Ulsan Huyndai, 0 - Mamelodi Sundowns, 1: The sky is the limit | OneFootball

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La Galerna

·18 de junho de 2025

Ulsan Huyndai, 0 - Mamelodi Sundowns, 1: The sky is the limit

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Mundial de Clubes (II)

Junio es un mes de cumpleaños en Estados Unidos. El otro día celebró el suyo Donald Trump y hoy celebro yo el mío. Nadie me ha montado un desfile militar, pero la FIFA ha tenido a bien colocar en el día de hoy el debut del Real Madrid en el Mundial de Clubes para regalarme una alegría. O no. Ya veremos.

Sea como fuere, y dado que, como ya saben, me hallo en Florida haciendo de (más o menos) corresponsal para La Galerna, ayer decidí celebrar mi cumpleaños por adelantado. La vida del corresponsal es dura y solitaria, así que opté por pasar la víspera de mi aniversario en el que es, oficialmente, “The Happiest Place on Earth” (el lugar más feliz de la Tierra): Disney World Orlando.


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Florida es un Estado donde hay más parques temáticos que habitantes: solo Disney ya tiene cinco, el más pequeño de los cuales tiene la extensión de una pedanía gallega; los estudios Universal tienen siete, además está Sea World Orlando, en cuyo tanque de mamíferos marinos metieron a Jordi Alba cuando fichó por el Inter de Miami, hasta que el personal del parque reparó en que el resto de ballenas no le entendía una palabra, así que concluyeron que era una persona… Hay incluso un parque de atracciones denominado Holy Land Experience, una recreación de los escenarios más emocionantes de la Biblia (desde el monte Moriá hasta el Templo de Salomón) que promete una experiencia “divertida a la par que ecuménica”.  Me confirman que Luis de la Fuente va todos los años.

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Decidí pasar la víspera de mi cumpleaños en Disney World, donde existe una recreación a escala real del Halcón Milenario, cebo irresistible para los de mi generación. Me hice fotos con Pluto y el Pato Donald, monté en todas las montañas rusas y me compré una túnica de maestro jedi. Y justo cuando mejor me lo estaba pasando, me llamó don Frank, redactor jefe de La Galerna.

Dijo don Frank que ya estaba bien de hacer el vago y que me tocaba ponerme con la crónica del partido entre el Ulsan Hyundai y el Mamelodi Sundown. Pensé que don Frank me estaba tomando el pelo y que se estaba inventando nombres de equipos que no existen. Pero no: son reales. Y ayer jugaron aquí, en Orlando.

Como yo lo de la corresponsalía me tomo muy en serio, nada más salir de Disney World acudí con presteza a la rueda de prensa que ofrecían los entrenadores de ambos equipos. Habría preferido cubrir la de Xabi Alonso, pero esa estaba petada y no dejaban entrar a cualquiera. En cambio, en la del Ulsan Hyundai la asistencia era más bien precaria. Su entrenador me concedió la palabra de inmediato.

—Sí… Luis Montero, para La Galerna. Tengo dos preguntas: una, ¿quién es usted? Y dos, ¿qué equipo es este?

A continuación, me mostraron la puerta de salida. Supongo que no me entendieron bien dado mi escaso dominio del coreano.

Porque el Ulsan es un equipo de Corea del Sur, no sé si lo he mencionado antes. Fundado en 1986 por la casa Hyundai, ganador de una Copa de Asia y con poca tolerancia a los corresponsales novatos.

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Acudí después a la rueda de prensa del Mamelodi. Esta vez dispuesto a quedar en mejor lugar. Me lo curré bastante: aprendí todo lo que pude sobre dicho equipo y pergeñé una inteligente e incisiva pregunta futbolística. El Mamelodi Sundowns es un equipo sudafricano de Pretoria cuyo nombre significa “Amaneceres de Mamelodi”, que suena como a marca de suavizante; de modo que un partido entre el Ulsan Hyundai y el Mamelodi es como si en La Liga se enfrentaran el Seat FC contra el Mimosín, o algo parecido. El escudo del equipo de Pretoria representa una mano señalando con el índice hacia una estrella que simboliza la única Copa de África que tienen en su palmarés. Si el Mamelodi fuera el Atlético de Madrid, la mano sería un puño cerrado. O con el anular levantado en su versión Frente Atlético.

Nada más entrar en la rueda prensa, formulé la pregunta que tan minuciosamente había preparado. Esta vez no haría el ridículo:

—Buenas… Luis Montero para La Galerna: en el partido contra el Hyundai, ¿planea una disposición 4-3-3, buscando amplitud de bandas, o un sistema de juego por incorporación y ocupación con doble línea de centrocampistas?

—Perdone, ¿lleva usted puesta una bata y unas orejas de ratón Mickey?

—No es una bata, es una túnica de maestro de jedi.

Me volvieron a echar sin contestarme ni nada. No me lo explico.

Ayuno de declaraciones impactantes de los entrenadores de ambos equipos, me dirigí al Exploria Stadium de Orlando para ver el partido.

La asistencia, para qué nos vamos a engañar, fue más bien escasa. Por el motivo que sea, a los habitantes de Orlando no les interesa ver un partido entre un equipo surcoreano y otro de Pretoria y la ocupación de las gradas fue del 13 %. Ciertamente, a los John y Jeanne Doe de esta Tierra de Libertad el “soccer” no es un deporte que les apasione. Su lista de competiciones deportivas favoritas está encabezada por el fútbol americano, el baloncesto y el béisbol. Después, muchos puestos por debajo, está el soccer, justo detrás de la Liga Universitaria de Deletreo y tan solo por encima del “buzkashi” afgano, que es una especie de polo que se juega a caballo utilizando el cadáver de una cabra como pelota.

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Había poco público en las gradas. Unos cuantos coreanos con aspecto de estar más perdidos que Arda Güler en un coro rociero y unas decenas de sudafricanos que, estos sí, mostraban un enorme entusiasmo. Ellos inventaron la vuvuzela, no lo olvidemos. Capitaneando la grada de animación, la mujer más enorme que he visto en mi vida, vestida de amarillo y verde y con tocado de plumas, parecía una suerte de princesa nubia. Lo cual me recordó a aquella vez, en la coronación de Isabel II de Inglaterra, en que la reina Salota de Tonga circuló en carroza abierta por las calles de Londres camino a Westminster, junto con la comitiva de autoridades invitadas. La reina Salota, que era inmensa, repartía saludos a diestro y siniestro con sus brazos como jamones. En el carruaje la acompañaba un hombre que a su lado parecía un pigmeo.

—¿Quién es el caballero que está a su lado? —preguntó alguien.

—Creo que es su almuerzo —respondió Noel Coward.

La entusiasta fan emplumada del Mamelodi me recordó a la reina Salota, aunque si hubiera tenido que comerse al resto de los presentes en la grada, se habría quedado con hambre.

El partido se aplazó por alerta meteorológica. Aquí, en Orlando, las tormentas son tan fuertes que su sola amenaza tiene dos consecuencias inusitadas: retrasar eventos deportivos y lograr que los jugadores del Atleti salgan de la piscina del hotel para entrenar un poco.

El encuentro comenzó finalmente con una hora de retraso. Ambos equipos saltaron al campo. En la alineación sudafricana: Mothiba, Bathusi, Divine Lunga, Teboho Mokoena y Khuliso Mudao entre otros. En la surcoreana: Seung-Beom, Lee Jynhuyn, Yong-Gwon, Kang Song-Woo y Eon Yong-Sang. Habría dado media vida por escuchar este partido narrado por Juan Carlos Rivero. Solo al tratar de recitar las alineaciones habría tenido un infarto cerebral o invocado a los dioses primigenios.

Por mi parte, la única persona que me sonaba de algo de las que corrían por el campo era el árbitro, que no era otro que el inefable “Dirk” Turpin, que es quizá el más inútil de toda Europa. Me hizo ilusión verlo a pesar de todo, como cuando los españoles viajamos a un país raro y exótico y nos topamos con un murciano; que no hay país del mundo, por recóndito que sea, donde no haya un señor de Murcia.

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El encuentro terminó en victoria para los sudafricanos, los cuales jugaron bastante mejor que el Inter de Miami. En el ámbito de los torneos de fútbol se abusa del término “tapado”, como en el CTA se abusa del término “honradez”, pero no me sorprendería que el Mamelodi fuera el tapado de esta competición. Auténtico “football for the fans” lo de este torneo, por mucho que lo desprecie el Barça, el cual haría bien si en vez de quejarse tanto se planteara el motivo por el que un equipo como Mamelodi reúne más méritos que el club blaugrana para participar en esta competición. Aunque imagino que gran parte del desprecio del Barça viene del hecho de que tanto el Mamelodi como el Hyundai se han embolsado 10 millones de euros solo por pisar césped ayer por la noche. Eso sí que es de verdad fútbol para los fans.

Dice Javier Tebas que “haré todo lo posible para que el Mundial de Clubes no se vuelva a celebrar.” Bien. Yo haré todo lo posible por tener un dinosaurio. Y mucho me temo que hay más posibilidades de que yo pasee por el parque con un pterodáctilo al que llame Señor Bigotes que las que existen para que don Javier cumpla su objetivo.

El Mamelodi Sundowns tiene un lema que figura en su escudo: “Sky is the Limit” (el cielo es el límite), y gracias a su victoria de ayer, tienen al menos la esperanza de cumplirlo. Eso es bonito. Por mucho que le fastidie a Javier Tebas, cuya divisa podría ser “La Desvergüenza es el Límite” si no fuera porque ni siquiera esta le marca un tope para sus declaraciones. En tal caso, “Plus Ultra” le resultaría mucho más adecuado.

Pero, en fin, me voy a soplar las velitas de mi tarta junto con la afición del Mamelodi en Orlando, que son pocos, pero creo que hacen unas fiestas estupendas.

Devolvemos la conexión.

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