SoyDe2A
·28. November 2025
Liderazgo sin acento: 290 partidos después, la UD sacrifica la bandera

In partnership with
Yahoo sportsSoyDe2A
·28. November 2025

El pitido final ante el Albacete rubricó una victoria de oficio. Tres puntos de oro que devuelven a Las Palmas a lo más alto de la clasificación, pero la celebración viene con un regusto amargo, casi metálico. Mientras se celebraba la eficacia de Fuster, un dato frío y punzante se instalaba en la historia reciente del club: por primera vez en casi siete años, el once inicial de la UD Las Palmas no llevaba acento insular.

La Grieta Histórica: 290 Partidos de Orgullo Roto
Este dato no es una anécdota, es un punto de inflexión. Había que remontarse al 23 de febrero de 2019, en la derrota 2-0 ante el Alcorcón con Paco Herrera en el banquillo, para encontrar una alineación sin canarios. Esa racha, ese hilo invisible que conectaba al primer equipo con sus raíces y que abarcó 290 partidos consecutivos, se rompió el viernes.

Es cierto que las ausencias por lesión (como la de Ale García, un fijo de la casa) obligan a la ingeniería de banquillo. Pero la alineación titular fue una declaración de intenciones técnica que priorizó la experiencia peninsular frente al ADN local. Y lo que es peor: la falta de identidad en el campo pareció traducirse en una alarmante falta de vergüenza en el inicio.
La crónica del partido refleja la peligrosa deriva que tuvo el equipo antes de que llegaran los goles. Se percibió una pasividad exasperante y una total ausencia de las posesiones largas que definen el estilo canario. El equipo no fluía. Parecía contagiado por el miedo constante a recibir el primer golpe, y esa inseguridad fue la patología del juego en el primer acto.
Esa pasividad táctica y mental fue tapada por el genio individual. Fue un jugador específico, Pejiño, el que rompió la anestesia colectiva. Con su desborde y su verticalidad, se echó el equipo a la espalda e impulsó la reacción a empujones, forzando la jugada del primer gol.
La victoria, al final, fue un rescate de talento ante la ineptitud colectiva. Y que ese rescate se haya producido en el partido donde la identidad canaria era cero en la pizarra, es una coincidencia demasiado incómoda para ignorarla.
El fútbol de Segunda División exige oficio, dureza y pragmatismo. Esta UD lo demostró ante el Albacete al ganar sufriendo. Sin embargo, la esencia de la UD Las Palmas nunca ha sido solo el oficio; ha sido el sentimiento y la conexión con su tierra. La cantera no es una línea en el presupuesto, es la bandera del club.
Cuando la exigencia competitiva obliga a borrar ese acento de la alineación titular, se abre una grieta peligrosa entre la grada y el césped. La victoria ante el Albacete asegura el liderato, pero el once de los 290 partidos nos recuerda que el éxito sin identidad es un éxito a medias. La UD debe sanar pronto esta fractura, porque el fútbol necesita menos especulación y más corazón. Y el corazón de Las Palmas late en las islas.










































