
La Galerna
·13 de julho de 2025
¿Los cuatro fantásticos, o los cuatro jinetes del Apocalipsis?

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·13 de julho de 2025
La temporada pasada, la llegada de un jugador top, que marca 50 goles por temporada, cambió el ecosistema de la delantera del Real Madrid. Ésto hizo que varios jugadores tuvieran que cambiar forzosamente su rol para hacerle hueco. A priori la idea era buena, sencillamente porque aportar tal cantidad de goles a un equipo te acerca a ganar títulos. En un ambiente favorable, esa incorporación puede incluso mejorar al resto de delanteros.
El problema fue el cambio de sistema que supuso, de 4-4-2 al 4-3-3, lo que significó que al perder un centrocampista. Los delanteros tuvieron que encargarse de tareas que antes realizaban otros. Y hay jugadores que esto no lo aceptan de buen grado.
Un breve apunte para situarnos: como norma general, el jugador por naturaleza es egoísta, siempre piensa que es el mejor y merece más. Más atención, más tiempo en la cancha, más salario. Si el jugador tiene ego, las estrellas tienen mucho ego, sin el cual probablemente no serían estrellas. Muchos buscan reconocimiento individual en forma de premios (que traen aparejados jugosos aumentos salariales, más impacto mediático, más campañas publicitarias, etc.) para lo cual necesitan su cuota de protagonismo, y a veces no están dispuestos a renunciar a estas prebendas, y juegan para ellos mismos en lugar de hacerlo para el equipo.
Sin embargo, un club piensa en el conjunto, y analiza si la llegada de una nueva pieza en la delantera puede mejorar la aportación total de sus integrantes. Y en este caso se llegó a la conclusión de que sí. Si todos ponían de su parte.
La teoría es fácil de explicar, pero vamos a lo ocurrido en la práctica:
Rodrygo
El año anterior a la llegada de Mbappé jugó como doble punta junto a Vinicius, más centrado, como a él le gusta y se ha encargado de recordar en varias ocasiones, siendo parte importante del doblete (liga, Champions) que se ganó aquella temporada.
La llegada de Mbappé le desplazó al extremo derecho, y sus números bajaron ostensiblemente. Muchas veces tenia que marcar a su lateral, cosa que no ocurría en la anterior campaña. Dedicaba parte de su esfuerzo a defender, en lugar de hacerlo totalmente en atacar para marcar o asistir, y destacar ante el ojo público. Descontento con su situación personal en el equipo, acabó presuntamente borrándose cuando todavía estaba la liga en juego, alegando problemas emocionales. Motivo por el cual quizá sea traspasado este mismo verano.
Bellingham
La temporada anterior a la llegada de Mbappé, jugó de media punta con mucha llegada al área. Una posición en la que no había jugado nunca en su carrera. Que tenía en su libreto Carlo Ancelloti, y ya había probado anteriormente con Kaká. Y acabó dando magníficos resultados, llegando a marcar más de 20 goles esa temporada.
El gol es algo adictivo, un subidón de felicidad y euforia al que, una vez acostumbrado, es muy difícil renunciar sin pasar el síndrome de abstinencia. Con la llegada de Mbappé se reducían las veces que Jude podía llegar al área, y por tanto su aportación goledora menguó, teniendo que dedicarse más a labores defensivas, como tapar la salida del medio centro rival, o replegar para defender en bloque bajo. Algo que en muchas ocasiones dejaba de hacer, quedando el equipo partido en un 4-2-4.
Vinicius Jr.
Se trata de un jugador que estuvo sumamente ilusionado en ganar el Balón de Oro, merecido tras tantos años de trabajo y buen juego, después del sufrimiento pasado por el acoso mediático padecido a su llegada. Cuando finalmente pensó que iba a materializar su sueño, le robaron descaradamente el premio, lo cual le afectó seriamente a nivel emocional, volviendo a sufrir las burlas de los antimadridistas.
No se ha recuperado futbolísticamente desde entonces. Sus números y su juego han bajado preocupantemente en 2025. Y ahora se encuentra en una situación muy comprometida, tratando de reencontrarse a sí mismo y su juego. Quién sabe si pensando todavía en ganar el próximo Balón de Oro.
Mbappé
Llegó como la estrella ansiada después de tantos años. Claramente fuera de forma, lesionado semanas antes en la Eurocopa, después de haber pasado dos años muy problemáticos en su anterior equipo, rozando el mobbing. Su juego al principio fue decepcionante. No daba un pase a tres metros. No controlaba una balón. No chutaba a portería. Se trastabillaba cuando intentaba un regate. Fallaba penaltis, no presionaba...hasta que comenzó a marcar goles, y más goles. Algunos en partidos muy importantes, como contra el City o el Barça.
Quizá ese resurgir de Mbappé llegó demasiado tarde, cuando el resto de compañeros de ataque ya se habían cansado de trabajar infructuosamente para que él tuviera más facilidad de adaptación. Y, cuando finalmente despertó de su letargo, los focos y la atención giraran principalmente hacia él.
La cuestión es que nos encontramos en el escenario más temido ante la llegada del nuevo gallo al corral. Es decir, que el resto de gallos ya no quieren trabajar para el nuevo. Ya nadie corre. Ya nadie presiona. No hay jugadas combinativas. Y, en lugar de sumar, ha ocurrido lo contrario. ¿Quién es culpable? Para mí, los cuatro señalados tienen cada uno su parte de culpa.
Se ha llegado a un punto en el que la solución más rápida es la salida de uno de los delanteros. El que menos rendimiento ofreció la temporada pasada. Sin embargo, con ello no se resuelve el problema de los roles de cada jugador, ya que todos quieren mantener el estatus que tanto les ha costado conseguir.
Si el entrenador no es capaz de convencerlos del papel que les toca jugar este año, y de poner sus cualidades al servicio del equipo, el resultado va a seguir siendo el mismo.
Esperemos que Xabi sea capaz de revertir la situación. De lo contrario, vamos a perder otra temporada, y vamos a tener que hacer cambios aún más drásticos en la parcela de ataque la próxima.
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