La SD Huesca tiene un nuevo capitán eterno | OneFootball

No todos los encuentros de fútbol se recuerdan por los goles o por los puntos. Algunos quedan grabados porque marcan el pulso de la historia de un club. Eso es lo que sucede en el duelo de la SD Huesca ante la AD Ceuta. En él, su capitán alcanza los 282 partidos disputados en el fútbol profesional con la camiseta azulgrana. Una cifra mágica que le permite igualar al eterno Juanjo Camacho, hasta ahora el jugador con más encuentros en el escalón más alto de la entidad oscense.

El peso de la fidelidad en tiempos convulsos

El protagonista de este récord no es un futbolista cualquiera. Es el capitán, Jorge Pulido. El líder silencioso que supo mantener firme la bandera azulgrana incluso en los días más oscuros. En una época en la que lo institucional tambaleaba, en la que las salidas parecían el camino más sencillo, él eligió quedarse. Renunció a otras oportunidades para defender al Huesca cuando más lo necesitaba. Ese gesto, tantas veces invisible en el escaparate mediático, es hoy el verdadero pilar de su leyenda.

Datos que hablan de grandeza

Los 282 partidos profesionales no solo son una cifra redonda. Son también un espejo del compromiso. Desde su debut, el capitán ha vivido ascensos, permanencias sufridas y descensos dolorosos. Ha sido testigo de cómo El Alcoraz se transformaba en un estadio de Primera. Y de cómo el club crecía en infraestructura, en ambición y en identidad.

Como Camacho en su día, ha dejado huella más allá de las estadísticas. En cada niño que lleva su dorsal. En cada veterano que le aplaude sabiendo lo que representa.

Una leyenda del Huesca que sigue escribiéndose

Al igualar a Camacho, el capitán se sube a un podio reservado a los elegidos. Pero su historia no se detiene aquí. Cada nuevo encuentro será ya un récord en sí mismo. Cada minuto en el césped un ladrillo más en el monumento a la fidelidad que está construyendo. La SD Huesca, que tantas veces se ha nutrido de gestas discretas, tiene en él un ejemplo perfecto de lo que significa pertenecer a un club. Amarlo incluso cuando todo invita a marcharse.

La leyenda no se mide solo en títulos. Se mide en lealtad, en sacrificio, en resistencia. Y por eso, el capitán ya es eterno en El Alcoraz.