DaleRojo
·16 de maio de 2025
Medellín aplazó su clasificación a los cuadrangulares

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·16 de maio de 2025
Parce, otra vez nos tocó morder el polvo en el Atanasio. Independiente Medellín cayó 1-0 frente al Tolima en una noche donde tuvimos la pelota, la intención y hasta la ilusión… pero nos faltó lo más importante: meterla. El gol se nos volvió esquivo, como esa tusa que no se supera, y así nos tocó ver cómo la victoria se nos escurría como agua entre los dedos.
El equipo salió con ganas, parcero. Hubo actitud, hubo presión, hubo intención de buscar el partido desde el arranque. Pero cuando se perdona tanto, el fútbol te cobra. Y sí, nos cobró caro. En una jugada rápida, Tolima la mandó a guardar y después se dedicó a lo suyo: enfriar, aguantar y esperar. Nosotros nos quedamos con las ganas, con los “uy” y con la garganta seca de tanto gritar sin celebrar.
No se trata de dar palo, porque esto es con amor y con aguante, pero hay que decirlo: otra vez fallamos en la definición. Creamos, llegamos, tocamos… ¿y el gol? Bien, gracias. Esa falta de contundencia nos está pasando factura y nos tiene haciendo cuentas para clasificar, cuando esto ya debió estar listo hace rato.
Y sí, seguimos con 29 puntos. Estamos vivos, todavía con posibilidades, pero el margen se nos achicó. Ya no hay espacio para más errores. Cada partido que viene es una final, una batalla por el honor, por la historia, por ese escudo que llevamos en el alma desde pelados. Así que, jugadores, cuerpo técnico, hinchada: ¡esto es todos con todos o nada!
Al Atanasio lo volvimos a meter 25 mil con fe, con banderas, con cantos y con amor del bueno. Pero salimos cabizbajos, no por falta de apoyo, sino porque el balón no quiso entrar. Y ojo, esto no es resignación, es más bien un llamado a levantar cabeza. Si algo tiene este equipo y esta hinchada es que nunca se rinde, así nos den duro.
Parceros, la clasificación a los cuadrangulares no se fue, solo se aplazó. Pero necesitamos que el equipo reaccione ya, que afile el ataque y no le tiemble el pulso cuando tenga el arco de frente. Que cada llegada se sienta como un rugido poderoso, que la pelota bese la red y no se pierda en lamentos.
Nos vemos en la próxima, con la frente en alto y el alma lista para seguir creyendo. Porque si algo hemos aprendido siendo del DIM es que ser hincha del Poderoso no es por moda, es por pasión, por historia y por amor eterno. Vamos pa’ lante, que esto no se ha terminado. ¡Vamos Medellín, carajo!