Fondo Segunda
·30. Dezember 2025
El Málaga tiene la mejor racha actual

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·30. Dezember 2025

Hay estadios que aprietan y otros que protegen. La Rosaleda, durante demasiado tiempo, fue un lugar donde el miedo se colaba entre los asientos. Hoy vuelve a ser refugio. El Málaga CF ha construido una racha que habla de estabilidad, madurez y una identidad que empieza a reconocerse: 540 minutos como local sin ir perdiendo. Seis partidos completos sin ver el marcador en contra en ningún instante. Una cifra que, más allá del dato, define un momento.
En el fútbol profesional español, solo el Elche CF mejora ese registro, con 729 minutos. Por detrás del Málaga aparece un gigante acostumbrado a sobrevivir en la élite: el Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone. El contexto lo dice todo. No es una racha más; es una señal.
Seiscientos minutos pueden pasar rápido en una tarde cualquiera. Quinientos cuarenta, en cambio, pesan cuando se juegan con un escudo en el pecho y una grada observando. El Málaga ha logrado algo que parecía lejano: competir en casa sin urgencias, sin esa ansiedad que antes aparecía al primer golpe del rival.
Durante seis encuentros consecutivos en La Rosaleda, ningún equipo ha logrado ponerse por delante en el marcador. Eso no significa dominio absoluto ni victorias constantes, pero sí control emocional, orden defensivo y una capacidad creciente para sostener los partidos. En esta dinámica se ha de poner en valor la llegada al banquillo del nuevo técnico, Funes. Pero no se ha de olvidar que ya antes Pellicer había empezado a construir consistencia como loca.
En una categoría como LaLiga Hypermotion, donde cada detalle decide, evitar ir por detrás es una ventaja competitiva enorme. Jugar desde la igualdad o la ventaja cambia planes, ritmos y decisiones.
Que solo el Elche supere este registro y que el podio lo complete el Atlético de Madrid no es anecdótico. Habla de modelos sólidos, de equipos que entienden el valor del primer golpe… o de evitarlo.
El Málaga, desde su contexto, se ha acercado a esa lógica. No es casualidad. La estructura defensiva ha ganado coherencia, las distancias entre líneas se han reducido y el equipo ha aprendido a sufrir sin romperse. No es brillante, pero sí fiable. Y en Segunda, la fiabilidad es oro.

Además, La Rosaleda ha recuperado una de sus virtudes históricas: condicionar al rival. No desde el ruido descontrolado, sino desde la sensación de que marcar aquí cuesta.
En el análisis frío, no ir perdiendo puede parecer un matiz. En el fútbol real, es una base. Los equipos que evitan ir a remolque ganan puntos sin darse cuenta. Mantienen el plan, sostienen la confianza y obligan al rival a asumir riesgos.
Para el Málaga, esta racha ha servido para algo más profundo: reconciliarse con su gente. La grada ya no se encoge ante el primer ataque visitante. Hay paciencia, hay apoyo, hay una fe renovada en que el equipo sabrá responder.
Ese clima no aparece en las estadísticas, pero se construye partido a partido.
El Málaga no ha alcanzado todavía su techo, pero sí ha encontrado un suelo firme. Y eso es fundamental en una temporada larga y exigente. Convertir La Rosaleda en un lugar donde no se empieza perdiendo es el primer paso para convertirla en un lugar donde se gana.
El siguiente reto será transformar esa solidez en más victorias, en mayor ambición ofensiva y en partidos que se rompan a favor. Pero todo empieza por no caerse.
En el fútbol hay lugares que te sostienen cuando fuera todo aprieta. El Málaga ha vuelto a encontrar ese espacio en La Rosaleda. Quinientos cuarenta minutos sin ir perdiendo no garantizan ascensos ni celebraciones, pero sí algo imprescindible: identidad.
Y cuando un equipo sabe quién es en su estadio, el camino deja de parecer cuesta arriba. Porque antes de soñar con objetivos grandes, hay que sentirse fuerte en casa. Y el Málaga, hoy, lo es.









































