al campo con la autoridad de quien sabe que todo lo que toca puede convertirse en ocasión de gol. Y cuando la conexión se activa, el rival ya solo puede elegir cómo sufrir.