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·08 de novembro de 2024
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La Serie A se ha afirmado en los últimos años como un campeonato competitivo. La variedad de campeones del Scudetto en el último lustro certifica su condición de liga más que reñida. Sin embargo, el escalón a nivel cualitativo es notable respecto a la época dorada del calcio. Con frecuencia se evocan los años 90 como el momento cúspide de la Serie A. En aquella época, los futbolistas más deseados del planeta saltaban cada fin de semana a los campos de Italia.
Además de la cantidad de estrellas sobre el campo, la ausencia de un dominio claro resalta el brillo competitivo de aquella Serie A. Milan, Napoli o Juventus se arrebataban el cetro de forma continua. La presencia italiana se extendió al terreno europeo, donde nueve equipos distintos alcanzaron 25 finales durante la década de los 90. Los equipos italianos, además, se llevaron al Belpaese 13 entorchados europeos esa década.
El crecimiento de la Serie A había empezado en la segunda mitad de los años 90. El Napoli completó en 1984 el fichaje más importante de su historia. Diego Armando Maradona llegó procedente del Barcelona a cambio de 8 millones de euros. Desde el principio, el argentino conectó con la realidad de Nápoles: una ciudad en el segundo plano italiano, relegada por detrás de Roma y las imponentes ciudades del norte.
Maradona se encargó de situar Nápoles en el mapa. El club campano alzó sus dos primeros Scudetti en 1987 y 1990. Además, el Napoli se apuntó la Coppa Italia en 1987, la Copa de la UEFA en 1989 y la Supercoppa en 1990. Un equipo provincial sin apenas relevancia se convirtió por unos años en el rival a batir de la Serie A. Y Maradona, por su parte, pasó a ser una deidad en Nápoles, un símbolo de la ciudad.
El Milan respondió a finales de los 80 con varios golpes. Silvio Berlusconi, prácticamente un recién llegado al diavolo, contrató a Arrigo Sacchi como entrenador, y le proporcionó un equipo a la holandesa. Frank Rikjaard, Ruud Gullit y Marco van Basten representaron otra comunión eterna, la del Milan con los Países Bajos. Los triunfos en la Champions League en 1989 y 1990 marcaron la senda de un gigante del fútbol italiano.
Ancelotti, Rikjaard, Van Basten y Gullit durante su etapa en el Milan. Imagen: Simon Bruty/Allsport
Sacchi y algunos de los neerlandeses se marcharon poco después. Fabio Capello tomó la alternativa en el banquillo, y la plantilla acogió a figuras como Daniele Massaro o Roberto Donadoni, además de los emblemáticos Baresi y Maldini. Así, el Milan alcanzó tres finales consecutivas de la Champions entre 1993 y 1995. Fue en 1994 cuando los rossoneri se llevaron el título, después de ganar por 4-0 al Barcelona de Cruyff.
La Juventus había levantado la Champions en 1985, en una final marcada por la tragedia de Heysel en Bruselas. En los 90, sin embargo, aprovechó para formar una de las mejores plantillas del mundo. Roberto Baggio, Antonio Conte o Ciro Ferrara integraron al inicio de la década un equipo al que luego se sumarían Zinedine Zidane o Paolo Montero. Pero no todo fueron golpes de relumbrón, sino que la Juve también incorporó en 1993 a un joven Alessandro del Piero que acabaría pasando a los anales de la historia bianconera.
Zinedine Zidane fichó por la Juventus en 1997. Imagen: Claudio Villa /Allsport
Gran responsabilidad del éxito bianconero tuvo también Marcello Lippi, entrenador entre 1994 y 1999. No le pesó al técnico toscano el testigo que le dejó Trapattoni, y logró levantar nueve títulos colectivos. La Juve logró meterse en seis finales europeas en aquella década, triunfando en tres de ellas. La Vecchia Signora se llevó a Turín dos Copas de la UEFA (1990 y 1993) y, sobre todo, la Champions League del 1996. El conjunto dirigido por Lippi derrotó al Ajax en los penaltis en la final celebrada en el Olímpico de Roma.
La Serie A se caracterizó por ofrecer un amplio repertorio de equipos competitivos en Europa. Es el caso del Parma, que se apuntó las Copas de la UEFA en 1995 y en 1999. Los ducali vivieron su época dorada en un periodo en el que aglutinaron a varias estrellas incipientes. Con Gianluigi Buffon en la portería, Fabio Cannavaro y Lilian Thuram en la zaga y Hernán Crespo como punta de lanza, el equipo crociato puso Parma en el mapa europeo.
El Inter consiguió en los 90 tres Copas de la UEFA, a pesar de no tener presencia en la Champions. También la Lazio levantó un entorchado, en 1999 contra el Mallorca. Menos suerte tuvieron Roma, Fiorentina y Torino, que se fueron de vacío de sus respectivas finales. Y destaca el caso de la Sampdoria, que se plantó en la final de la Champions League de 1992 contra el Barcelona de Cruyff. Los blucerchiati, para sorpresa de todos, vendieron muy cara su derrota contra un Barça que acabaría alzando ese año su primera Orejona.