Nacional Es Pasión
·05 de novembro de 2024
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·05 de novembro de 2024
El análisis de Juan Felipe Velásquez.
Hinchas verdolagas, el empate contra Santa Fe nos dejó un sabor agridulce. En el Atanasio, aunque sin público debido a la sanción vigente, vimos a un Nacional superior en cancha, imponiendo su estilo, dominando la posesión y llevando el peso de las acciones ofensivas. Desde el inicio, se notó que Nacional estaba un paso adelante, mientras que Santa Fe se reducía a los contragolpes, defendiendo como podía ante los embates del Verde. Ese gol temprano de Kevin Viveros, aprovechando una gran asistencia de Edwin Cardona, fue un reflejo del poder ofensivo que el equipo puede desplegar cuando está sincronizado. Sin embargo, la rápida respuesta de Santa Fe trajo de vuelta los viejos fantasmas: una igualdad que desinfló un poco al equipo y mostró las lagunas de consistencia que aún persisten. Porque cuando Nacional se encuentra, su juego es agradable y colectivo, un espectáculo que todos disfrutamos. El problema es que estos destellos de grandeza suelen durar solo unos 15 o 20 minutos por partido. Ahora, con el paso a los cuadrangulares asegurado, tenemos la esperanza de que el equipo logre la estabilidad que necesita. Y hay un rumor que entusiasma: se especula que Nacional podrá recibir público para el próximo encuentro, nada menos que el clásico paisa ante el DIM. Tener a la hinchada en las tribunas sería un impulso importante para el equipo, que suele crecerse con el apoyo de su gente. Pero no solo la hinchada debe aportar. El DT Efraín Juárez está trabajando en dar profundidad a la plantilla y en encontrar el equilibrio que permita a todo el equipo llegar en óptimo nivel a las finales. Sin embargo, el camino no ha sido sencillo. El equipo parece sumido en una especie de “sube y baja” en cuanto a rendimiento individual. Cuando uno de los jugadores está en su mejor momento, otro baja su nivel; y cuando aquel recupera su forma, el primero cae en rendimiento. Es un ciclo que Juárez y el equipo deben romper para aspirar a algo grande en diciembre. Este tipo de inestabilidad es perjudicial y le impide a Nacional mostrar la fuerza de su mejor fútbol de manera constante. La gran pregunta que queda en el aire es si Nacional logrará transformar estos destellos de buen fútbol en una identidad de juego sostenida. Para ganar campeonatos, no basta con tener momentos brillantes; se necesita constancia, compromiso y un rendimiento sólido que supere las adversidades. El Verde tiene el talento y el potencial para lograrlo, pero necesita que todas sus piezas encajen al mismo tiempo. Un equipo que quiere pelear en instancias finales no puede permitirse depender de individualidades esporádicas, sino que debe mostrar un bloque compacto que respalde cada ataque y cada defensa como un solo cuerpo. Pero, hinchas verdolagas, no nos confundamos: el talento está. El equipo tiene los recursos, y en los cuadrangulares tenemos una nueva oportunidad para ver a Nacional alcanzando su potencial completo. Es el momento de romper con los altibajos y encontrar esa chispa que lo lleve a desplegar su mejor versión. La hinchada, en el Atanasio, dará ese empuje que solo el jugador número 12 puede dar. Así, todos juntos, soñaremos con ver a un Nacional grande, sólido y consistentemente dominante, como merece esta camiseta y su historia.