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La Galerna

·18 de novembro de 2024

Viaje en el tiempo

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Buenos días, amigos. Jorge Martín se ha proclamado campeón del mundo en MotoGP, convirtiéndose en el quinto español que lo logra. Enhorabuena a Jorge Martín. Las consecuencias de este gran logro desde la óptica madridista, que es de lo que se habla en esta publicación, son inexistentes.

Cabría pensarse que, a resultas de esto, las portadas del día son sosas desde un punto de vista vikingo. Sí y no. Nos sirven, en primer lugar, para ponderar la inmensa originalidad de la prensa deportiva patria, siempre a la vanguardia, siempre original, jamás deslizándose por la pendiente del lugar común y buscando continuamente el distinguirse de sus competidores.


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Ole, ole y ole. Un ole por cada una de las tres publicaciones que han optado por el plagio con triple tirabuzón y balcones a la calle más impactante desde que Ana Rosa Quintana le salió la misma novela que a un señor de Teruel por culpa de un error informático.

Falta por dilucidar quién ha plagiado a quién. Puestos a copiar, por lo menos podían haber sepultado su originalidad a coste de un logro portadil más afortunado. Comprometer tu originalidad para poner “Martinator” no es como si te hubieras apropiado intelectualmente, de manera indebida, de ningún hito literario.

Las referencias a la célebre película de James Cameron y Schwarzenegger, en todo caso, son comunes en la prensa deportiva que padecemos. No hace tanto que algún rotativo catalán titulaba “Ferminator” para referirse al jugador Fermín, que milita en el club cliente de Negreira. Si Martin y Fermín son nombres que pueden ser adaptados a la manera del clásico de ciencia ficción entendemos que es porque ambos acaban en “-in”, ya que es la única cosa que tienen en común. Nosotros en La Galerna tenemos a Cosinator, que lo mismo te valora al árbitro del partido que te indaga en la identidad del futbolista del Real Madrid que combatió en la I Guerra Mundial.

Terminator, como también sus secuelas, trata sobre el viaje en el tiempo. Es un género (o subgénero dentro del cine fantástico) que nos encanta. El bueno de Arnold es enviado al pasado para evitar el nacimiento del jefe de los rebeldes. Se rumorea en los mentideros hollywoodienses que hay en marcha una nueva secuela en la que Paco Buyo (el sosias madridista de Schwarzenegger) viaja a la década de los sesenta para impedir que un adolescente Enríquez Negreira se dedique al arbitraje. Los métodos utilizados por Buyo para convencer al joven Negreira de que tome un camino distinto al de impartir justicia (¿?) sobre el césped son menos taxativos que en los del filme original, y no involucran el uso de la violencia.

En la película que se está gestando, Paco Buyo se gana la amistad del teenager Negreira haciéndose pasar por propietario de una tienda de discos de importación, atrayéndolo a su establecimiento y haciéndole escuchar a los Beatles, la banda de moda más allá de las fronteras. El objetivo es lograr que, en el futuro del chaval, el silbato sea sustituido por un bajo Hofner con el que Negreira emulará a Paul McCartney.

La cosa sale bien hasta cierto punto. Seducido por las melodías irresistibles del cuarteto que está conquistando el mundo, el joven ahuyenta la incipiente vocación arbitral y monta un cuarteto llamado La Torrada, con el que hará fortuna en bautizos, bodas y comuniones de la Ciudad Condal. Su sencillo “Neutralidad”, incluido en el álbum “17 años”, hace furor en los guateques de la época, lo que lanza definitivamente al estrellato al conjunto. Preguntado por la canción, en entrevistas posteriores, el púber José María revela que la letra está inspirada en un extraño sueño. “Un hombre inmensamente gordo sobre un carro propulsado por meretrices eslavas me hablaba de un futuro alternativo a la música, un porvenir lleno de lujo y hetairas. Por fortuna, convertí el sueño en canción y no me desvié de mi destino musical”.

Ufano, Buyo considera que su labor está cumplida y retorna al futuro, apareciendo en el plató del Chiringuito, en medio de gran acompañamiento pirotécnico, justo cuando el Lobo Carrasco se autoproclama Balón de Oro de 1985 sin necesidad de viajar en el tiempo ni nada.

Pero las cosas en el pasado no quedan como Paco pretendía. Un contraespía de la resistencia llamado Fonsi se presenta en Santander en torno a las mismas fechas para reforzar la vocación arbitral de Victoriano Sánchez Arminio e ir convenciéndole, ya desde muy temprana edad, de que en realidad no necesita de ningún vicepresidente para amasar una fortuna como trencilla primero, y después como dirigente arbitral. Buyo recibe la noticia en plena retransmisión del programa de Pedrerol y lo abandona en el acto, precipitándose dentro de la máquina del viaje en el tiempo para trasladarse a Cantabria en 1962 y combatir las tretas de Fonsi convenciendo al inocente Victoriano de que abra una mercería en la zona de El Sardinero.

El guion está encima de la mesa de los más afamados productores cinematográficos del orbe, pero el proyecto se encuentra aún en una fase embrionaria. Esperamos que todo se concrete. A tal efecto, rogamos deis mucho la brasa en las redes sociales.

Os dejamos con la portada de Sport, sosísima porque no llama a Jorge Martín “Martinator” ni nada.

Pasad un buen día.

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