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·07 de novembro de 2025
La nueva versión de Iago Aspas

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Foto: Marta G. Brea / Faro de Vigo
Es muy probable que no comprendamos la verdadera magnitud de lo que representa Iago Aspas hasta el día en que cuelgue las botas. Suele ocurrir con los grandes jugadores, y el moañés no será una excepción. Aun así, incluso hoy, cuando todavía le queda mucho fútbol en las piernas, existe un consenso casi unánime entre el celtismo: estamos ante el mejor futbolista de la historia del club vigués.
Pero la grandeza de Iago Aspas va mucho más allá de las cifras estratosféricas que ha firmado a lo largo de su carrera. Con 38 años, ya no conserva aquella frescura ni la velocidad que enloquecía a las defensas, pero su cerebro sigue funcionando igual o incluso mejor que cuando tenía 23. Y Claudio Giráldez está sabiendo exprimir al máximo ese talento, especialmente en la Europa League, una competición que el técnico celeste parece haber reservado para su capitán, titular en los cuatro encuentros disputados hasta ahora.
Después de tantos años de sinsabores en el Celta, Aspas se está ganando un premio más que merecido. No es casualidad el excelente rendimiento del equipo en una competición en la que su buque insignia está al cien por cien: suma 316 minutos, adornados con dos goles y una asistencia en cuatro partidos.
Aspas también ha sabido interpretar su momento. Ha nacido un nuevo jugador, más cerebral, que se ha alejado del área para acercar la portería a sus compañeros. Aun así, seguirá marcando, porque lo lleva en la sangre. Pero ahora reparte lecciones desde el centro del campo, y el esquema que Giráldez propuso ayer —un 4-3-3 con los mediocentros a distintas alturas— le sienta como un guante. Es un planteamiento sofisticado, que le brinda espacio para moverse con libertad, con los extremos muy abiertos y un delantero centro por delante. Giráldez ya lo ensayó en verano y, como era de esperar, al canterano le va como anillo al dedo: entiende el fútbol como pocos.
Ayer volvió a ser clave —da igual cuándo leas esto—, manejando al equipo a su antojo y explotando las debilidades de una zaga croata plagada de grietas. Asistió a Pablo Durán en el 0-1 e inició la jugada del 0-3 con un pase profundo y medido para que Bryan Zaragoza solo tuviera que ceder de nuevo al delantero, que definió sin piedad.
Este nuevo Aspas no es mejor ni peor que el de antes: simplemente es otra versión, más madura y adaptada a sus condiciones actuales. Y, por lo visto, igual de decisiva. Cambiarlo todo para que todo siga igual.
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