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La Colina de Nervión

·14 de outubro de 2024

Los eternos perdedores simpáticos

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Otro maldito parón, los aborrezco. Once jugadores, entre selecciones absolutas y sub-21, salen desde el Sevilla Fútbol Club para el mundo, hoy lunes tenemos un Francia-Bélgica con Badé y Lukebakio en sana competencia. Para ser un club que está en las últimas, como dicen los tristes, no está nada mal. Pero vamos a lo nuestro. En esta semana muchos comentaristas deportivos se han hecho la pregunta que encabeza este post: ¿Por qué el Real Betis no nos gana casi nunca? Ahí va un modesto intento de explicación racional a lo maravilloso que vivimos el otro día en el Pizjuán en su más reciente capítulo.

El historial de enfrentamientos entre el Real Betis Balompié y el Sevilla Fútbol Club en todas las competiciones muestra un claro dominio del Sevilla Fútbol Club. Hasta octubre de 2024, los equipos se han enfrentado en 140 encuentros oficiales, de los cuales el Sevilla Fútbol Club ha ganado 65 partidos, el Real Betis ha ganado 40, y 34 terminaron en empate. Si queremos calcular la probabilidad empírica de que el Real Betis gane un próximo partido basándonos en estos datos, sería de 28.57%. Por lo tanto, históricamente, el Real Betis tiene aproximadamente un 28.57% de probabilidad de vencer al Sevilla en futuros encuentros, tomando en cuenta los partidos hasta la fecha.


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Y es que la historia pesa en el cerebro social de los dos clubes. A unos los resucita y a otros los deprime. Ciertamente, Pellegrini, el mejor entrenador que se ha sentado en el banquillo local del antiguo estadio municipal de la avenida de la Palmera, ha empeorado los números pero no tanto. Máxime si tenemos en cuenta que al ingeniero le ha tocado al final del túnel de la historia con todo el peso de la funesta tradición sobre sus hombros. El cerebro social existe y no es solo una metáfora más o menos afortunada. Son los mecanismos moleculares y celulares, los circuitos neuronales y los cálculos neuronales que sustentan los comportamientos e interacciones sociales lo que constituyen el cerebro social.

Hay un cerebro social bético y hay un cerebro social sevillista al igual que lo hay español, andaluz o egabrense. El cerebro social de las criaturitas almacena una información emocional distinta de los derbis que el palangana. Esto, por mucho que clame la prensa deportiva sevillana, no hay psicólogo que lo arregle a corto plazo. Es tal el caudal de señales que les llega a equipo y técnicos desde el ambiente que cualquier estrategia conductual puede obtener éxitos momentáneos, pero a la postre el regreso a la media se impone.

Si miramos otros derbis, veremos que la diferencia de probabilidades entre los dos equipos de una ciudad-estado como Madrid, a pesar de la enorme distancia de títulos y potencial económico que se da entre Real y Atlético, es solo un poco más baja (25% frente a 28%) en contra del Atlético, que la que se produce entre Sevilla Fútbol Club y Real Betis, sin que aquí se dé ese foso que distancia económicamente a unos y otros. El valor de mercado de la plantilla del Real Betis (192 millones), mientras que el valor de mercado de la plantilla del Sevilla Fútbol Club es de 173 millones. Por contra el Real Madrid casi triplica el valor de mercado al Atlético.

¿Cómo interviene este cerebro social para que Sevilla Fútbol Club y Real Betis sean tan divergentes en los derbis? ¿Bajan con la calculadora los jugadores al césped? Evidentemente no. Hay dos factores que moldean las creencias y las expectativas de los jugadores en el terreno de juego hasta darle alas o plomo en las piernas y en la coordinación del sistema cognitivo del futbolista: la cultura organizacional del club (o) y el ambiente social (a) que atrae la entidad. Lo primero (o) es relativamente fácil de cambiar modificando estilos, hábitos, talante de afrontamiento, manifestaciones públicas etc.

Ojo, no digo que sea muy fácil el cambio y a las pruebas me remito. Hasta ahora ni técnicos, ni directiva, ni liderazgo en el vestuario del Real Betis han sido capaces de operar la mutación. Pero podría ser que en un futuro próximo esto cambiara, no es descartable. De hecho, yo estoy convencido de que tanto Pellegrini como la diligencia bética son conscientes de la necesidad de ese cambio y han hecho esfuerzo por ello mismo. Entonces ¿qué falla? Falla el segundo factor (a), el ambiente social que rodea al Real Betis.

Y cambiar el ambiente social, eso sí que es muy difícil, y ahí directivos o técnicos tienen poco margen de maniobra a corto y medio plazo. Entre otras razones por las cuales ellos mismos al final son víctimas de este ambiente ante la rigidez tenacidad que muestra este a lo largo del tiempo. Por eso siempre tienden a escudarse en cierto pensamiento mágico para explicar el reiterado fracaso: la suerte, Medina Cantalejo, el escudo tachado de Isaac, el supuesto teatro de Jordán o las papillas del doctor Escribano. No saben bien el daño que le hace al club de la Palmera las denuncias ante el comité de violencia deportiva o el lloriqueo de Llorente y las acusaciones al árbitro. Con todas esas señales están empezando a perder o a no ganar el próximo derbi porque están reforzando la peor cultura organizacional del Real Betis y dándole grasa al ambiente del «manquepierda».

No solo es difícil cambiar el ambiente por falta de retornos positivos inmediatos, sino que en este campo el Sevilla Fútbol Club tiene mucha más ventaja que el Real Betis precisamente por todo aquello que las criaturitas consideran ventajas frente al sevillismo. A saber… El club del final de la Palmera tiene muchos más simpatizantes tanto entre los aficionados al fútbol como entre los que confunden el balompié con el waterpolo. Esto es así especialmente fuera de Sevilla pero también en la ciudad aunque en mucha menor medida. Una evidencia científica constatan múltiples encuestas de opinión generalistas y deportivas. La extensión y carácter difuso de los componentes de este ambiente social que rodea al Real Betis hace muy difícil la intervención directa de la inteligencia del club (directivos o técnicos) para cambiar este rol de equipo simpático y perdedor. Esta imagen ha sido construida y reforzada hasta el paroxismo con Lopera y Joaquín, ‘El Risitas’ o la duquesa de Alba; por los medios de comunicación madrileños que controlan casi completamente el cotarro y aborrecen a todo aquel viniendo del sur osa contestar al chiringuito (nunca mejor dicho).

Por el contrario, el ambiente social del “puto Sevilla” tiene una extensión mucho más reducida tal forma que todo aquel simpatiza con el Sevilla tiene una relación directa con el club por vía gentilicia o por devoción con la ciudad. El Sevilla Fútbol Club es el único gran club europeo que no tiene apenas apoyo mediático; hasta los medios locales tienen dividirse por aquello simulación neutralidad ciudad partida dos partes. Que un club consiga siete Europa League sin apenas simpatizantes España proeza inopinada nosotros nosotras podemos mudar nuestra cultura organizacional (o) nuestro ambiente social (a) relativa facilidad grandes costes ellos no ellos seguir siendo ellos eternos perdedores dependen medios Madrid quieren así centenares miles simpatizantes simpatizan bufón marmota sur.

El animal humano, como todo ser vivo, se comunica por medio de señales que tienen un efecto causal de transducción en el sistema neurológico que activa las conductas. En biología evolutiva, la teoría de señales es un cuerpo de trabajo teórico que estudia la comunicación entre individuos. La cuestión central se presenta cuando se debe esperar que los organismos con intereses en conflicto se comuniquen con honestidad (considerando que no hay una intención consciente) en lugar de deshonestamente. El Real Betis es honesto en su sistema de señales, son lo que parecen ser: eternos perdedores simpáticos y esa tendencia, como he tratado de explicar a lo largo del este largo post, no parece que de momento vaya a cambiar. Y cuidado, hablo de tendencias, no de este o aquel resultado concreto, como el del 1-0 de la otra tarde que todavía palpita en nuestra bendita memoria bayesiana.

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